Américo Villarreal intensifica conflicto con alcaldes de Morena en Tamaulipas
El gobernador de Tamaulipas, Américo Villarreal, mantiene una disputa cada vez más intensa con varios alcaldes de su propio partido, Morena, especialmente con el presidente municipal de Ciudad Victoria, Lalo Gattás. Este conflicto no solo está tensando las relaciones políticas en el estado, sino que también está afectando la seguridad y gobernabilidad en varias zonas.
La confrontación más reciente se centra en la solicitud de Villarreal para destituir a Gattás. El gobernador cuenta con el respaldo de regidores en el Cabildo de Victoria, quienes acusan al alcalde de realizar nombramientos sin la aprobación necesaria. Actualmente, el Congreso de Tamaulipas, a través de las comisiones de Gobernación y Asuntos Municipales, está evaluando la queja, mientras que Gattás ha acudido al Tribunal Electoral de Tamaulipas (Trieltam) en busca de apoyo. Esta medida podría abrir la puerta para que Villarreal intente replicar el proceso en otros municipios, consolidando así un control mayor sobre los gobiernos locales.
Por otro lado, la situación de seguridad en el estado ha empeorado desde que Villarreal asumió el cargo, según denuncian varios alcaldes. Durante la administración del exgobernador Francisco García Cabeza de Vaca, los índices de criminalidad, como extorsiones y secuestros, habían disminuido considerablemente, y las carreteras de Tamaulipas se habían vuelto más seguras. Sin embargo, con Villarreal al frente, las denuncias por violencia han vuelto a incrementarse, con reportes de tiroteos en áreas urbanas y hasta caravanas cerrando calles en Ciudad Victoria y Tampico. Algunos alcaldes consideran que la recién creada Dirección de Tránsito del Estado ha contribuido a una descomposición del orden en lugar de mejorar la seguridad.
El conflicto no se limita solo a Ciudad Victoria. En Reynosa, el gobernador intentó quitar el control de la Comisión de Agua y Alcantarillado (Comapa) al alcalde Carlos Víctor Peña Ortiz, conocido como “Makito”. Sin embargo, Peña Ortiz se amparó, obligando al gobernador a aceptar una derrota más en sus intentos por imponer su autoridad.