Bailarinas, creadoras y directoras de compañías dialogaron sobre su vida entregada a la danza

En el marco del Día Internacional de la Mujer, el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), a través del Centro de Producción de Danza Contemporánea (Ceprodac), organizó el encuentro virtual Mujer, danza y escena. Diálogos, moderado por la maestra y coreógrafa Cecilia Lugo, directora del Ceprodac.

En la primera de tres sesiones participaron las maestras, bailarinas y coreógrafas Xitlali Piña, Brisa Escobedo y Alejandra Ramírez, quienes hablaron de su quehacer, experiencia y vivencias en el mundo de la danza.

Uno de los cuestionamientos planteados por Cecilia Lugo a las tres creadoras fue sobre la posibilidad, en algún momento de su trayectoria, de dejar su labor como bailarinas y, en general, como mujeres de danza.

Al respecto, Xitlali Piña, egresada de la Academia de la Danza Mexicana e integrante desde 1997 de la compañía Delfos Danza Contemporánea, afirmó que esta disciplina artística “es una profesión sanadora, que ayuda a exorcizar los demonios.

“Es un amor muy grande que se va construyendo, que nunca piensas en dejarlo, quizá va cambiando la forma de hacerlo, pero no lo abandonas. No es una carrera fácil, pero cualquier carrera tiene su complejidad. He tenido lesiones, me he tenido que separar temporalmente de la danza, pero regresas y vas aceptando los cambios y caminas con ellos”, concluyó la creadora de más de 30 coreografías y fundadora de la Escuela Profesional de Danza de Mazatlán.

Por su parte, Brisa Escobedo, egresada de la Escuela Superior de Música y Danza de Monterrey, dijo que la danza “es una forma de vida, algo más que una profesión en la que te alimentas de una vivencia constante”.

La fundadora de la compañía Cuerpo Etéreo narró cómo afrontó una ruptura de ligamentos cruzados: “Pensé que tendría que dejar la danza. Pausé tres años, pero no me alejé de la disciplina, fueron los años en que hice más coreografías y cuando volví a bailar lo hice con más confianza y con la conciencia de renovar mi forma de hacerlo.

“Fue el aprendizaje más potente y también me abrió la visión como docente y coreógrafa para descubrir cosas nuevas. Retirarse no es la opción, la danza es una forma de vivir”, agregó la ganadora del reconocimiento como Mejor Intérprete Femenina del Premio Guillermo Arriaga en el 37 Concurso de Creación Coreográfica Contemporánea Inbal-UAM en 2018.

Alejandra Ramírez, licenciada en Danza por la Universidad de las Américas Puebla, comentó que no le ha llegado el momento de decidir, continuar o no en la danza, pero en la coreografía ha encontrado un lugar importante para seguir.

“La emoción de cuando empecé no se ha ido. Me preocupa la continuidad de mi compañía, es donde a veces siento el peso, el sofoco, con todo lo que implica la gestión institucional y administrativa, eso es lo que me fatiga, no la experiencia de la danza.

“Por eso seguimos bailando y ensayando, en espera de que la oportunidad se abra, para que la compañía siga vigente, con la posibilidad de un futuro mejor”, añadió la directora de Bruja Danza.

En la segunda sesión estuvieron dos maestras fundamentales, pilares de la danza clásica en México: Angélica Kleen, fundadora del Ballet de Monterrey, y Lucy Arce, bailarina y coreógrafa.

Angélica Kleen, asesora, conferencista y consejera cultural, al hablar sobre el origen de su vocación comentó que desde pequeña bailaba con unos zapatitos de plástico sobre las puntas y por eso sus padres decidieron meterla a clases de ballet.

“Creo que le atinaron, no recuerdo haber faltado a una sola clase los primeros 15 años. En sexto una maestra me pidió que montara algo con las niñas de cuarto y no puedo explicar el placer que sentí al trabajar con ellas, desde entonces me di cuenta que me gustaba dar, enseñar y hacer cosas en el mundo de la danza”, expresó la ex titular de Danza UNAM.

Sobre el mismo tema, Lucy Arce, fundadora del Ballet de Cámara de Jalisco y de la escuela del mismo nombre, comentó: “Desde los tres años andaba bailando por todas partes, y al cursar el tercer año de primaria mi maestra, que siempre quiso ser bailarina de ballet, puso un fragmento de El lago de los cisnes.

“Me enamoré de la maestra, de lo que nos hizo hacer y empecé a dar una lata enorme en mi casa con que tenía que estudiar ballet. Me llevaron a una escuela y comenzó mi vida en todo, era el mundo que quería y después fue seguir”, compartió la especialista en metodología rusa y cubana de ballet.

La tercera sesión también reunió a cuatro personalidades de la danza en México: Laura Rocha, directora de la compañía Barro Rojo; Tatiana Zugazagoitia, titular de Tatzudanza; Isabel Beteta, al frente de Nemian Danza Escénica; Leticia Alvarado, directora de la compañía Tándem; y Beatriz Madrid, titular de Forámen M., quienes dialogaron, entre otros temas, de su experiencia como coreógrafas, maestras, bailarinas y directoras de reconocidas compañías de danza.

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