Descubren restos de un muelle y un canal navegable de época prehispánica en Avenida Chapultepec
La Ciudad de México fue construida sobre las ruinas de Tenochtitlán, la antigua capital del Imperio azteca y existen muchos vestigios que, a lo largo de los años, se han descubierto y que hablan de la historia de la capital del país.
Esta semana, un equipo arqueológico del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) encontró dos metros por debajo de una de las principales arterias de la Ciudad de México, la avenida Chapultepec, vestigios de un muelle y un canal de época prehispánica, en lo que fue la playa de una península ubicada al pie del cerro del Chapulín.
Al supervisar las obras para un paso a desnivel, contiguo al paradero de la estación Chapultepec del Sistema de Transporte Colectivo Metro, el grupo de especialistas identificó varias secciones del cauce artificial y, en días recientes, el pequeño puerto, del que debieron arribar y partir canoas rumbo al lago de Texcoco.
Flanqueado por una fina capa de arena, el segmento mejor conservado del canal yace bajo el arroyo vehicular de la avenida Chapultepec, a la altura de calle Lieja y a un costado del edificio que ocupó la Secretaría de Salud, donde, en 2023, se registraron vestigios de una unidad habitacional del asentamiento prehispánico que antecedió al pueblo de indios de San Miguel Chapultepec.
El canal de origen prehispánico, que acabamos de encontrar, está referido en el Mapa de Uppsala (ca.1550), donde aparece con una canoa en tránsito. Este debió ser un ‘camino de agua’ principal, porque a través de la excavación arqueológica y la correlación estratigráfica hemos corroborado que su ancho máximo es de 1.80 metros, un espacio angosto, pero suficiente para el paso de embarcaciones menores”, refiere la investigadora del INAH, María de Lourdes López Camacho.
Conforme los análisis realizados por los expertos, algunas de las estacas del canal son de abeto u oyamel. Además, muestras de los maderos del muelle, cuyas alturas oscilan entre los 40 y 137 centímetros, y espesores de 13 a 29 centímetros, están por enviarse a la Subdirección de Laboratorios y Apoyo Académico (SLAA) del INAH.
En el centro de la exploración se observó una concentración de restos botánicos, propia de depósitos lacustres: semillas, maderas, gasterópodos y raicillas. Algunas de las muestras recuperadas, analizadas en la SLAA, revelan que parte de la dieta de los habitantes del asentamiento prehispánico se basaba en el consumo de quelites, calabaza y jitomate.
La constante ocupación del espacio también se refleja en los materiales que se intervienen en el Departamento de Restauración del MNH, donde especialistas recuperan las formas y reintegran los colores de la colección cerámica obtenida, de la que destacan trozos de piezas de tipo ritual: sahumadores, braceros y vasijas con el símbolo solar y representaciones de personajes, y que pudieron ofrendarse a este cuerpo de agua en el periodo Posclásico Tardío.
Por último, sobresalen piezas semicompletas y completas del periodo Colonial Temprano (1521-1620 d.C.): una macuquina –las primeras acuñaciones martilladas de la Nueva España–, loza de vidriado verde y lebrillos, en cuyos fondos se observan los sellos de hospitales y órdenes religiosas, así como materiales del siglo XX.