Diputado local, junior vendido al mejor postor, sin convicciones, sólo intereses / En opinión de Miguel A. Rocha Valencia

Redacción MXPolítico.- Al igual de Carlos Puente, Jesús Sesma Suárez pertenece a ese “selecto grupo” de socios del negocio convertido en partido llamado Verde Ecologista que defiende todo especialmente el hueso, menos el medio ambiente.

Egresado de la del Valle de México este sujeto no cuenta con mayor antecedente político ni se le cuenta un solo logro a su paso por el Congreso federal y de la Ciudad de México. Su mayor mérito es mantenerse en el hueso en ese grupito que gira en torno al “niño verde” Jorge Emilio González Martínez, con todos sus excesos y sus mañas, en especial la de vender “caro su amor” con la gente del poder.

Sin luz propia porque el negocio de los González Martínez incluye intereses en TV Azteca, origen de Carlos Puente y varios legisladores verdes más, así como los medicamentos de patente vencida llamados similares, nadie se puede mover y todo negocio disponible se determina en la cúpula donde la “presidenta” es la cara de los verdaderos mandones.

Tan es así que en mesa de transacciones el mismo “niño verde” fue grabado y es ahí donde se establecen las tarifas de los negocios a tratar ya sea de carácter financiero o político. Se establecen las ligas con quién y a cambio de qué. Esto todo mundo lo sabe.

Tan es así que la cúpula verde determina con qué grupo de poder estarán aliados en cada elección por eso, aunque el partido es el mismo, los bandazos pueden ir de derecha a izquierda o “todo lo contrario”.

Por eso es que no necesitan cambiar de partido ninguno de los negociantes que están ahí y sólo recurren a las banderas ecológicas en el discurso, pero cuando se atraviesan el poder y el dinero sufren amnesia. Por eso la destrucción de manglares en Dos Bocas-Paraíso para la refinería o lo del AIFA y más ahora lo del Tren Maya donde la depredación es irreversible.

En este último caso no se atrevieron a quitarle una coma a los proyectos del ganso y se hicieron locos cuando de denunciar el ecocidio se trataba.

De tal suerte que cuando el tal Jesús Sesma presume que ha sido diputados cuatro veces por el mismo partido, no aclara que lo fue en asociación con el PAN, PRI, PRD y Morena sucesivamente, dependiente quién llegaba al poder político y económico del país.

Insistimos eso se da porque las banderas del Verde se venden al mejor postor porque en el fondo de ecologistas sólo tienen el color de los billetes que les deja ser rémoras, como actualmente sucede a nivel federal y local, con la mayoría morenista.

Eso les sirve incluso para no ser molestados en lo que a negocios de gestoría legislativa se refiere como en el caso del tal Sesma Suárez quien, sin oficio o ejercicio profesional conocido, disfruta de las mieles del dinero (es todo un junior de 44 añotes) y el poder, como las cúpulas de esa rémora llamada partido.

Su más reciente gracia fue que, aprovechando su presidencia en la comisión de Protección Animal y existiendo un dictamen ya preaprobado para prohibir las corridas de toros en la Ciudad de México, misteriosamente contradijo a la mayoría de ese grupo legislativo y no presentó la propuesta para su paso por el pleno del Congreso de la CDMX. Además «garantizaría» la matazón indiscriminada de animales y eliminaría los servicios veterinarios en alcaldías, lo cual es regresivo.

A consecuencia de ello se dieron debates legislativos, se supo de reuniones de Sesma Suárez con empresarios taurinos e incluso con el líder obrero consentido de la 4T, Pedro Haces Barba representante del sindicato del ramo y como por arte de magia, se congeló el dictamen, por lo que los defensores de los derechos de los animales acudieron al amparo y desde entonces quedaron prohibidas las corridas de toros en la CDMX.

Un nuevo dictamen surgió de la menta del inteligente diputado de la rémora verde que en alianza con Morena no sólo pretende dar paso a la caída del amparo sino, además, mandaría al matadero a miles de animales. 

Esa propuesta con tufo a millonario negocio fue el que Sesma Suárez quería le aprobara el diputado perredista Jorge Gaviño, quien no mordió el anzuelo pues él si es un leal defensor de los “seres sintientes”, lo cual enloqueció al lacayo verde y fue el origen de la agresión, la cual se dio justo a las puertas de la oficina del legislador por el sexto distrito de Gustavo A. Madero.

Es decir, el fondo del enojo e interés del mercachifle verde, es el negocio millonario que ni se esconde, pero si se exhibe tras la tauromaquia. Los principios crematísticos de Sesma y de la agresión, son claros. Así son, no van a cambiar porque para los verdes la política es simplemente, un negocio, mismo que el ganso les volvió a prorrogar a cambio de su “amor electoral”.

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