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El discurso del 1 de octubre que Ifigenia Martínez no pudo leer

La última aparición pública de Ifigenia Martínez, una de las figuras más destacadas de la política mexicana, ocurrió el pasado 1 de octubre, cuando entregó la banda presidencial a Claudia Sheinbaum, la primera mujer en asumir la Presidencia de México.

Como presidenta de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, Martínez tenía un discurso preparado para la ceremonia, pero debido a problemas de salud, no pudo leerlo. Sin embargo, su mensaje, lleno de simbolismo y esperanza, resuena aún más fuerte después de su fallecimiento el 5 de octubre.

El discurso que no pudo pronunciar era un testimonio de lucha y de victorias logradas tras décadas de esfuerzo. En él, Ifigenia celebraba la llegada de una mujer a la Presidencia, describiéndolo como un momento que marcaría un antes y un después en la historia de México.

«La toma de protesta de la doctora Claudia Sheinbaum Pardo es la culminación de una lucha que hemos atravesado generaciones enteras de mujeres, quienes con valentía desafiamos los límites de nuestros tiempos«, señalaba la diputada en el texto que había preparado.

Martínez, quien fue parte de la Corriente Democrática de 1988, una iniciativa clave en la izquierda mexicana, veía en ese momento la materialización de sus ideales de igualdad y justicia.

«Hoy esas convicciones han rendido fruto«, apuntaba. Para ella, la entrega de la banda presidencial no era solo un acto simbólico, sino el reconocimiento de una lucha que muchas mujeres han liderado para conquistar espacios en la vida pública.

El discurso también subrayaba su visión de un futuro en el que el liderazgo femenino sería la norma, no la excepción. Ifigenia Martínez, a sus 94 años, dejaba claro que las mujeres en México estaban listas para seguir abriendo caminos y construyendo un país más justo, igualitario y solidario.

Martínez, consciente del rol histórico que desempeñaba en ese momento, se despedía de su público y de la vida política con la certeza de que su lucha había dado frutos. “Sigamos dejando huella”, concluía su mensaje, un llamado a continuar el trabajo por la igualdad y la justicia.

Aunque no pudo pronunciar estas palabras en vida, su legado y su mensaje permanecerán vivos en la memoria de quienes comparten sus ideales.

Discurso de Ifigenia Martínez

Hoy nos encontramos aquí, en este recinto solemne de la democracia mexicana, como testigos de un momento que marca un antes y un después en nuestra historia: la toma de protesta de la doctora Claudia Sheinbaum Pardo como la primera mujer Presidenta de México.

Su llegada a la Presidencia es la culminación de una lucha que hemos atravesado generaciones enteras de mujeres, quienes con valentía desafiamos los límites de nuestros tiempos. Hoy, junto con ella, llegamos todas y abrimos paso a una nueva era.

Yo misma, que he recorrido tantas batallas por la democracia y la justicia, me siento profundamente honrada de presenciar este triunfo histórico. En 1988 formé parte de la Corriente Democrática de izquierda en México, una lucha que, junto a muchas y muchos, iniciamos con la firme convicción de que el cambio verdadero era posible.

Hoy, esas convicciones han rendido fruto. No sólo tenemos una Presidenta, sino que se vislumbra un presente donde las mujeres participemos en condiciones de igualdad en la construcción de futuros posibles y deseables para nuestra patria. Ser parte de esta transmisión histórica del Poder Ejecutivo y entregar la Banda Presidencial a la primera Presidenta es uno de los mayores honores de mi vida.

Agradezco profundamente la confianza de mis compañeras y compañeros legisladores para desempeñar este acto simbólico, que representa no sólo un punto de inflexión en la historia, sino también el triunfo de nuestros valores: igualdad, justicia y democracia. Hoy, las mujeres, junto a los hombres, estamos listas para continuar construyendo el país que soñamos. El de un México libre e igualitario.

Un país donde el liderazgo femenino dejará de ser la excepción, para convertirse en norma.

Desde esta soberanía, le decimos que no está sola. Que la lucha por la justicia y por la igualdad es de todas y de todos. Y que no descansaremos hasta lograr una democracia plena, donde no haya distinción de género, clase o condición. Que nuestras diferencias no nos dividan, sino que sean la fuente de propuestas y de soluciones compartidas a los distintos retos que enfrentamos.

Hoy, más que nunca, necesitamos tender puentes entre todas las fuerzas políticas, dialogar sobre nuestras divergencias y construir, juntas y juntos, un país más justo y solidario.

Es tiempo de altura de miras. Es tiempo de construir nuevos horizontes y realidades. Es tiempo de mujeres.

Sigamos dejando huella”.

Palacio Legislativo de San Lázaro, a 1º de octubre 2024.

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