El INAH descubre tres fachadas con relieves en la Zona Arqueológica de Dzibanché
El INAH descubrió tres fachadas con relieves alusivos a la dinastía Kaanu’l, en la Zona Arqueológica de Dzibanché, que bajo el símbolo de la serpiente (kaan, en maya), gobernó a numerosos señoríos en los territorios que hoy ocupan México, Belice y Guatemala
Nuevas pistas sobre el poderío de los Kaanu’l, una poderosa dinastía que en tiempos antiguos y bajo el símbolo de la serpiente (kaan, en maya) conquistó y gobernó a numerosos señoríos en los territorios que hoy ocupan México, Belice y Guatemala, asoman en la Zona Arqueológica de Dzibanché, bajo la forma de dos plataformas cuyas fachadas están ricamente decoradas con relieves modelados en estuco.
En la cúspide de su poderío, abunda Balanzario Granados, los Kaanu’l habitaron Dzibanché en los periodos Clásico Temprano y Tardío, entre los años 250 y 650 de nuestra era; posteriormente, el linaje se dividió en dos grupos, uno de los cuales permaneció en el asentamiento, y otro se estableció en Calakmul.
El par de plataformas corresponde a dos subestructuras, ubicadas al poniente del Juego de Pelota II del asentamiento prehispánico.
La primera de las escenas muestra a dos guardianes que limitan un pedestal en el que, en tiempos prehispánicos, debió estar colocada una escultura; la particularidad del podio es que incorpora glifos alusivos a un gobernante de la dinastía Kaanu’l.
En la segunda, aparecen imágenes de individuos que, de acuerdo con el epigrafista y colaborador independiente del Promeza en Dzibanché, Alexander Tokovinine, aluden a ancestros que asemejan habitar en el cielo nocturno, con estrellas, serpientes y otros motivos propios de las iconografías maya y teotihuacana. En este relieve, también, es notoria la ausencia de una escultura central, por lo que no se descarta que las dos efigies faltantes fueran removidas, siglos atrás, por los propios habitantes de la ciudad.
En tanto, en la tercera escena se muestra un conjunto de animales mitológicos asociados con constelaciones
La temporalidad de las plataformas descubiertas y, por ende, de los relieves estucados, se ha establecido hacia el periodo Clásico Temprano (500-600 d.C.), por lo que coincide con el auge de la urbe maya.