El Munal recibe, por primera vez, obra de la pintora uruguaya Petrona Viera
La Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), a través del Museo Nacional de Arte (Munal), presentan la exposición temporal Petrona Viera. Una creación sin fin.
En el año 2020, la obra de la pintora uruguaya Petrona Viera, que durante años había sido ignorada y subestimada, accedió a la vindicación en el canon artístico sudamericano gracias a una exposición monográfica organizada por el Museo Nacional de Artes Visuales de Montevideo. Posteriormente, luego de una gira internacional por la Galería Nacional de Santo Domingo, en República Dominicana; el Museo Nacional de Bellas Artes de Chile; y el Museo de las Artes de América, en Washington, DC, Petrona llega al Museo Nacional de Arte.
En colaboración con el Ministerio de Educación y Cultura de Uruguay, y la Embajada de Uruguay en México, el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, a través del Munal, presenta este homenaje pictórico dedicado a una reconocida mujer y figura de las artes visuales uruguayas.
Conformada por 26 piezas de su autoría, entre óleos, dibujos y grabados, provenientes del Museo Nacional de Artes Visuales de Montevideo, en diálogo con seis obras de artistas referenciales del acervo del Munal —como Mariana Yampolsky, Rosario Cabrera, Elizabeth Catlett, Germán Gedovius y Manuel Rodríguez Lozano—, la exhibición es una oportunidad para descubrir la singularidad de esta artista uruguaya, cuyo legado es más pertinente que nunca y merece ser compartido con la audiencia mexicana.
El camino y la obra de Petrona Viera deben entenderse como redescubrimiento y recuperación colectiva, cuya excepcionalidad artística va más allá de las fronteras sudamericanas y continentales.
Su vida es una historia de superación personal, marcada por el empecinado esfuerzo por romper los límites sociales que casi la condenaban a mantenerse encerrada en la vida doméstica. Eso no solamente es válido para su sordera, la cual padeció desde muy temprana edad, sino también para el papel atribuido a la mujer en aquella época. Esas resistencias no solo existían en la sociedad en general, sino también en el ambiente artístico.
Su historia es además una búsqueda de identidad. Aunque supeditada al “planismo” dominante de su tiempo —corriente estética que tiene como base la utilización de grandes planos de colores casi puros, con dibujos sin detalles ni volumen—, desarrolló una paleta y temas propios que, más allá de parentescos estéticos, le dieron una personalidad reconocible.
El programa que acompaña la exposición lo integrarán conferencias y conversatorios presenciales que reúnen a destacadas especialistas, quienes abordarán a Petrona Viera a través de la vanguardia latinoamericana, la perspectiva de género y la inclusión, como Rebeca Barquera, Mónica López Velarde e Ibis Hernández.
Aunado a ello, durante el periodo de exhibición en el recinto de la Red de Museos Inbal se llevarán a cabo diversas actividades educativas organizadas por el departamento de Munal+Educa, dirigidas a niñas, niños, jóvenes, adultos mayores y personas con discapacidad. Estas incluyen visitas mediadas en Lengua de Señas Mexicanas (LSM), talleres de “planismo” para elaborar retratos a la manera de esta corriente estética, así como recorridos en la sala inmersiva diseñada para la exposición que, a manera de escenografía, busca envolver al visitante en un espacio de silencio para sensibilizarlo sobre el mundo de las personas con discapacidad auditiva frente al arte, tal como lo hizo Petrona Viera.
Petrona Viera. Una creación sin fin se podrá apreciar en la sala monotemática del Museo Nacional de Arte, Tacuba 8, Centro Histórico, alcaldía Cuauhtémoc. Horario de visita, de martes a domingo de 10:00 a 18:00 horas. Costo general: $85 pesos. Entrada libre a Inapam, menores de 13 años, personas con capacidades diferentes, maestros y estudiantes con credencial vigente. Domingo entrada libre. informes@munal.inba.gob.mx
Petrona Viera
Nace en Montevideo (Uruguay), el 24 de marzo de 1895. Su padre, el doctor Feliciano Viera, fue una de las figuras más importantes en la esfera partidaria gubernamental, contribuyendo al impulso modernizador que atravesaba aquella ciudad en las primeras décadas del siglo pasado. Hija mayor de 11 hermanos, Petrona padece a los dos años una enfermedad que la deja sorda cuando comenzaba a hablar; punto de arranque de una vida poco común, donde la comunicación artista-mundo se producirá principalmente a través del microcosmos familiar, como lo atestiguan los motivos de sus obras.
Comienza su formación artística con el pintor Vicente Puig, quien, al poco tiempo, se traslada a Buenos Aires. Inicia entonces un largo proceso de formación y consolidación pictórica con Guillermo Laborde, relación que abarcará casi 20 años de una trayectoria artística de 40. A diferencia de muchos artistas plásticos de su época, no asiste a clases en el Círculo Fomento de Bellas Artes, ni tiene el estímulo de cursos en el exterior.
Con Laborde, Viera entra en la corriente del “planismo”, experiencia estética introducida por José Cuneo que tiene como base la utilización de grandes planos de colores casi puros, con dibujos sin detalles ni volumen, por el que casi todos los jóvenes pintores atravesaron en la década de los años veinte.
En el caso de Petrona, se extenderá 10 años más. La crítica coloca las obras de esta etapa entre los puntos más altos de su producción, caracterizadas por grandes pinceladas de color sin modular, luminosidad y cromatismo. Sus motivos son variados y seriados: retratos familiares, juegos infantiles, paisajes y una serie de desnudos, óleos en su mayoría. Su periodo “planista” se perpetúa aproximadamente hasta 1943, cuando Viera incursiona en diversas técnicas: óleo, acuarela, grabados sobre madera y metal, con el apoyo del profesor y pintor Guillermo Rodríguez. Este momento de experimentación se prolongará hasta su muerte (4 de octubre de 1960).