En 2024, ¡Viva el rey!… ¿Muera el rey? / En opinión de Emilio Trinidad

Sea quien sea el o la que del partido Morena (no se ve el milagro de otro) herede el máximo cargo en la administración pública federal para el 2024, recibirá un país tan explosivo o más que nuestro activo volcán Popocatépetl, con desastres en lo político, lo económico y lo social, por lo que habrá de sacar habilidad y talento para mostrar la bandera blanca, tender puentes, ofrecer la mano, respetar al oponente, sumar, no dividir y menos restar. 

Estará obligado/a a hacer un llamado, una convocatoria para que prevalezcan los acuerdos, las coincidencias, y se acaben los chairos y los fifis; tendrá que hacer a un lado la confrontación, la arrogancia, el choque de clases, de ideologías y militancias porque de lo contrario, no habrá un México qué gobernar.

Aún siendo cualquiera de las dos extremidades del Presidente a quien toque el duro paquete -Claudia Sheinbaum o Adán Augusto López-, no podrán continuar con la escalada de violencia que atiza todos los días López Obrador desde Palacio Nacional en contra del Poder Judicial, de organismos autónomos, de universidades, de partidos políticos, de periodistas, intelectuales, académicos y otras naciones en las que interviene con opiniones torpes y ofensivas.

El Presidente está convencido que desde su rancho en Chiapas podrá seguir gobernando porque imagina que la docilidad de sus dos únicas cartas le ofrecerán sumisión absoluta, pero olvida que quien recibe y se cruza la Banda en el pecho, obtiene total poder para hacer suyas todas la decisiones y hasta hoy, no admite la intromisión de su antecesor, por más que le deba el cargo.

Y si no, que recuerde lo que en su momento José López Portillo hizo, cuando Luis Echeverria se atrevió a dejar la línea del Teléfono Rojo en su domicilio de San Jerónimo para hablar con los nuevos secretarios de estado y darles órdenes. 

O lo que Ernesto Zedillo decidió hacer luego de tomar posesión al encarcelar al hermano del expresidente Carlos Salinas de Gortari.

¿Se dejarán mangonear Claudia Sheinbaum o Adán Augusto López por más que le deban sus carreras políticas al tabasqueño?

La Jefa de Gobierno de la Ciudad de México mostró cierta independencia cuando en la pandemia del Covid 19 no siguió todos los protocolos que a través de Hugo López Gatell dictaban desde el Palacio Nacional y tomó algunas medidas distintas para enfrentar esa crisis. Aún así, ha intentado seguir al pie de la letra los lineamientos de López Obrador y ha hecho suyos los violentos y pendencieros discursos. 

En el caso del secretario de Gobernación, hizo a un lado el cargo y su obligación para convertirse en activista, promotor, porrista, aplaudidor y golpeador del Presidente, y se asumió de inmediato como precandidato y morenista activo, queriendo con eso ganarse la candidatura aún y cuando en las encuestas está muy por debajo de Sheinbaum y Marcelo Ebrard.  

El canciller es su compañero de lucha y cómplice de desvíos millonarios desde el gobierno capitalino para la campaña del tabasqueño; Adán Augusto es el hermano menor y sumiso paisano, y Claudia Sheinbaum la consentida del señor.

En el caso de Marcelo Ebrard y como quiera que se vea, tiene carrera propia y en los tiempos de Miguel de la Madrid, cuando Andrés Manuel López Obrador iniciaba en la política, ya era un destacado funcionario de la entonces (SEDUE) Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología, al lado del talentoso Manuel Camacho Solís, por lo que de ser el ungido, seguramente haría un deslinde del Presidente desde el mismo momento en asumirse candidato.

Lo cierto es que las piezas del ajedrez político aún se están acomodando y quizás algunas de las que mueve López Obrador no acepten pasar de ser torres, alfiles o caballos, a ser peones de sacrificio.

El Presidente, aunque quiera hacer creer o parecer lo contrario y luego de tanto desgaste, no tiene todo el control del futuro político del país, y por eso su exigencia y amenaza a colaboradores de que no se valen los regateos; con él hay que ser ciego, sordo y mudo, si no quieren terminar siendo tratados como enemigos de él y de la patria que imagina encarnar.

Será muy interesante ver cómo correrán los días posteriores a las elecciones en Coahuila y el Estado de México, porque a partir de ahí, los golpes entre sus corcholatas serán más duros, directos y tan claros, que ni el mismo Tlatoani del Palacio podrá detener, y todo por creerse el mago de la política y adelantar una sucesión que no habría querido se diera, porque soñaba y sigue soñando con perpetuarse en el poder.

López Obrador no quiere entender que será el más solitario y repudiado de los expresidentes a partir del siguiente día de dejar las habitaciones y espacios del majestuoso y lujoso Palacio Nacional.

Y mientras él hace esperar a los adelantados precandidatos de Morena teniendo claro y decidido a quién le entregará la estafeta, será muy interesante ver si en los partidos de oposición los líderes se aferran a sus necedades, ambiciones y egos, o abren el abanico a perfiles políticos sólidos, o perfiles ciudadanos con prestigio y respeto para intentar disputar y arrebatar los destinos del país.

El comportamiento del Ejecutivo federal denota preocupación porque sabe que sí se les puede vencer porque dejará heridos en el camino, pero no con lo que hasta hoy ofrece la oposición, por lo que estarán obligados a ceder y a impulsar a quien resulte atractivo para el electorado que ha terminado en enojo y decepción absoluta por tantos errores, corrupción, simulación y falsedades del mesiánico López Obrador.

Pero tendría que ser alguien nuevo, fresco, con ideas novedosas y con el valor suficiente para de ganar, llevar al penal al tabasqueño, a sus hermanos, a uno de sus hijos, a Hugo López Gatell y a una decena más de funcionarios que hoy están siendo protegidos con total impunidad.

Lo que dijo burlonamente el Presidente de la senadora Lilly Téllez, lejos de dañarla la hizo crecer, y podría ser ella, si hace suyos los enojos, las frustraciones, las necesidades, la impotencia, la rabia, las carencias de tantos burlados, ofendidos y engañados, otro gallo podría cantar.

De los aspirantes de oposición, quiérase o no, sólo serían sumamente atractivos y muy competitivos para quienes deseamos con urgencia un cambio, ella, Damián Zepeda, Mauricio Vila, la talentosa, experimentada y preparada Claudia Ruiz Massieu y el aún inexperto Luis Donaldo Colosio Riojas, que por el solo apellido despierta esperanzas y suma seguidores.

Y como dijera el político y financiero José Ángel Gurría, al referirse al partido propiedad de López Obrador, que “salido del mismo embrión, hoy Morena parece una aplanadora”, pero si juegan con talento, humildad y unidad por un verdadero y auténtico amor a México, a quien postulen las alianzas -si se dan- podrán sacar a los ignorantes, inexpertos y voraces morenos del poder que no han sabido ejercer para el bien del país, sino para una cofradía de corruptos y ambiciosos ladrones.

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