Este domingo, el mundo del derecho mexicano lamenta la pérdida de Juan Velásquez, un abogado penalista conocido por su impresionante carrera en la defensa de figuras reconocidas, incluyendo expresidentes y altos funcionarios.
Velásquez se ganó el apodo de «El abogado del diablo» y fue ampliamente respetado por su habilidad en los tribunales, ya que, según él mismo afirmaba, nunca perdió un caso en 52 años de ejercicio profesional.
Velásquez defendió a figuras de gran notoriedad, como los expresidentes Luis Echeverría, Carlos Salinas de Gortari y José López Portillo, así como al controvertido exjefe de la policía de la Ciudad de México, Arturo «El Negro» Durazo. También representó al cardenal Norberto Rivera, quien enfrentó acusaciones de encubrimiento de casos de pederastia, y al célebre pintor David Alfaro Siqueiros.
La noticia de su fallecimiento se difundió rápidamente en medios locales y redes sociales, donde colegas y amigos expresaron sus condolencias y recordaron su legado en el ámbito jurídico.
En una entrevista con la revista Abogacía en 2022, Velásquez reflexionó sobre su carrera y afirmó que, aunque nunca perdió un caso, sí había defendido a clientes que, en ocasiones, enfrentaron problemas con el sistema judicial. «Primero apresa y luego averigua», decía, aludiendo a las fallas del sistema. No obstante, también enfatizó que no todos sus defendidos eran inocentes, pero se sentía motivado por empatía para representarlos.
Juan Velásquez estudió Derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde se graduó en 1969.
A lo largo de su carrera, también se destacó como profesor, siendo uno de los fundadores de la maestría en Derecho en la Universidad Panamericana, institución donde impartió clases durante 40 años. Posteriormente, trabajó en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) hasta que la pandemia de Covid-19 obligó a la interrupción de sus actividades académicas.
Además de su labor como abogado y docente, Velásquez era presidente honorario de la Academia Mexicana del Derecho, un cargo que refleja su compromiso con la enseñanza y la práctica del derecho en México. Su legado perdurará entre sus colegas y en el sistema jurídico del país.