Fin de sexenio: Plan C / En opinión de Ramiro Oquita

Con una mayoría superior a las más alegres expectativas, la SCJN resolvió la inconstitucionalidad de dos leyes torales -de seis- del Plan B. Ello marca un sentido para las restantes, que no podrá variar, pues igualmente fueron aprobadas con vicios ya valorados en esta primera resolución y que no podrá cambiar el sentido. Claro, es un Órgano humano y todo lo humano puede pasar. 

Es el momento entonces para pensar en dos derivaciones naturales: La primera radica en la lección de la reforma y hacia dónde apuntar, con talento y patriotismo demócrata, en el fortalecimiento de nuestro órgano electoral; y por otra parte, “el Plan C”.

Queda claro que el sentido de la evolución del INE, es reconocido soberanamente por el Poder Judicial de la Federación. La sentencia que acaba de pronunciar, pronto hará Jurisprudencia y con ello evitará cualquier otro intento por desvirtuarlo.

Es el momento de retomar la propuesta de creación del servicio electoral de carrera, de marzo de 1989, que estableció que este sería integrado por una estructura nacional electoral de carrera, acreditando conocimientos y habilidades por oposiciones y con permanencia -que debería constituir consejos ciudadanos electos por sí mismos, aprovechando su experiencia en las casillas o la academia. Y de entre los acreditados, electos por los miembros -continúa la ponencia-, se eligieran los consejeros ciudadanos que integraran el Consejo General del órgano electoral (no existía INE ni IFE) y sus consejos Locales y Distritales.

En lugar de ser electos por el voto de Legisladores, los consejeros ciudadanos, y por designación, los consejos locales y distritales. Lo que dotaría de plena autonomía al INE, respecto de cualquier otro Poder. Como se propuso originalmente, desviado entre el temor a soltar y la avaricia por conocida, por los actores decisorios del proceso parlamentario y los PP prefirieron controlar las designaciones de los consejeros ciudadanos -desvirtuando su naturaleza ciudadana.

Con lo que solamente trasladaron el vicio del control de los órganos electorales por parte del Ejecutivo, ahora al Legislativo. Insisto, es el momento de evaluar lo alcanzado, el embate presente y la posición del Poder Judicial en favor de la autonomía del órgano electoral, para llegar más lejos con ella, en procesos ajenos a los vicios centralizadores, per se, de los PP… Ya veremos.

Tengo otros apuntes que sugiero sean considerados por los analistas, estudiosos y responsables de ello. Y es el caso, que haya una reforma al Poder Judicial, que le reintegre facultades de materia electoral, que le fueron derogadas en definitiva, por el Código Federal Electoral.

Y esto, toda vez que el espíritu del Legislador y aún del constituyente revolucionario, de 1986, claramente sentó la conveniencia de crear un Tribunal Electoral, que mantuviera fuera de la politización partidista a la SCJN, ello, para proteger su prestigio, ajeno a las <vulgaridades> públicas de los conflictos electorales.  

Medida que alcanzó su pretensión por décadas, pero que hoy en día, ni está a salvo de la politización (del vulgo más rapaz, incluso), ni tampoco desconoce temas de la materia electoral, que la propia evolución sociopolítica y jurídico electoral, han escalado a ¡litis electorales de naturaleza constitucional! Debemos conservar el Tribunal Electoral, acaso como otra Sala, integrado más funcionalmente, con el resto del Poder Judicial, especialmente con la SCJN, como última instancia de sus resoluciones. Sugerencia a reflexionar.

Dos temas fabulosos, de ambición utópica y acariciable al futuro próximo con nuestras propias manos, otra oportunidad de un gran salto ¡Como el 89 lo tuvimos!

Fatalmente, por Mafalda de Quino, desde la séptima década del siglo pasado, aprendimos que “lo urgente desplaza lo importante”. Así es que, antes de la quimera, es preciso atender ya, el tema que está crujiendo el apetito de los analistas. 

Y me refiero a López Dóriga y a Héctor Aguilar Camín, éste entrevistado por aquél, hoy (jueves 25), abrió la pecera: 

¿QUÉ PODEMOS ESPERAR ESTE FIN DE SEXENIO? -Destapó. Y tras una ágil y congruente argumentación concluyó, “que por las decisiones que vemos que toma (AMLO, no lo dijo por su nombre, ni falta hizo): nulificar la autonomía del órgano electoral, su enfrentamiento a la SCJN…”, para rápido concluir que es evidente una “venezuelalización”.

A su estilo, prudente, sin pelearse con la nómina, diría yo. Con la voz, un tono arriba de Monreal -quien de plano no se mete. Bien, Aguilar con una estructura gramatical, que al buen entendedor no da oportunidad más que de concluir lo mismo pero más fuerte. 

Por ejemplo, yo pensé en lugar de venezuelización, “chaveztista” -no madurista- pues el de Nexos, sugirió un dictador noble (bueno y sabio, quizá), costal cargado de mañas, no sugirió ningún nombre propio.

Y sí, a eso va. Vaya, bien se ha sentenciado, que las relaciones humanas son más exactas que las matemáticas: las pruebas científicas del comportamiento humano, delincuencial o no, son irrebatibles cuando hablamos de indicios tracto sucesivos, tendientes a un fin, que siendo actos voluntarios, debe concluirse que el fin es una pretensión igualmente calculada y voluntaria.

Y mencionaré para precisión de los despistados, sin pretender ser exhaustivo, suficientes indicios de lo que debemos esperar del Ejecutivo, para la sucesión del 2024, según estas consideraciones:

Su pretensión absoluta de controlar las elecciones (Ojo: Legislación, presupuesto, PP ¡Órgano electoral! Tribunal Electoral: Todo); Derogar todo organismo autónomo; y, abolir el Poder Judicial. No lo ha hecho porque pretende seguir el proceso menos costoso -jalando la cuerda, empujando. Ahorita esta en la amenaza de los ministros de la SCJN, a través de sus lacayos.

Los precedentes: En una prueba anterior, fue Salgado Macedonio el que amenazó a la familia de Córdova, con plantón amenazante fuera del INE. Lo que el presidente premió con la gubernatura a su hija, puesto que le fue negado a su pupilo motociclista, por el desacato legal de rendición de cuentas.

Ahora, el Gobernador de Veracruz hace lo suyo, a sabiendas de la lógica presidencial, que efectivamente le prometió más que halagos presentes, meterlo en la sucesión. En virtud de acciones que actualizan el tipo penal de la delincuencia organizada (¡“Más de dos que se reúnen para cometer un delito”!), en público, contra la integridad de las personas, cometidos por representantes populares… Ufff! ¿A dónde va a llegar esto? Pues, ¡A que se cometan! 

Agregaré que el tema no es contra el INE ni contra la SCJN, el tema es el Poder Absoluto: Así se llama. Tiene mayoría en el Congreso de la Unión y no ha valorado desaparecerlo, únicamente por eso. A los legisladores de oposición, hasta de traidores a la Patria los acusó, también “borregueando” al pueblo bueno y sabio en contra de los señalados.

Me referiré por último, a su declaratoria como Presidente de la ALALC. AMLO ostenta en este momento la titularidad de dos presidencias: la de la República Mexicana y la de la Organización Latinoamericana de Comercio, la ALALC, que por su propia normatividad, tiene una presidencia rotativa, que corresponde a Perú, desde hace meses y que el Presidente AMLO, se niega a entregar (¡!).

Su argumento es que la Presidenta del Perú es espuria e ilegítima. No la reconoce. Sin embargo, ella fue designada por la representación nacional del Perú y ratificada por la Corte Suprema, lo que significa que nuestro presidente, no reconoce al Estado del Perú, pues ni al Ejecutivo, ni al Legislativo ni al Judicial.

Siendo nuestro presidente, un hombre congruente consigo mismo, es de pronóstico 10 a uno ¡Regístrese! Si considera ilegítimo el triunfo de su sucesor, NO ENTREGARÁ LA PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA.

Y son los anteriores argumentos, los que me llevan a imaginar las acciones “del Plan C”, que instrumentan desde ya, los rudos de Palacio Nacional.

En tanto, escucho el rugido de las ansiosas huestes del obradorismo, contenidas y por reaccionar, atizadas por los señalamientos que de allí emanan. Porque ya habló de la defensa de la Patria y de todos los mexicanos ¡Órale!

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