En las últimas horas, la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, ha ganado un notable impulso como posible relevo de Joe Biden, tras el debate desastroso del mandatario contra el expresidente republicano Donald Trump. La percepción generalizada de que Biden, a sus 81 años, no está en condiciones óptimas para seguir en el cargo, ha provocado un aumento en las especulaciones sobre un posible cambio de candidato para las próximas elecciones presidenciales.
A lo largo de su mandato, Harris ha enfrentado una baja popularidad, y su candidatura presidencial no se consideraba una opción viable hasta la semana pasada, cuando Biden apareció desorientado y envejecido durante el debate. Este desempeño ha multiplicado las voces dentro del Partido Demócrata que cuestionan su aptitud para liderar el país durante otro periodo.
Con 59 años, Harris no solo es la sucesora natural de Biden, sino que también está mostrando un creciente apoyo en las encuestas de intención de voto, situándose por delante de otras figuras prominentes del partido. Además, heredaría toda la estructura de la campaña, lo que le otorgaría una ventaja significativa en una posible contienda presidencial.
A pesar del creciente apoyo a su posible candidatura, Harris ha intentado calmar los rumores sobre una eventual sustitución de Biden. Este miércoles, participó junto al presidente en una llamada con el personal de la campaña de reelección, enviando un claro mensaje de apoyo incondicional al mandatario. «Estamos trabajando juntos para garantizar la continuidad de nuestras políticas y el bienestar del país», declaró Harris durante la llamada, reafirmando su lealtad y compromiso con la actual administración.
