En opinión de Pave Soberanes
Pequeñas Tiranías
homopolíticus
- No son Aptos para el Cargo
Un experimentado funcionario que comparte más actividades de su hija que de la gobernadora, otro funcionario como si tuviera veintiún años que se va de fiesta con sus amigos en horas de trabajo, un funcionario menor que es despedido por tratar mal al público, uno más que pone en boca de la gobernadora palabras que no dijo…
La lista parece no tener fin: dos funcionarias de primer nivel que muy pronto olvidaron el compromiso suscrito de autogobernarse que organizan una fiesta en un espacio físico propiedad del pueblo, y un funcionario que, abusivo, renuncia a su cargo prohibido hasta que es sorprendido en una falta, porque tiene además una responsabilidad partidista… «A este movimiento nadie lo para», dice burlón el aprendiz de brujo, alguna vez llamado Judas por la madre de su padrino Rabindranath Salazar, por traidor.
Pequeñas tiranías, dice Bonino, que, aunque personalísimas, afectan la imagen de una mujer, la primera en gobernar decentemente la geografía morelense. Parecen aquellos no medir las consecuencias políticas y sociales de sus actos, por ignorancia o dejadez, o como dicen los estibadores del mercado central, «Les vale madre».
Campo Vidal sería más elegante, pero cáustico: son lo que comunican. Si es así, no son aptos para el cargo.
Cuando esa mujer, la primera servidora pública del estado —el resto son sus subalternos, empleados todos de las familias de Morelos—, se desvela para no repetir el mismo patrón de conducta que el pretérito inmediato y mediato llevó a la entidad al sótano de la historia de vergüenza gubernativa, los funcionarios actúan como nuevos ricos, como propietarios de sus oficinas cuatro por cuatro y de los caudales públicos que exigen sujeción.
Estamos viendo a los nuevos Ulises, Mercado, Juárez, Anaya, Rezende… ¡Y apenas van 50 días! Hicieron de su responsabilidad pública un acto sistémico de desenfreno, de fiesta, de dinero, de excesos… y de brutal envilecimiento público y privado.
La gobernadora no merece a esos ni a otros colaboradores que son todo, menos colaboradores. No saben que están siendo observados, que en sus evaluaciones mensuales ante la opinión pública están reprobados por ese tipo de equivocaciones de comportamiento. Cuando vean a Margarita González-Saravia pateando el balón, consumiendo caldos báquicos, tragando tacos de pastor, empezar el día laboral a las 11:00 horas y trabajar tres días a la semana, dejar pasar, no hacer nada, institucionalizar la delincuencia, mimeticen. Mientras nada de eso haga, como no lo hace, cumplan con ética y moralidad.
Y si no, más fácil: nadie es indispensable. La que da a Galeana, la puerta de la servidumbre, es muy amplia.