Internacional

Trágica muerte de científica china desata críticas a las Políticas de EE.UU. contra Investigadores Extranjeros

La reciente muerte de Jane Y. Wu, una neurocientífica chino-estadounidense, ha encendido una alarma sobre las crecientes tensiones y presiones que enfrentan los científicos chinos en Estados Unidos. El trágico suceso, ocurrido el 10 de julio, ha sido interpretado por el diario chino Global Times como un reflejo de las «políticas extremas» de Washington contra los investigadores vinculados con Pekín.

Wu, destacada investigadora en una universidad de Illinois, se quitó la vida bajo una presión intensa exacerbada por las investigaciones estadounidenses que buscaban conexiones no reveladas con China. Según Global Times, la situación de Wu ilustra el creciente reto para los científicos chinos en EE.UU., un país que históricamente se ha presentado como un refugio para la investigación científica abierta y libre.

El diario chino critica duramente las políticas estadounidenses, afirmando que «la muerte de Wu dibuja una situación cada vez más difícil para esos profesionales de la ciencia y la tecnología». Destaca que en los últimos seis años, más de 250 investigadores en EE.UU., principalmente de ascendencia asiática, han enfrentado acusaciones de no revelar sus vínculos con China o de incumplir otras normativas. Sin embargo, solo un puñado de estos casos ha llevado a acusaciones formales y condenas, lo que sugiere que muchas de las acusaciones podrían ser infundadas.

Global Times también denuncia que 112 científicos han perdido sus empleos debido a estas investigaciones, y muchos han visto cómo sus carreras se desploman. Aunque algunos han recuperado su reputación, la inseguridad y el miedo persisten entre los investigadores.

El diario advierte que la muerte de Wu debe servir como una advertencia para EE.UU., que ha intensificado sus políticas contra la cooperación científica y tecnológica con China. «Washington ya no considera la ciencia y la tecnología como una cuestión puramente técnica, sino como un arma para reprimir a China», concluye el editorial.

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