En opinión de Miguel A. Rocha Valencia
Rasuran cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de seguridad pública

Yo Campesino / 185 mil asesinatos

Más allá de lo que quien escribe desee, está la realidad de un país que se desangra víctima de la violencia provocada principalmente por el crimen organizado que lo mismo deja muertos regados en Chihuahua y Nuevo León que en Guerrero, Michoacán, Tamaulipas, Chiapas, Colima, Sonora o Guanajuato, estados donde el terror sentó sus reales y sin autoridad que se atreva a hacerle frente.

Lo peor más allá de los 245 asesinados de este fin de semana o los 185 mil muertos que se acumulan a la cuenta de la violencia criminal del sexenio, está el hecho de que existen, aquí sí, otros datos que harían de la sumatoria necrológica una estadística espeluznante.

Y es que al menos cerca del 60 por ciento de los 47 mil desaparecidos, de acuerdo con el promedio registrado, estarían muertos, muchos de ellos ocultos en fosas clandestinas, incinerados o…

Con ello, el sexenio de los abrazos y no balazos, ya superaría los 200 mil asesinatos, una marca histórica in tomar en cuenta que algunos días de alta incidencia criminal con masacres, no se tienen registrados o se anotaron y después se borraron.

Casos como el de la captura de Ovidio Guzmán López donde el gobierno reconoció que hubo bajas de ambos lados, no está registrado y como ese muchos más, incluyendo algunos que no quedaron totalmente aclarados como los 25 muertos en fuego cruzado en Chiapas.

Más aún, expertos en el registro de la violencia, afirman que la cifra podría ser mucho mayor dado que las estadísticas del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública se integran con los datos entregados por las fiscalías de los estados, hecho que en sí ya da para el sospechosismo si se toma en cuenta la política de “los otros datos” del ganso para minimizar la tragedia que sufre el país.

Recordemos que en el caso de la pandemia durante los años 2019 y 2020 principalmente, se daban cifras siempre a la baja y siempre se dejó a la espera de los datos del Inegi para confirmar el total de víctimas que al final fueron más de 800 mil y que de ellas 260 mil fallecieron con la negligencia criminal de las autoridades de salud encabezadas formalmente por Hugo López Gatell a quien se le endilgó la etiqueta de “doctor muerte”.

Antes de ello las cifras “oficiales” se redondearon siempre por abajo de medio millón de víctimas sin incluir las defunciones derivadas de enfermedades cardio-respiratorias.

A ello debe sumarse el axioma presidencial de sus “otros datos” que resultan una de las más frecuentes 125 mil afirmaciones mentirosas o de difícil comprobación del caudillo de Tepetitán.

Incluso la organización Causa en Común apunta que el 57 por ciento de los datos ofrecidos en las mañaneras “no tienen sustento oficial” y al ser el único “boletín” del gobierno lo dicho por el ganso tabasqueño deja muy poco espacio para la comprobación de los datos que luego él mismo cuestiona como lo hizo con el periodista Jorge Ramos.

Sobre el particular el investigador Luis Carlos Sánchez explica que entre diciembre de 2018 a diciembre de 2021 se analizaron 764 conferencias del Profeta cuatrotero en las cuales 420 se abordaron temas de seguridad. Para corroborar esa información se hicieron solicitudes a todas las dependencias involucradas.

 El 55 por ciento entregó información, pero de ellas, el 16 por ciento lo hizo de manera parcial, el 15 por ciento dijo no ser competente, el 13 por ciento argumentó inexistencia y el uno por ciento dijo que estaba en “reserva”. No hay manera de comprobar los dichos presidenciales, incluyendo la sumatoria de asesinatos que aun con los faltantes ya acumulan una cifra muy superior a los del Fox, Calderón y Peña Nieto y aún faltan poco más de cinco meses.

Sexenio histórico sin lugar a dudas donde además de la violencia, la corrupción, impunidad, traición, desperdicio de cientos de miles de millones de pesos y la concentración de poder, estarán escritos con letras de ¿Sangre? 

Mañana haremos una apología de la corrupción de la chachalaca macuspanense que se convirtió en su sello muy personal pues marcó la 4T desde la casa presidencial hasta los atracos más cuantiosos al dinero público y aun con pruebas, nadie fue castigado por ratero.

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