Renovamos la energía, pero la fuerza humana es “desechable” / En opinión de Héctor Calderón Hallal

Pues sí, ciertamente somos parte de una sociedad que está cambiando los paradigmas de aprovechamiento de recursos como la materia y la propia energía, privilegiando el uso de energías que se renuevan, que no se desechan, como la solar, la eólica, o la eléctrica… pero que no ha encontrado –asombrosa y absurdamente- la forma de “hacer sus guerras” sin que se pierdan vidas humanas.

Tal parece que para esta “sociedad de la información”, el elemento humano es un recurso de menor valor que las energías “sustentables” para la industria mundial.

En eso debería concentrar su vector de desarrollo la industria del ‘plano virtual’ o ‘Metaverso’: para dirimir las controversias interpersonales o intergrupales, al interior de la sociedad mundial.

En un mundo idóneo, pero congruente con el concepto “civilización”, las armas letales deberían dejar de existir… o reducirse al mínimo; para decisiones de Estado… estrictamente en términos de ‘excepción’.

No obstante, este sigue siendo un ‘mundo raro’; esta sociedad es por demás incongruente: Empieza a reducir –con preocupación y denuedo- los vehículos automotores de combustión interna y alienta la migración a los vehículos eléctricos… por ‘amenazar la salud del hombre’, pero sostiene y hasta incrementa la producción y distribución de armas letales en el mundo, que amenazan y consolidan ‘la muerte segura del hombre’… y no deja de “inventar nuevas conflagraciones” sostenidas por ejércitos de individuos en el plano real… que no virtual; individuos que corren el riesgo de morir, de perder la vida, con toda su estela de adversidades que desencadena toda muerte de un adulto en plenitud… o de un niño… o de un adulto mayor.

Pero en México, buena parte de la explicación de la pérdida de esa base social que está resintiendo el gobierno ‘de izquierda’ encabezado por Andrés Manuel López Obrador, es el desprecio que ha mostrado por la vida humana.

El desempeño de este gobierno ya es, irremediablemente, el más ‘sangriento’ de la historia de nuestro país, con 143 mil 186 asesinatos si se suman los cadáveres de enero de 2023.

En poco más de 4 años, ya representa 131% más fallecimientos que en los primeros cuatro años de la denominada “Guerra contra el Narco” del panista Felipe Calderón; y 59% más víctimas mortales que en el cuatrienio inicial del priista Enrique Peña Nieto.

Ambos ex presidentes a quienes después de cuatro años, López Obrador continúa responsabilizando de la violencia.

Pero eso sí… estamos muy preocupados porque los “maíces transgénicos” están supliendo (desde hace más de 300 años) en nuestras dietas a nuestras mazorquitas enanas molachas o porque sin comprobar plena y científicamente, nos oponemos a importar la base química para los herbicidas, por prejuicios e ideas sin comprobación plena.

Mucho les preocupa a las actuales autoridades la amenaza a la salud de los “alimentos chatarra”, excedentes de “sodios y carbohidratos”… pero muy poco han hecho…. Muy poco hacen para evitar el dolor de las madres afligidas que buscan los restos de cientos de miles de hijos masacrados por el crimen organizado y practicado “por el dercho mismo que le asiste al pueblo bueno y sabio”.

Este sí es un gobierno de fariseos, que dentro del templo se dan ‘golpes de pecho’ y fuera de este dan rienda suelta a la incongruencia como al despropósito en general.

El indignante episodio de la muerte de cinco civiles supuestamente a manos de elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), este domingo 26 en Nuevo Laredo, Tamaulipas, no solo es resultado de una pésima planeación en materia de política de seguridad pública del actual Gobierno Federal y sus filiales ideológicos en los estados, sino que es producto de ese desprecio por la vida humana tiene, en términos generales.

A este corte informativo, por lo confuso del concierto en que se ha venido dando la información, el suscrito no ha podido entender siquiera si existe algún vínculo entre las imágenes que muestran a un grupo de soldados sometidos, agredidos y humillados –a puntapiés- en una barriada de aquella ciudad fronteriza, con los deplorables hechos que narra a detalle la versión oficial de la autoridad tamaulipeca y la prensa local, como nacional e internacional.

Ha trascendido que cinco de siete jóvenes que viajaban de madrugada en una camioneta en Nuevo Laredo, Tamaulipas, murieron después de que efectivos del ejército dispararan contra ellos.

La Sedena admitió el martes que su personal «accionó sus armas de fuego» contra el vehículo. Dijo que el personal disparó «al escuchar un estruendo».

Por su parte, organizaciones de derechos humanos señalan que, de acuerdo con las primeras versiones, los militares dispararon sin previa advertencia e insisten en que los jóvenes no estaban armados.

Sin reconocer el vínculo, entre las dos imágenes difundidas, entre los dos deplorables hechos, uno, de agresión reprobable a la autoridad formal y de violentar los derechos humanos de los soldados o Guardias Nacionales, que también son ciudadanos y son seres humanos; a quienes también los espera en casa una familia; y el otro –funesto- evento, de abuso criminal de la fuerza pública… en ambos nos debe quedar clara una cosa:

Sólo en un ambiente de polarización y discordia permanentes, pueden florecer a plenitud las peores calamidades en la convivencia humana.

“Siembra vientos y cosecha tempestades”, reza la máxima… y a eso le ha apostado este Gobierno desde su primer día. Es parte de su estrategia. De su plan concreto de acción.

La tan anhelada ‘pacificación nacional’, es sólo un recurso discursivo, no hay tal objetivo ni meta.

El ataque permanente a la integridad y a la dignidad de las instituciones del orden público, por parte de civiles con una clara vinculación al crimen organizado… o no, es un hecho que no debe ser alentado por ninguna instancia de la sociedad… mucho menos desde el Gobierno mismo.

Y por supuesto, un desempeño de los actos de autoridad, fundados en la ausencia de legalidad y de la observancia mínima a los derechos humanos, de trabajadores adscritos a las instituciones del orden público, es también una situación condenable, sin cabida en ningún Gobierno, sea de izquierda o de derecha… sea de ricos o de pobres…sea de buenos o malos.

Autor: Héctor Calderón Hallal

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En Twitter: @CalderonHallal1

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