En opinión de Jesús Michel Narváez  
 55 días para el adiós  

Punto de Vista

Por Jesús Michel Narváez

“En mi gobierno no quedarán obras inconclusas, porque no somos como los de antes”, afirmó en cientos, quizá miles de ocasiones, al que le restan 55 días de poder legal -quizá el futuro nos desmienta-, o lo que es lo mismo 1,320 ¡largas horas!

El refrán popular refiere: cae más pronto un hablador que un cojo.

Y el resbaladizo piso por donde transita quien mira el ocaso del día y rápidamente llega la penumbra, lo acorrala.

Dos Bocas, Tren Maya, AIFA, Transístmico, carreteras y puentes, traslado de “todas las Secretarías a diversas capitales de los estados”, el sector salud será “mejor que el de Dinamarca”, del caso Ayotzinapa, del que juró en vano, no halló otra verdad que desmintiera la “histórica” que construyó el neoliberalismo, son apenas la punta del iceberg que emergerá durante la construcción del segundo piso, anunciada también cientos de veces por la virtual presidenta electa.

En política, quienes esperan el turno para ser candidato a algo, de elección popular o designación, miran cómo las manecillas del reloj, los números en los digitales, avanzan con lentitud de tortuga cansada. Y los que se van, quieren reducir la velocidad con la que Cronos marca el tiempo.

El que se va se queda… sí, en las sombras desde donde pretenderá seguir activo, aunque haya anunciado que de “política nada” habrá en el resto de su vida. Dice que escribirá la “verdadera historia” de México en la que, seguramente, incluirá su nombre como el “mejor presidente de México” superando y con mucho a Benito Juárez, Francisco I. Madero y Lázaro Cárdenas.

Para un animal político, en la ortodoxa definición aristotélica, es imposible mantenerse enjaulado. Y aunque en su finca tenga en dónde guardar cuadrúpedos y bípedos, es probable que no haya adecuado alguna para sentarse cómodamente y dejar correr el “talento” oculto del escritor que ha convertido sus escritos en “best-seller’s”.

Aunque no es “como los de antes” -si existiera la autocrítica entendería que los supera-, deja pendientes infinidad de obras no obstante los miles de millones de pesos invertidos y que, cobijadas bajo el mando de “seguridad nacional”, impide saber sobrecostos, asignación de contratos millonarios, materiales de menor calidad a la presupuestada y mano de obra con salario duplicado.

Sin duda en estos 55 días que le restan de mandato legal, surgirán evidencias que lo irritarán y terminará con señalamientos, no acusaciones ante la Fiscalía General de la República -porque como dicen los jóvenes: no pasarán- que deterioren más aún su desgastada figura como aprendiz de Jefe de Estado. Nadie duda de su “popularidad” reflejada en las encuestas a modo, pero sí de su capacidad para ser ejemplo de mandatario.

Deja sembradas las semillas del rencor con países de Europa y América Latina. Su postura, imitación de los que ejercieron el poder a placer, lo llevó a pretender cooptar la estructura política, social, económica, educativa, energética, alimentaria, de salud y más, sin lograr su objetivo. Solamente golpeó los cimientos que, hasta ahora, han resistido.

Claro, en una de esas antes de partir “para siempre” de el ejercicio público, consigue culminar su obra destructora.

Los que miramos las manecillas y no buscamos cargo alguno, podríamos no resistir el largo camino que queda por recorrer. 55 días son un martirio y una tragedia.

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