En opinión de Jesús Michel Narváez
¿Acabó la protección de Putin?
Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Presidente durante 25 años, en virtud de haber heredado el “trono”, Bashar al-Assad, fue derrocado por los “rebeldes” que no cesaron de seguirlo hasta acorralarlo y sacarlo de Siria.
Un gobierno represor. Durante la Primavera Árabe, masacró a los manifestantes y se erigió en el dictador de un país en guerra civil.
Durante la última década contó con el respaldo de la Federación Rusa y Vladimir Putin le brindó todo el apoyo armamentista y militar que requería para conservarse en el poder.
Sin embargo, la crisis política, económica y social del país árabe no se apagó y por el contario el incendio alcanzó alturas inimaginables para el que, como todo dictador que pierde los respaldos de sus ejércitos y de dirigentes mundiales con quienes se identificó ideológicamente, huyó la mañana de este domingo. Desde Damasco dijo adiós al pasado, presente y futuro.
Durante la mañana, las agencias noticias internacionales daban cuenta de la partida de al-Assad y cómo minutos después la aeronave dejó de estar registrada en el radar. Las primeras conjeturas conducían hacia un accidente. Por horas no se conoció la verdad, hasta que se anunció en el Kremlin que la aeronave se posó en un aeropuerto de Moscú.
El gobierno ruso le concedió asilo político por “razones humanitarias”.
¿Cayó por no serle útil a Putin?
Conocido el derrocamiento logrado por los rebeldes y de los yihadistas, Moscú emitió un comunicado en el que difundieron las agencias Tass e Interfax, en el que se insiste: «Rusia siempre ha apoyado la búsqueda de una solución política para resolver la crisis siria» y solicitar negociaciones para estabilizar el país «bajo los auspicios de la ONU».
EN declaraciones del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, la caída de al-Bashar se debió a que ya no era una carta que sirviera para ganar las manos que juega Putin.
El asilo desmentiría la versión y, sin embargo, hay coincidencia con analistas del medio oriente.
Poco después de haber abandonado Damasco, los rebeldes y yihadistas celebraron y anunciaron que los presos -políticos, sobre todo- serían liberados ayer mismo.
Sin existir un diseño de gobierno, se ignora la ruta que seguirán los hoy triunfadores de una lucha que se extendió desde 2011 y no hubo negociaciones de ninguna especia. Las recomendaciones del Consejo de Seguridad de la ONU no fueron atendidas, porque nunca se logró el consenso para hacerla vinculatorias. La oposición de Rusia se mantuvo permanentemente.
Siria era su aliada. Al-Bashar su representante.
¿Qué postura asumirá el presidente Biden o dejará que los hechos se queden para el sucesor tomen la decisión?
De ser así, se advierte que la tensión con Rusia se incrementará y no es despreciable que Trump ordene la presencia del ejército norteamericano en Damasco, aunque los rebeldes y los yihadistas no comparten la posibilidad de la intromisión de Washington que, en años pasados, generó mayor violencia.
Es el fin de un reinado, de una herencia, de una costumbre.
Como en todas las dictaduras, llega el momento en que desaparecen sus “líderes” y mientras se reorganiza el país en comento, la crisis podría mantenerse frente a las ambiciones de quienes ganaron y escriben la historia.
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