Benjamín Netanyahu, de Israel, y Andrés Manuel López Obrador de México
En El Filo
6 noviembre 2023
Israel y México: métodos compartidos Por Ricardo Pascoe Pierce
Encontrar los paralelismos entre líderes porque priorizan sus intereses políticos-personales por encima del interés nacional siempre da pista sobre los niveles de violencia en sus países. Enfrentan retos de violencia desbordada cuando dirigen sus gobiernos, pero prefieren dar salidas políticas que les favorecen. Por esto, no nos debe de sorprender las similitudes que arroja la observación entre los gobiernos de Benjamín Netanyahu, de Israel, y Andrés Manuel López Obrador, de México. Dos países distantes, pero tienen sorprendentes parecidos cuando se les observa de cerca. El primer gran parecido es que son países cuyas sociedades enfrentan altos niveles de violencia de forma cotidiana. México cuenta con la presencia del narcotráfico en franjas amplias de su territorio, y, por tanto, registra niveles altísimos de violencia que se asemejan a una guerra civil en ciertas zonas. Israel, por su parte, vive diariamente con el enfrentamiento ante las expresiones violentas de una comunidad islámica que rechaza su existencia como Estado y considera que es su deber destruir al Estado judio. Ante esa amenaza, Israel es un Estado guerrero organizado para su defensa territorial y nacional. Ambas sociedades viven, por tanto, en el borde entre legalidad e ilegalidad, entre guerras justas e injustas, y en contacto todos los días con sus muertos. Y ambas sociedades, que se consideran democráticas, están inmersas permanentemente en la tensión entre las necesarias prácticas de la tolerancia y el diálogo que la democracia exige, confrontado con exigencias de mayor autoritarismo y militarismo para controlar las situaciones propias de sociedades con la violencia desbordándose y amenazando directamente la vida nacional en comunidad pacífica.Estas similitudes se expresan, también, en el ámbito político. Los dos líderes están en la cúspide de sus vidas políticas, y parados sobre el precipicio de su decadencia. Por ser, ambos, poseedores de un gran narcisismo, rechazan su decadencia, pero tampoco lo pueden evitar. Netanyahu se ha vuelto un obsesionado con la idea de que su “grandeza” de líder se verá empañado y cuestionado por su posible destitución por cargos de corrupción. Por tanto, todo lo que hace está en función de su determinación por permanecer en el cargo, cueste lo que cueste. Ha dividido a la sociedad en torno al intento por subyugar el Poder Judicial israelí a sus intereses por evitar ser juzgado penalmente. Es indudable que ese intento por Netanyahu de crear un dique de contención a sus juzgadores dividió profundamente a la sociedad y al gobierno israelí. También habrá jugado en los cálculos políticos de Hamas para preparar y ejecutar su ataque a Israel. Seguramente consideraba que enfrentaría a una sociedad debilitada militarmente por su debate democrático interno. Obviamente se equivocó.Pero aún inmerso en una guerra cruel, Netanyahu sigue operando en función de sus cálculos políticos para mantenerse en el poder. Su falta de empatía hacia sectores de Israel que se oponen a sus proyectos políticos continuistas se ha hecho notoria, aún en estas condiciones extremas actuales de guerra de supervivencia. Se fotografía con soldados, pero no con las víctimas israelíes de la violencia de Hamas.López Obrador, en México, enfrenta una situación parecida a una guerra civil, con amplias franjas del territorio nacional bajo control total del crimen organizado. A pesar de que sería lógico pensar que el Presidente buscaría unir al país para derrotar a un enemigo común, no es así. Su cálculo político se centra en cómo ganar las próximas elecciones, muy por encima de su interés por derrotar al crimen organizado. Es más, si requiere del apoyo del crimen organizado para ganarle a la oposición, pactará con sus líderes.La crisis más reciente de su gobierno, el huracán Otis en Guerrero, es una muestra más de cómo el interés político propio está por encima de la empatía con los problemas de la sociedad en general. Incluso, Acapulco vive amenazado por el crimen organizado, pues éste se prepara para administrar los millonarios recursos que se podrían dirigir a la reconstrucción de la zona afectada. El crimen organizado está presto a convertir a Acapulco en una nueva fortaleza suya. López Obrador ha priorizado su “guerra” contra el Poder Judicial, que frena sus proyectos anticonstitucionales y, por tanto, ilegales con fuerza y consistencia, respetando la Carta Magna que rige al país. Odia más a los Ministros de la SCJN que a los líderes del narcotráfico que estrangulan, vejan, roban y matan a ciudadanos inocentes todos los días. La violencia que se ha apoderado de México afecta de forma desproporcionada a las mujeres y a los niños y niñas. Pero al Presidente mexicano le preocupa más ganar la próxima elección que encontrar soluciones a los problemas de las próximas generaciones. Esa actitud presidencial condena a México a seguir viviendo y sobreviviendo la embestida de la guerra civil que azota a México. Dos líderes enfrentando situaciones adversas, pero con métodos parecidos para su atención: priorizando sus intereses políticos personales por encima del interés nacional. Y ese método conlleva una amenaza a la estabilidad democrática de sus naciones. ricardopascoe@hotmail.com@rpascoep