Carlos, de Olivier Assayas
Por: Juan José González Mejía
Con un hálito situado entre la epopeya y el registro verista, el galo Olivier Ossayas irrumpe con un certero biopic en Carlos/ Francia- 2010, miniserie de seis horas para el Canal+ y que, por su evidente sístole y diástole cinematográfico, extrapoló el formato televisivo y dio un agradecible salto al del séptimo arte con una longitud de dos horas y media. En la plataforma Amazon Prime Video puede verse en su versión original de tres capítulos.
Mayor coincidencia no podía caber: el venezolano Illich Ramírez, “Carlos”, interpretado por un paisano, Edgar Ramírez, en un filme que se detiene al borde del delirio de la admiración y la condena total.
Con una cadencia narrativa que nos puede remitir a la estupenda Brigadas rojas/ Alemania- 2008, de Uli Edel, y Romance criminal/ Italia- 2005, de Michele Placido, lo cierto es que Carlos pareciera insertarse en un inexistente subgénero no de thriller sino de “drama histórico contemporáneo” por el repaso desencantada que hace Assayas por la época, los setenta, ochenta y noventa del siglo pasado.
En un periodo de la historia donde los medios de comunicación tendían hacia la idealización y el izamiento de proto iconos asumidos, la figura de Carlos, el Terrorista o el Chacal, es que el filme de Assayas sirve para el apunte más hondo hacia la persona y sus posibles causales ideológicos (desde el secuestro de líderes petroleros de la OPEP, hasta su huida a Sudán), amén de sus contrastes sicológicos.
Diferenciada de una producción hollywoodense en cuanto a su claro anclaje en la puntualización del biopic rasurado de bagajes sentimentaloides, Carlos es una película que, desde su inicio con la explosión del auto de un activista palestino, recorre veinte años en la vida de un hombre que fue alzado por la prensa como un héroe o libertador, pero a la vez fue fichado por organismos de seguridad internacionales como la Stasi, Mosad, CIA, KGB. Y he aquí el asunto importante de la cinta de Assayas: mostrar un personaje polémico, cuya filosofía política era entendible en el concierto de le geografía mundial donde la Guerra Fría, y sus claros satélites por conquistar y mantener a raya, desembocaban en un palabra irrebatible: conveniencia.
Para Olivier Assayas Carlos (para cuyo rol tuvo contemplados a Gael García Bernal y Javier Bardem) es producto de su época y cumplió un rol donde los contrapesos del poder (la prensa y la tv) tuvieron mucho que ver para mantener un “orden” mundial a modo. Por ello resultan oportunas las escenas de la caída del Muro de Berlín para apuntalar el cierre de un ciclo donde la ideología queda, qué remedio, a la revisión histórica…