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   En opinión de Germán Martínez Aceves  
 Carmen Boullosa recorre Brooklyn en otoño con Juan Ramón Jiménez  

Corre, lee y dile

Carmen Boullosa camina por el monumental puente de Brooklyn hacia Manhattan, cruza el río del Este y recibe el aire gélido del otoño. Va de los suburbios al centro neurálgico de las finanzas y recorre esa cicatriz conocida como Zona Cero donde estaban las Torres Gemelas. Su tiempo vuela lento, inexorable, cae, como hojas otoñales que se desprenden de los árboles y tapizan las grandes avenidas y el Central Park en colores dorados, amarillos y rojos. Busca a Juan Ramón Jiménez, sus pasos no se detienen y en el aire flotan los versos del poeta español: “¿Qué me copiaste en ti, / que cuando falta en mí/ la imagen de la cima, / corro a mirarme en ti?”

Entre la multitud que deambula en Nueva York finalmente está la soledad, ese hueco que es un páramo del alma que contiene recuerdos, nostalgias, cuestionamientos y palabras que esperan encontrar a aquella persona con la que se coincide y se comparten vidas, sentires, pasiones, amores.

En su búsqueda Boullosa se pregunta: “Juan Ramón, ¿quién soy? Poeta, ¿quién soy?/ Contesta, dime quién soy yo, explica qué me lleva día tras día al puente con vistas al océano/ -no el mar vivo que en vida conociste, sino/ una concha dura, a veces azul,/ metálica como los huesos de los cyborgs-,/ camino hacia una isla bautizada/ con nombre reciclado como un empaque vacío./ Una isla llena, repleta,/ derramada como si no tuviera epidermis,/ desnuda, sin el vaso del poeta mexicano/.

La Editorial de la Universidad Veracruzana publica en su colección Ficcción el par de poemarios Corro a mirarme en ti/ Otoño en Brooklyn, un dos en uno que contiene el arte poético de Carmen Boullosa (Ciudad de México, 1954), libro que Conaculta dio a conocer en 2012 y que ahora circula bajo el sello de la UV.

Corro a mirarme en ti. Poema narrativo (al poeta y al dienro) donde Juan Ramón es Eurídice y quien escribe, Orfeo es un poema de largo aliento en el que Carmen Boullosa dialoga con Juan Ramón Jiménez para cuestionarse el mundo material del siglo XXI dominado por el dinero y las tecnologías.

Mientras el poeta español era reconocido con el Premio Nobel de Literatura en 1956, Carmen Boullosa apenas balbuceaba y, sin embargo, la conexión entre ambos poetas está viva gracias a ese alto espíritu del español y la palabra finamente labrada por la mexicana.

La poesía es el puente entre ellos y un espejo en el que se miran mutuamente a través de las palabras. Boullosa se busca en Juan Ramón y ella le platica todo aquello que el autor de Platero y yo no le tocó vivir en Nueva York, ese mundo material destructivo donde reina el dinero y las marcas comerciales son más importantes que los países, ese mundo ajeno a la belleza de la poesía.

Los poetas son espíritus ambivalentes que interpretan al tiempo como Orfeo y Eurídice, uno desde la muerte sin olvido y la otra en la fragua de la existencia que a la vez camina “a la tierra de los muertos”.

En una ciudad cosmopolita como Nueva York, la poeta se busca a sí misma y no cesa en crear preguntas para encontrarse en una realidad que domina el dinero y sin embargo, se aferra a caminarla de la mano de la poesía de Juan Ramón porque “No puedes recorrer el camino solo,/ ya no tienes ojos en las cuencas,/ ya no tienes pies que te lleven firmes,/ solo tienes tu voz/ yo debo llevarte./ Lo haré con una condición:/ dime, Juan Ramón:/ ¿quién soy?”

En el texto introductorio “Vocación órfica”, el poeta José Luis Rivas escribe: “Hacía falta, en el mundo plural de la poesía, un libro como Corro a mirarme en ti de Carmen Boullosa, expresión del carácter rebelde de un arte orientado de fijo hacia la libertad, esfuerzo puntual por labrar con el hacer propio, y contra viento y marea, el “diamante invendible” de la belleza y la verdad, tal como escribiera el propio Juan Ramón Jiménez”.

En Otoño en Brooklyn, la también ensayista, dramaturga y académica de Macaulay Honors College de Nueva York, nos ofrece 52 poemas breves de la vida que se va secando y se desprende cual hoja del árbol en la estación otoñal: «…¿De dónde tanto fuego, sino de mi alma?/ Aire rojo, amarillo, dorado: aire de otoño en Brooklyn».

Aforismos que son poesía que son cantos que son hojas secas como espejo donde se refleja la menopausia.

José Luis Rivas reafirma: “En las obras de una poeta como Carmen Boullosa, dueña de un magistral dominio del idioma, se trata siempre de hacer aparecer un sentido nuevo, aquel que las palabras, cuando se las deja hacer su juego libremente, saben liberar con mayor precisión que los colores o los sonidos”.

La vida llega al otoño y el otoño a la vida: “Las hojas de los árboles/ se ruborizan, / ¡las muchachas!/ Creo que son lindas./ Nadie les ha dicho que están a punto de caerse./

Y ahí está de nuevo Carmen Boullosa a golpe de palabra en tinta, buscándose, encontrando los tiempos idos en la vida de las hojas de otoño: “Me pregunta el otoño de mi vida: ‘¿Quién te iba a decir a ti -¡la niña!- que ibas a tener un cumpleaños 52?”… “Mi corazón, rojo y dorado:/ hoja de otoño/ quemada”… “En las hojas del otoño / corre sangre, no savia”…

Breve, precisa, contundente, Carmen Boullosa le canta a la vida que se va, que tal vez nunca la regrese a México y que en Brooklyn caerá como hoja seca de felicidad: “Otoño: las hojas han bebido mucho vino” en un destino inexorable y que, sin embargo, se preguntará de nuevo quién es, tal vez con un Juan Ramón Jiménez más a la mano: “Mi otoño: alba dorada de mi muerte”.

Corro a mirarme en ti/ Otoño en Brooklyn, de Carmen Boullosa, es de la colección Ficción de la Editorial de la Universidad Veracruzana, 97 páginas, 2024. Para adquirir el libro consulta:

https://libreria.uv.mx/gpd-corro-a-mirarme-en-ti…

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