En opinión de Jesús Michel Narváez
Chilpancingo, descabezado
Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Es literal.
Los dos políticos de mayor rango en el ayuntamiento, fueron ejecutados.
El pasado miércoles, Francisco Gonzalo Tapia, secretario general del ayuntamiento, fue ejecutado a metros de la Plaza Primer Congreso de Anáhuac. Había rendido protesta el 30m de septiembre. Cuatro días antes, un capitán del Ejército y exmando de la Policía Estatal, quien asumiría la Secretaría de Seguridad Pública municipal en el nuevo gobierno, corrió la misma suerte: ejecutado.
Y el domingo, fue hallada la cabeza del alcalde Alejandro Arcos.
Cabeza y cuerpo se encontraron en una camioneta en la colonia Villa del Roble.
La planilla triunfadora en las pasadas elecciones fue presentada por la coalición PRI-PAN-PRD que derrotó a la que encabezaba Norma Otilia Hernández, a quien se ubicó en repetidas ocasiones al lado de cabecillas de Los Ardillos y en otra ocasión con Los Rojos.
Hernández fue expulsada de Morena hace poco más de un mes ya con la derrota a cuestas.
Hasta ahora solamente hay lamentaciones, pero nada que abra la ventana por la cual se pueda mirar a lo lejos para hallar a los responsables.
Desde que “La Torita” es gobernadora en lo formal, la suerte no ha sido su compañera.
Chilpancingo, por el contario junto con Acapulco y Coyuca de Benítez, han sido sus dolores de cabeza más severos. Diríase que sufre de jaqueca cotidiana.
Hace unos meses, en mayo, el obispo emérito de Chilpancingo, Salvador Rangel Mendoza, se convirtió en el negociador con los criminales Celso e Iván Ortega Jiménez, líderes de «Los Ardillos», también con Navarrete, del Cártel de la Sierra, y se presume que sostuvo encuentros con jefes de la Familia Michoacana.
Rangel Mendoza, quien fue reportado desaparecido y encontrado con vida días después, ante las críticas formuladas por políticos de los gobiernos federal y estatal, puso el dedo sobre la llaga con una afirmación que provocó más irritación: “Yo sólo hago el trabajo que el Gobierno no hace porque es el que debería de estar dialogado con estos grupos para que en Guerrero haya paz”.
Chilpancingo vivía en esos momentos una aguda crisis de inseguridad y violencia. EL choque entre los grupos criminales para “dominar la plaza” orilló al cierre de comercios y que la ciudad quedará sin servicios. Presuntamente Los Ardillos cobraban derecho de piso, extorsionaban a comerciantes y empresarios y hacían circulan la droga con impunidad.
Incluso, en una mañanera en eso tiempos, el expresidente dio a conocer que se tenía preparado un operativo que realizaría la Guardia Nacional para pacificar la capital de Guerrero, pero por informes confirmados, optó por cancelarlo “porque era una trampa”, en la que habrían caído los federales.
De sobra es conocida la relación de la exalcaldesa con los líderes criminales y nunca, ninguna autoridad, federal, estatal o municipal tomó medidas para imputarla.
Incluso ahora anda en total libertad.
Las ejecuciones de los últimos 9 días desvelan que el crimen organizado está presente y que no dejará que las nuevas autoridades incumplan los “acuerdos” que les permiten fijar precios del pollo, huevo, carne, entre otros alimentos. Además, son los proveedores y si alguien no le compra los productos, sus puestos, tiendas o depósitos, sin incendiados.
¿Qué hace falta para regresar la paz a Guerrero y a todo el país?
Terminar con la “política” de Abrazos, no balazos.
Durante 6 años se “atacó” la raíz, la causa por la cual el crimen organizado se fortaleció levando jóvenes y convertirlos en halcones para después “confiarles otras actividades”.
El fracaso es real. No se trata de descalificar. Simplemente los hechos hablan.
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