En opinión de Denise Díaz Ricárdez
Citlalli Hernández y la nueva Secretaría
Fuera de todo
El reciente nombramiento de Citlalli Hernández como titular de la nueva Secretaría de Mujeres ha suscitado un amplio espectro de reacciones en la esfera política y social de México.
En un momento en que las cuestiones de género y derechos humanos son más relevantes que nunca, el nombramiento de Hernández podría interpretarse como un paso hacia la consolidación de políticas que promuevan la equidad y la justicia social.
Sin embargo, también es crucial analizar las implicaciones de esta decisión y el contexto en el que se produce.
Citlalli Hernández: su trayectoria sugiere un fuerte compromiso con estas causas, lo que genera expectativas positivas sobre su capacidad para liderar esta nueva secretaría.
La creación de esta dependencia en el próximo sexenio es, en sí misma, un reconocimiento de la necesidad de abordar de manera integral los múltiples problemas que enfrentan las mujeres, desde la violencia de género hasta la desigualdad en el ámbito familiar y laboral.
Sin embargo, es esencial preguntarse si el nombramiento de Hernández es suficiente para transformar a pasos firmes la realidad de las mujeres.
La política mexicana ha estado marcada por una serie de promesas incumplidas en materia de derechos humanos y equidad de género.
La efectividad de la nueva Secretaría dependerá no sólo de la perspectiva y liderazgo de su titular, sino también de la voluntad política del gobierno en su conjunto para implementar cambios significativos.
Además, la elección de Hernández plantea interrogantes sobre la inclusión y la representación.
Si bien su nombramiento es un avance para la visibilidad de las mujeres en posiciones de poder, es fundamental que la secretaría no se convierta en un mero símbolo.
Las políticas que se desarrollen deben ser inclusivas, considerando la diversidad de experiencias y realidades que enfrentan las mujeres en México, particularmente aquellas que pertenecen a grupos vulnerables.
La eficacia de la nueva Secretaría dependerá en gran medida de la colaboración con otras instituciones y niveles de gobierno.
La lucha por los derechos de las mujeres en México no puede recaer únicamente en las manos de una sola persona o entidad.
Es imperativo que Hernández logre generar alianzas con organizaciones de la sociedad civil, académicos y otros actores relevantes para crear un frente unido que presione por cambios estructurales.
A pesar de las expectativas, también es importante reconocer que el camino no será fácil.
La resistencia al cambio es un fenómeno común en cualquier esfera política, y la nueva secretaria seguramente enfrentará obstáculos significativos.
La falta de recursos, la burocracia y la desconfianza de la ciudadanía son solo algunos de los desafíos entre los que habrá de navegar.
Finalmente, el nombramiento de Citlalli Hernández debe ser visto como un nuevo punto de partida en un largo camino hacia la verdadera equidad de género en México.
La sociedad civil debe mantenerse vigilante y activa, exigiendo resultados concretos y asegurándose de que esta nueva Secretaría no se convierta en un mero adorno en la estructura gubernamental, sino en un motor de cambio real y duradero.
Es pues, un principio acertado, ya se verán las políticas que ha de emprender Hernández como líder y un nuevo gobierno que ha prometido avanzar radicalmente en la lucha por los derechos de las mujeres, tarea que no por enunciativa deja de ser gigantesca por tantos atavismos de nuestra cultura y hasta del mundo.