En opinión de Jesús Michel Narváez
Contradicciones
Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Las contradicciones entre el hablar y el hacer, avanzan en el gobierno de México.
La revisión que no renegociación del T-MEC en 2026, ha desatado una lucha entre sus integrantes. Las amenazas del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump comienzan a tomarse en serio. El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, ya reaccionó y no parece estar contento. La “oferta” de que sea el “estado 51” de la Unión Americana lo irritó y contagió a sus gobernados.
En el caso mexicano, se respondió con “arancel se paga con arancel”, es decir, la Ley del Talión.
Una amenaza sacó el espíritu nacionalista de la presidenta mexicana, quien ha repetido que México es un país libre y soberano y no una colonia de país alguno y, por supuesto siguiendo el script tabasqueño.
Sin embargo, diligentemente ordena a su secretario de Seguridad Pública y Participación Ciudadana – ¿cuándo ha participado al ciudadano en las decisiones que se toman en el bunker de Iztapalapa? – coordinar los trabajos de seguridad para combatir el narcotráfico, sus producción, trasiego y exportación y, oh sorpresa, se realiza el más grande decomiso de la historia de ¡fentanilo”, una exigencia del republicano.
La otra amenaza, también se atiende. Con el fin de “impedir que se viole nuestra soberanía” mediante el envío de tropas de élite para “asesinar” -es el vocablo utilizado por el próximo residente de la Casa Blanca- a los líderes de los cárteles, el Senado de la República, en donde el que manda es de Tabasco, aprobó el ingreso de personal militar armado a territorio mexicano para “colaborar” con las autoridades mexicanas en la lucha contra el crimen y el narcotráfico.
Una que no es amenaza y es una realidad, es la nominación de Ronald ‘Ron’ Johnson como futuro embajador de Estados Unidos en México. Decimos que es una realidad porque, al igual que en nuestro país, en el vecino del norte el que será ratificado jefe de Estado el 20 de enero a las 12 del día, tiene el control total del Congreso y los republicanos aprobarán lo que les mande.
A la nominación, la presidenta mexicana reaccionó de manera sorprendente. Dijo en su mañanera del pueblo: “Con este embajador o con otros, vamos a defender nuestra soberanía, nuestra condición de igualdad y vamos a colaborar y a cooperar en todo lo que se requiere, pero siempre en interés del pueblo de México y de la nación”.
El nacionalismo ramplón traspasó las fronteras. La razón es evidente: un embajador no viene a “invadir de manera suave”. Representa a su país y pondrá sobre las necesidades políticas, diplomáticas, comerciales, económicas que pretende su jefe.
¿Presionará para que México sea el país 52 de Estados Unidos?
Las palabras se escuchan, se graban, se escriben y se difunden como si tratara de un mandato global firmado por el rey de reyes del universo.
La realidad es diferente.
Tan diferente como que fue sepultada la bravata para impedir la “invasión suavecita” mediante la autorización del Senado, en donde se obedece a pie juntillas lo que se ordena. Porque los congresistas de Morena, con Adán Augusto López a la cabeza y sus aliados, el PT con el dueño del membrete, Alberto Anaya y el PVEM, cuya doctrina es “servirle al que le otorgue posiciones”, bajo la tutela de Manuel Velasco, no son capaces de decidir por sí mismos una medida de ese tamaño.
No es ocioso recordar que hace dos años el expresidente, sí el de Tabasco, corrió, literalmente, a todos los agentes de la DEA y de otras agencias como el FBI, la ICE, entre otros.
¿Qué hizo cambiar de opinión?
¡Las amenazas!
Ah, pero envolverse con la bandera y clamar que México tiene su himno y “… un soldado en cada hijo te dio”, no deja de ser una actuación. Y una demostración de lengua ¿tabasqueña?
Las contradicciones avanzan a la misma velocidad que la destrucción de órganos autónomos y la inscripción de miles de ciudadanos que quieren ser jueces, magistrados y hasta ministros de la Corte.
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