En Opinión De...

   En opinión de Luis Farías Mackey  
 ¿Cuándo se nos pudrió México?  

Luis Farías Mackey

26 xii 24

¿Habrá sido aquella tarde que abrazamos la mentira como forma de vida y nuestros hijos nos repudiaron tanto como desprecian el mundo que les hemos construido? ¿O acaso cuándo entregamos lo político a los mercanchifles de templos extranjeros y corrimos al pensamiento del ágora? ¿O quizás cuando compramos en 30 denarios a los partidos políticos y en ellos nació su alma de piratas?

No creo que haya sido cuando nuestros políticos y sus estrategas confundieron la acción política con el color del calzado, bailables y ausencia de actividad cerebral. Tampoco cuando los proyectos de nación fueron reducidos a negocio editorial.

Pero quizás México siempre fue un sueño entre salvadores de pacotilla, generales de “cañonazos”, dictadorzuelos de asco, revolucionarios asesinos, licenciados impostados, economistas de pizarrón, populistas sicofantes y vicariatos impedidos. Un sueño de abundancia en un país de bellacos, farsantes, descerebrados, ignorantes, violentos, crédulos, soberbios y pedigüeños.

Tal vez México se nos pudrió cuando, aprovechando el movimiento estudiantil, Echeverría cultivó las paranoias diazordacitas para limpiar de competidores su entrada al Valhalla y pactó con los militares diplomados —fieles más sin embargo a su veta de rebelión— la balacera en Tlatelolco contra los gerontócratas militares sin importar a los jóvenes y familias que entre ellos mediaban, con tal perversa fruición que la mandó filmar con varias cámaras y ángulos en ciento de horas de cine.

¿O habrá sido cuando los Toltecas se rindieron ante la deidad ajena, huidiza, misteriosa, siempre ausente y presente: Quetzalcóatl? Viento y tinieblas. ¡<span style=»font-style: italic»>Yohualli Ehécatl</span>! ¿O aquel día en que Tlacaélel quemó todos los códices toltecas y teotihuacanos para, negando su origen chichimeca, asumir a los mexicas como sus legítimos —aunque usurpadores— herederos? ¿O quizás cuando Moctezuma de rindió a Cortés en la avenida de Tacuba como dios que llegaba a tomar su trono que él sólo guardaba? ¿O cuando los mensajeros enviados a su llegada con regalos y pleitesías regresaron diciéndoles que “ya no eran” y su corazón ardía como sumergido en salsa de chile? 

O quizás fue cuando vimos que los políticos no sabían de economía sin percatarnos que los economistas no sabían de política. O cuando redujimos al poder como mero acceso a la riqueza mal habida, porque la honrosa medianía hacia pobres políticos y no políticos ricos.

O acaso fue cuando creímos que arribábamos  a la democracia encumbrando a quien no tenía más discurso que patear ataúdes de cartón y redujimos todo a sacar al PRI de Los Pinos, sin jamás preguntarnos qué seguía, o cuando intentó jugar al tapado y perdió hasta el partido, o tal vez cuando televisa contrató a un bailarín de table dance para señoras como presidente. O cuando México se entregó sin red de contención al delirio desbocado, almilcarado, tropical y corcholatero.

Aunque lo más seguro que se nos pudrió desde el momento que nos pudrimos nosotros, aquel olvidado día de sol cansado y noche de pesadilla en que decidimos no hacernos cargo de nosotros mismos y vivir a expensas de salvadores, ciegos fervores y limosnas de hambre, besando las plantas quien nos pisa. Aquel día murieron también el canto y las flores, los mañanas y la memoria de todos nuestros mayores. Desde entonces estamos solos, y encuerados viviendo, como Páramo, la mentira de que vivimos.

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba