En Opinión De...

   En opinión de Pave Soberanes  
 Cuernavaca Anárquica  

homopolíticus

Corrupción Institucionaliza

La ausencia de poder público ha hecho de Cuernavaca una de las ciudades menos habitables del país y la calidad de vida de sus habitantes ha desmejorado importantemente los tres años últimos.

A los únicos que les ha ido bien —por el momento, pese al baño de agua puerca de barranca de 2022— es a quienes son gobierno: el presidente municipal y sus amigos [el Bufet Jenca: José, Evelia, Nadia, Carlos y Alicia], que tienen a la ciudad sin orden, como causa primaria de corrupción.

Este año murieron cuatro personas en situación de calle, sea de frío, de hambre o por enfermedad. Ni la caída del puente colgante hace dos años dulcificó su comportamiento. 

Hace días, el reincidente presidente municipal de la otrora primavera eterna —por su clima y por su bien cuidada imagen urbana— hizo un llamamiento procaz a los futuros alcaldes de Morelos: actuar con ética y honestidad. La filosofía moral de José Luis Urióstegui, como se llama el alcalde, próxima adquisición de MORENA, no le alcanza para tanto.

Cuernavaca es un basurero político y gubernamental. También tiene todas las calles con bolsas de basura, porque en un año fracasó un programa de recolección diseñado por expertos en simulación, así como ha fracasado casi en todo.  

A la promesa de reubicar al comercio de banqueta —y de parques, paraderos, jardines, hospitales, escuelas, camellones, parroquias, zonas peatonales—, la debilidad personal e institucional por el dinero fácil y por tanto ilegal, pudo más. El ambulantaje creció exponencialmente y tasarlo genera ganancias de millones de pesos al año, sin registro de que ingrese a la tesorería municipal.

Lo mismo sucede con las cantinas —la lluvia de decibeles, escándalos y la perpetración de delitos afecta la salud mental de los buenos ciudadanos—, la mayoría de ellas protegidas por la autoridad municipal, al no contar con permisos. En Cuernavaca los giros rojos ya son más que las escuelas públicas.

Respecto de la seguridad pública, no la hay. Pueden pasar meses sin que haya una sola detención, pero sí toda suerte de delitos. Desapareció la policía de vialidad, para dar paso a la Policía Recaudatoria, con permiso para extorsionar. Días atrás —el dinero ajeno obliga— escaló el abuso policial contra los poseedores de vehículos. No hay agentes de crucero, y donde los hay, como en el mercado central, las calles no están balizadas para que los operadores caigan en la trampa de pasarse el alto.

La anarquía en Cuernavaca mantiene a un reducido grupo de privilegiados, cuya permanencia es causa grave de corrupción institucionalizada.

letraschiquitas

A la Convención Nacional de Fiscales Anticorrupción —el de Morelos, Juan Salazar, tiene la peor calificación nacional— fue invitado el afamado cenador Víctor Mercado, no se sabe si para lavarle el rostro o ensuciárselo más***. A la justa protesta de paterfamilias por la agresión sexual a una alumna de primaria no acudió ningún funcionario estatal, tan dados a las fotografías, sino el fiscal general Uriel Carmona, buscando ser entrevistado***. ¿Y por qué entrevistado? Porque una colaboradora de su esposa, la magistrada María Luisa Sánchez, fue detenida por detectives anticorrupción —¡qué casualidad: en el día del encuentro de fiscales del ramo!— por un asuntillo de unos 900 millones de pesos.   

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