En opinión de Jesús Michel Narváez
Echar la culpa al pasado…
Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Tabasco se ha convertido en una entidad de alto riesgo por la presencia del crimen organizado.
Villahermosa es el centro de atracción para quienes portan metralletas y pistolas de 15 balas.
Los antros y las bodas, son los escenarios a los que acuden aquellos sicarios, porque no son otra cosa, en busca de los adversarios y, sin embargo, asesinan, masacran a civiles, sobre todo jóvenes entre los 25 y 40 años, que nada tienen de relación con el narco.
En el último mes, Villahermosa ha sido sede de cuando menos tres eventos violentos que, incluso, generaron incendio de vehículos, bloqueo de carreteras, asesinatos indiscriminados, balaceras diurnas y nocturnas; suspensión de clases en escuelas públicas y privadas, cierre de comercio y temor constante de la población.
Ante la problemática, el gobernador Javier May, un ejemplo de superación humana -así lo calificaba su mentor y jefe- que de hojalatero se convirtió en subsecretario de Bienestar, más tarde fue el titular y cerró su meteórica carrera como director de Fonatur, entidad responsable de la obra icónica llamada Tren Maya.
Por su quehacer político -de alguna manera se le tiene que mencionar-, se lanzó en busca de la candidatura de Morena para gobernar Tabasco. Su jefe, mentor y amigo, avaló su aspiración y en el oficialismo no tuvieron nada qué hacer para frenarlo.
A principio de año, el que fuera secretario de Gobernación, Adán Augusto López, impulso a la exalcaldesa de Villahermosa. Yolanda Osuna y le dio juego a su hermana Rosalinda, para que en Morena eligieran a cualquiera de ellas.
Su relación con May nunca fue buena y ha quedado demostrado que el distanciamiento es cada día mayor.
Formalmente.
En la práctica el exgobernador, es aspirante a ser candidato presidencial y ahora poderoso senador de la República, hace gala de su “control” en el estado y ello ha provocado que May se queje amargamente de que la violencia es producto “de gobiernos pasados”.
Así, en plural. Seguramente se refiere al congresista y a quien fuera sucesor por dos años, Carlos Manuel Merino. ¿O va más atrás?
La opinión que tienen los tabasqueños y los fuereños de May es que rehúye toda responsabilidad y ha sido capaz de dejar plantada a la entonces “jefa del gabinete de seguridad” y hoy titular de la Secretaría de Gobernación. No acude a las reuniones de seguridad y cuando sale a los medios es para culpar a los de atrás y no para asumir que Tabasco vive una crisis de seguridad como no se registrada desde hace dos décadas.
Hay quienes dice, sin mostrar pruebas, que la mano del poderoso congresista mueve la cuna que despierta a los tabasqueños con el sonido de las balas. Creer o no la especie s cuestión de quien tengan “los otros datos”.
Sin comprobársele nada, hasta ahora, el notario y político no se la visto en su tierra. Quizá el exceso de trabajo, porque cooptar a pares adversarios no es tarea fácil y menos barata, se lo ha impedido.
Se diría que son sus “adversarios políticos” los que dispersan la versión de ser ágil en el movimiento de cunas y estabilidades sociales.
May paga la ofensa de ser gobernador sin la anuencia de quien quiso y no pudo ser candidato presidencial, a pesar de que su “hermano” lo impulso hasta donde no borrara a la seleccionado con antelación. Vaya, jugo con el menor de los aspirantes y lo premió con la coordinación de la bancada de Morena en el Senado.
El puesto se lo ganó a pulso, eso dicen los enterados.
Como quiera que sea, su nombre se menciona en Tabasco no por su buen gobierno o por ser orgullo de sus paisanos, sino por la violencia extrema que se viva en su tierra.
Ahí la dejamos.
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