En opinión de joel Hernández Santiago
El año que viene, a la misma hora
Estamos en pleno diciembre. El frío estalla en nuestro cuerpo y acaso en nuestra alma. La Noche Buena está a la vista y la Navidad nos trae un poco de calma y sosiego. 2025 se presagia difícil, a como se ven las cosas en el mundo, pero sobre todo en nuestro país, el más querido, el único que tenemos: México.
El año que está a punto de concluir fue difícil para millones de mexicanos que vivimos una guerra que no quiere se llamada guerra por el gobierno en turno. Es una lucha descarnada entre pandillas del crimen organizado que en su enorme ambición luchan por territorios del país que les son de interés para sus fines criminales, en tanto que el gobierno mexicano, tanto federal como estatales y municipales parecen mirar hacia otro lado mientras miles mueren, en ‘el ombligo de la luna’.
Datos oficiales detallan que en más de cinco años (entre el 1 de diciembre de 2018 y diciembre de 2023), la administración de Andrés Manuel López Obrador acumuló un total de 171,085 muertos por homicidio doloso, de los cuales, 4,892 se tratan de feminicidios. Son datos oficiales, reitero.
Tan sólo en el primer mes de gobierno de la presidente de México, Claudia Sheinbaum, se registraron 2,564 víctimas de homicidio; un aumento del 6.6 por ciento interanual y un promedio de 82 diarios, en medio de masacres que marcan ya una agudización de las pugnas del narcotráfico. En dos meses y medio se acumulan más de 7 mil víctimas…
El paisaje después de la batalla es desolador. Miles de familias viven el dolor de sus seres queridos; la impunidad raya en lo absolutamente injusto y es apenas el comienzo de un gobierno que prometió paz y concordia para todos los mexicanos…
La economía está en vilo. El peligro de caer en un abismo económico y financiero asoma la nariz en México, pero sobre todo en la vida de millones de mexicanos que viven con el “¡Jesús en la boca!” porque cada día la inflación se come a los incrementos al salario mínimo.
Un salario mínimo que es eso; mínimo y al que en sus aumentos se alían gobierno y empresas para incrementarlo haciendo creer que el trabajador obtiene más por su trabajo, sin decirle que estos incrementos se vuelven polvo por la incontrolable inflación del 5 por ciento.
La salud no es prioritaria para la 4-T ni en su primer piso (AMLO) ni en su segundo piso (CSP). La disminución presupuestal en el sexenio anterior y en el actual dañan sobre todo al “pueblo bueno” al que dicen defender pero que tendrá que pagar las consecuencias de esta austeridad mal entendida: Falta de medicamentos, falta de servicios de salud; servicios de salud de menor calidad. Beneficios a la salud privada que ya ha incrementado sus ganancias a falta de la salud pública.
Esto es: en 2025, la salud pública dispondrá de 122 mil 668 millones de pesos menos, lo que representa sólo el 2.5 por ciento del PIB, una cifra muy alejada del 6 por ciento recomendado por la Organización Mundial de la Salud.
En educación ni se diga. Sigue la mala calidad en la educación pública, los niveles de aprendizaje son mínimos y los de comprensión peor. No es culpa de los maestros; es culpa de un sistema educativo que surge del mandato presidencial y con secretarios de educación incapaces que no tienen un programa educativo sustantivo, de calidad, de excelencia para los niños del país.
En lo político ganó la reelección Morena. De forma sustantiva. Las dádivas en efectivo crearon a una clientela cautiva y dieron vida a un segundo piso de la 4-T que no es más que el mismo piso del sexenio anterior, de otro modo, lo mismo.
Pero al mismo tiempo esta reelección y supremacía en gobierno y legislativa creo sus propios monstruos, los que ya afloran porque están compuestos de ambición, de envidia, de coraje, de preeminencias también mal entendidas:
Hace apenas unos días, como ejemplo de lo mucho que ocurre al interior de la 4-T y de Morena. Del gobierno federal, de gobiernos estatales y municipales.
Resulta que “Songo le dio a Borondongo… Borondongo le dio a Bernabé…” Así como aquella vieja tonada ocurre hoy mismo entre los funcionarios y legisladores de Morena.
Apenas el viernes 13 de diciembre comenzó la batalla legislativa, y no por asuntos que tengan que ver con leyes, iniciativas, engañifas para conseguir la votación necesaria, enojos y berrinches…No. Se trata de que la Cámara de Diputados, según alega el coordinador de los Senadores, Adán Augusto López, le redujo el presupuesto a la Cámara Alta.
En la tribuna del Senado, Adán Augusto López Hernández informó indignado, al pleno, del recorte presupuestal de 123 millones de pesos con la aprobación de la Cámara de Diputados que coordina Ricardo Monreal: “No nada más no aumentó, ni siquiera en términos de la inflación, sino que sufrió una reducción”, se quejó López Hernández.
Al mismo tiempo acusó a Monreal -ahora líder-Morena en la Cámara de Diputados de presuntos “negocitos”; este reviró que puede haber en el actual Senado presuntos “guardaditos” …
La guerra política de los morenos y aliados. La guerra que se expresa en otras esferas del poder, ya federal, estatal o municipal: Todos quieren más; suponen que merecen más: son políticos, a fin de cuentas.
Pero ya está ahí, a la vista 2025. Uno quisiera que toda esa pesadilla política y criminal terminaran ya, que hubiera democracia, justicia, igualdad, gobierno para todos y no para unos cuentos. Que hubiera buena salud y educación públicas de altísima calidad, y que la cultura, que es la que dice las verdades, florezca ya, que la verdad predomine y que el país sea ese dechado de virtudes con las que soñaron nuestros padres fundadores. En fin. ¡Felicidades! A pesar de todo.
Nos vemos en enero de 2025 para seguir platicando sabroso, como hasta ahora.