En opinión de David Martín del Campo
EL GOLFO X
Por David Martín del Campo
El emperador sigue dictando sus propósitos de conquista. Lo hizo Napoleón antes de emprender la (fallida) invasión de Rusia en 1816, y lo repitió Adolfo Hitler al declarar la “Anschluss” como la política de lo que sería su imperio, el Tercer Reich: anexión, ensanche, invasión, conquista de un “espacio vital”. Así, tras el desconocimiento al Tratado de Versalles (1919), el Füerer procedió a la ocupación militar de Austria, Checoslovaquia, y Polonia en 1939… lo que desataría la contienda mundial que marcó al siglo XX.
Ya lo decíamos, propósitos de conquista, que no otra cosa ha sido la barrabasada de pretender que la instauración de la MAGA (“Make America Great Again”) incluya la anexión de Canadá, Panamá y su canal, ¡y Groenlandia! al cuarto Reich Trumpista. El sueño de grandeza incluye la designación del nuevo “Golfo de América” en lo que fue la cuenca que lleva por apellido el de México.
Puestos ya en ese plano, ¿por qué no mejor Golfo de Trump? Golfo Mickey Mouse, Golfo Carter en homenaje al expresidente Jimmy. Golfo McDonalds, Golfo Elvis Presley, Golfo Cocacola, si de lo que se trata es de “marcar” el propósito de reafirmación y dominio ahora van en serio. O Golfo X, dado que la aplicación que fue “Twitter” se denomina así ahora, y su dueño, el señor Elon Musk, ahora fungirá como nuevo ministro tecnológico reportando a la Casa Blanca.
¿De dónde le viene al presidente reelecto esa tirria contra los mexicanos? Nosotros, los “bad hombres” que seremos deportados por miles, decenas de miles, cientos de miles, ¿millones? por el hecho de haber migrado fuera de la ley. Hay que imaginar, de una vez, los campamentos de refugiados expulsados en las inmediaciones de Matamoros, Nuevo Laredo, Ciudad Juárez, Nogales, Tijuana…
En la narrativa de míster Trump los mexicanos somos sinónimo de lo peor… delincuentes, violadores, narcotraficantes. A eso habría que añadir que muchos de sus seguidores, los WASP (blancos, anglo-sajones y protestantes) coinciden en esa apreciación, no obstante que el 11 por ciento de la población norteamericana (40 millones de personas) es de origen mexicano.
La leyenda cuenta que el jovencito Donald Trump, en los años 60, cobraba las rentas en los edificios de su señor padre en Manhattan, y por regla aprendida debía hacerse a un lado luego de tocar a la puerta de los apartamentos rentados por familias mexicanas… pues no era imposible que lo recibieran a tiros. Lo mismo los portorriqueños, que discutían y manoteaban para no pagar. Desde entonces esa ojeriza contra los mexicanos y similares.
Al expulsar a los indeseados, amén de ilegales, lograría una cierta “purificación” demográfica. Que se queden los legales, los originales, los que pagan impuestos y no remiten las costosas remesas a sus familiares en Puebla y Michoacán. En el fondo esa actitud no es muy distinta a las campañas de purificación que la ideología nacional-socialista implementó en la Alemania nazi. ¿Campos de exterminio o campamentos de expulsados?
Lo que veremos en la frontera norte, a partir de la semana próxima, podría ser un operativo más bien de carácter simbólico (porque lo habrá), aunque también una política de expulsión que duplique, o triplique, las cuotas “de retorno forzado” que actualmente se observan. Y los nuevos gobiernos, aquí y allá, reconsiderando los tratados firmados, el Temec, los aranceles y el flujo turístico.
Lo dijo James Monroe al enunciar su doctrina, “América para los americanos”, hace dos siglos. En estos tiempos de jaleo militarista (Gaza, Ucrania, Siria), la tentación intervencionista se irá poniendo de moda. El Golfo de América y América sin los bad-mexicans.
La relación de Palacio Nacional con la Casa Blanca no será la más tersa de los tiempos modernos. El golfo que cierran las penínsulas de Yucatán y Florida ¿debe cambiar de nombre para honrar al nuevo imperio? El ensanche trumpista, la verdad, suena más a bravata de barrio, aunque habría que ir considerando algunas opciones. ¿Golfo del Mississipi? ¿Golfo de Altamira? (que no suena mal). Ofrezcan sus opiniones.