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   En opinión de Edgar González Martínez  
 El peso, se levanta, y se pone en guardia  

LOS CAPITALES

Por EDGAR GONZALEZ MARTINEZ

El peso mexicano regresa y está listo para la pelea en el mercado de divisas (Forex). La divisa mexicana está, nuevamente, ganado relevancia como un activo importante gracias a su relativa estabilidad dentro del sector financiero. Si bien es lógico que los traders se preocupan por la posible volatilidad del MXN, esta misma volatilidad ofrece oportunidades para los traders que buscan diversificar sus estrategias de inversión.

Ciertamente la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) recortó hace unos días las proyecciones de crecimiento para México en los próximos dos años ante un panorama económico complejo. La entidad internacional atribuye esta desaceleración a una menor demanda interna y un débil desempeño del sector servicios y estima un crecimiento del PIB de 1.4% para el cierre de 2024, lo que representa una reducción de 0.8 puntos porcentuales respecto a su pronóstico anterior.

Analistas de Squared Financial nos dicen que pese a eso, el Banco de México (Banxico) se pronunció al respecto y previó que la inflación continuará con la tendencia a la baja con un pronóstico de una inflación del 4.02% en 2024, y un crecimiento económico del 2.29% en este mismo año. Además, el ente mexicano también comentó que para 2024 se espera que el dólar se venda a lo largo del año entre los 17.68 pesos y hasta los 18.67.

De acuerdo a expertos del trading de Squared Financial, el peso mexicano es una divisa clave dentro del mercado de Forex, con un potencial significativo para los inversionistas dispuestos a aprovechar las fluctuaciones controladas de este activo ya que a pesar de los retos macroeconómicos globales y regionales, el peso ha mostrado resiliencia, posicionándose como una alternativa viable para los traders que buscan activos con movimientos “predecibles” y rangos controlados, sobre todo al tener en cuenta los diferenciales de tasas que existen actualmente entre Estados Unidos y México con 5.00 y 10.5% respectivamente.

Al respecto, Renato Campos, analista de mercados de Squared Financial en Latinoamérica, destacó que el peso mexicano se cotiza dentro de un rango relativamente estable, con el cruce USD-MXN oscilando alrededor de los $18.40 y $20.20, lo que lo convierte en una opción atractiva para quienes deseen aplicar estrategias de cobertura o especulación a corto y mediano plazo.

“La incertidumbre más que política en la actualidad proviene de la desaceleración mundial y sesgos nuevamente alcistas para el precio de los bienes de consumo, lo que afecta la fuerza de compra de los contribuyentes. Esto justifica el amplio rango que sostendrá el peso de cara al término del presente año, por debajo de los $20.20. Sin embargo, las elecciones de Estados Unidos podrían terminar por condicionar el comportamiento del dólar y brindar saltos fugaces sobre el nivel antes mencionado. El soporte de mediano plazo se considera en $18.40”, explicó Renato Campos.

En el contexto actual, la moneda mexicana refleja una economía que, aunque no ha experimentado un crecimiento destacado durante el mandato de Andrés Manuel López Obrador, tampoco ha presentado grandes desequilibrios. El reciente cambio de gobierno con Claudia Sheinbaum no ha demostrado un giro radical sino una continuación del enfoque económico, con ciertos ajustes progresistas que seguirán atrayendo inversión extranjera y fomentando la competitividad de sectores clave como la manufactura.

Evitar una recesión. El crecimiento económico en términos reales durante la administración del presidente López Obrador fue muy modesto. En términos anuales, no llega al 1.0%, su menor nivel de los cinco sexenios previos. Aunque se habla del tema de la pandemia por Covid19, la realidad es que México fue de las economías más afectadas por la emergencia sanitaria y de las que más demoró en recuperar los niveles previos a la pandemia. Con ello, en términos relativos la economía mexicana perdió competitividad. Incluso, con nuestro principal socio que es Estados Unidos, se amplió la diferencia en los tamaños de economías.

Para el CIBanco la presidente Claudia Sheinbaum, enfrenta 3 serios retos.

Evitar una recesión; solidez en las finanzas públicas; incertidumbre jurídica. Analistas de esta institución bancaria nos dicen que, además, la evidencia empírica muestra que el primer año de gobierno de una nueva administración, el crecimiento económico es menor que el año inmediato anterior. Con una perspectiva de expansión del PIB de 1.5% para 2024, aumentan las probabilidades de una caída en 2025. Actualmente nuestra estimación de esa caída -dicen en CIBanco- es de 0.9% para el próximo año, pero con riesgos a la baja importantes, sobre todo dependiendo del desempeño de la economía estadounidense.

Así, será muy relevante el empeño de la nueva administración pública en facilitar el ambiente de negocios y aplicar políticas públicas que permitan a los agentes económicos acelerar los planes de inversión y consumo para evitar que la demanda agregada se rezague. Respecto a la importancia de la solidez de las finanzas públicas, en los últimos 20 años, previo a la administración del presidente López Obrador, México se había comprometido con éxito a mantener unas finanzas públicas sanas. Con ello, las métricas de balance público y deuda como porcentaje del PIB se mantuvieron en niveles manejables, propios de una economía con grado de inversión.

Sin embargo, los últimos tres años se caracterizaron por un creciente desequilibrio fiscal, con fuertes incrementos en gasto en proyectos que generan cierta incertidumbre sobre su viabilidad y productividad. Las propias agencias calificadoras castigaron este manejo a lo largo de la administración pasada y recortaron algunos grados la calificación de la deuda soberana de México.

Por supuesto, existe la intención por parte de la presidente Claudia Sheinbaum de enviar un Paquete Económico 2025 responsable, que atienda en mayor medida la preocupación de evitar que el déficit público se mantenga en niveles altos (cerrará este año alrededor del 6.0% del PIB) y que la trayectoria de la deuda como porcentaje del PIB sea descendente en el mediano plazo. Por supuesto, no será una tarea fácil.

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