El poder de la humildad: cómo esta virtud puede transformar nuestras relaciones sociales

Confucio dijo que «La humildad es el sólido fundamento de todas las virtudes’ y ahora los cientificos han comprobado que la humildad tiene un impacto beneficioso en las relaciones sociales.

La humildad es la capacidad que tiene el ser humano de reconocer sus limitaciones y debilidades y de aceptar que siempre habrá alguien que sepa más que uno.

Psicólogos, filósofos e investigadores de diversos campos en la última década han estudiado el papel de la humildad en diversos ámbitos de la vida y han determinado que la humildad intelectual puede aportar numerosos beneficios, pero, sobre todo, puede tener un impacto considerable en la calidad de nuestras relaciones con los demás.

En un estudio publicado en 2021 en la revista The Journal of Positive Psychology, los investigadores descubrieron que los participantes que mostraban mayor sencillez o modestia se percibían como personas más abiertas de mente. Además, también se valoraron como más cercanas, amables y generosas que los que son arrogantes.
Incluso a la hora de examinar los patrones del habla, averiguaron que aquellos más modestos también eran los que hablaban más, hacían más preguntas, usaban un lenguaje menos negativo y daban más razones para apoyar sus puntos de vista.

Por su parte, el profesor de psicología Daryl Van Tongeren, del Hope College (Universidad de artes liberales, EE UU) asegura que la humildad intelectual, en el plano interpersonal, significa controlar el ego para poder presentar las ideas de forma modesta y respetuosa.

“La humildad intelectual exige presentar tus creencias de forma que no estés a la defensiva y admitir cuando te equivocas. Implica mostrar que te preocupas más por aprender y preservar las relaciones que por tener ‘razón’ o demostrar superioridad intelectual”, explica.

Otras investigaciones han documentado una relación entre la humildad intelectual y otras cualidades positivas para socializar como la empatía, la gratitud y el altruismo.

En un estudio publicado en 2017 en el Journal of Positive Psychology, la investigadora Elizabeth Krumrei-Mancuso descubrió que este rasgo se puede relacionar con toda una serie de valores “prosociales”. Según sus conclusiones, aquellos que menos presumen de sus conocimientos muestran más empatía, se preocupan más por el bienestar de los demás, valoran menos el poder y son más altruistas. Además, cuanto más se aleja una persona de la arrogancia del ‘sabelotodo’, más probabilidad tiene de valorar y querer proteger el bienestar de todas las personas y cosas.

Según los expertos, la capacidad de reconocer nuestras limitaciones cognitivas, aceptar perspectivas diversas y estar abiertos al aprendizaje continuo no solo enriquece nuestro propio desarrollo personal, sino que también ejerce un refuerzo positivo en la calidad de nuestras relaciones.

En palabras de Van Tongeren: “La humildad intelectual no es falta de convicción; puedes creer algo firmemente hasta que cambias de opinión y crees otra cosa”, asegura. “Tampoco es ser indeciso ni significa autodespreciarse o estar siempre de acuerdo con los demás. Se trata de tener la dosis adecuada de humildad, sin infravalorarte”

Aceptar que no lo sabemos todo es positivo para mejorar nuestra vida social, aseguran los expertos.

Información de muyinteresante.es

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