En opinión de Eduardo Sadot
En México no hay democracia es oclocracia se confunden
Eduardo Sadot
La palabra oclocracia viene de oklos-turba Kratos- gobierno, poder y fuerza, hace dos mil doscientos años Polibio sabía y entendía con precisión lo que hoy dos mil doscientos años después se está viviendo México y muchos mexicanos la mayoría lo ignoran, Polibio explica los ciclos del gobierno en seis faces:
Monarquía- mono uno, arkei gobernar o mandar; tiranía-tirannus- gobierno de un solo hombre; aristocracia-aristokratia aristos-los mejores, Kratos-gobierno; oligarquía-oligos escaso o reducido el gobierno de pocos o de unos cuantos: democracia-demos- pueblo y la peor la oclocracia.
Una dictadura disfrazada de “democracia” que no es democracia ahora va en la ruta franca de autoritarismo y dictadura en México.
La definición de democracia se sintetiza como “el gobierno del pueblo” pero su estudio llega hasta ahí, solo cuando quienes utilizan el concepto en su beneficio ocultan los vicios de la democracia, los evocan en cuanto que les beneficia o apoyan sus intenciones. Pero en cuanto enseñan todo lo que evidencia el error de la creencia popular, lo callan.
La democracia tiene vicios y se transforma en otra cosa distinta a ella, lo que la teoría enumera como perversiones de la democracia, podríamos enumerar muchas, oligarquía, plutocracia, aristocracia, pero lo que nos ocupa hoy es la “oclocracia” el gobierno de la turba, de la muchedumbre, multitud, masa, aglomeración, montón, es el gobierno de ese conjunto de personas irascible, impulsivo, voluntarioso, de las mayorías irracionales, incapaces de detenerse a reflexionar sobre las consecuencias de su comportamiento, ello incluye que no se detienen ni a pensar cuando votan, votan porque los compran, por sus impulsos, por la fascinación del deslumbramiento de un personaje, así lo hicieron los alemanes cuando desaparecieron la constitución de Weimar, así votaron todas la barbaridades y loqueras de Hitler, así París entro a la época del terror asesinando, a miles de franceses resentidos por pleitos y rencillas entre vecinos, cuando formaron parte de las comunas – ese grupo de vecinos nombrados y empoderados como defensores de la democracia – encontraron la oportunidad de vengarse de sus vecinos también, a quienes culparon de sus errores y desventuras o simplemente, por la envidia que sentían por cualquier cosa o atributo de sus vecinos que les ofendiera o despierte envidias, entonces les acusaban de traición a la revolución y fueron primero decapitados por el famoso verdugo Sansón, luego, para hacer más eficiente esa vergonzosa tarea, evolucionó al invento de Monsieur Guillotine, lo demás lo sabemos.
México pierde su democracia y pasa a ser una oclocracia, el gobierno de la turba, esa parte del pueblo inculto, violento, voluntarioso, acomplejado, con ínfulas de superioridad para disfrazar su complejo de inferioridad, cuyo inocultable paradigma es Fernández Noroña, quien ensoberbecido por el poder y el dinero se siente la encarnación del “pueblo” que amenaza a todos con llevarlos a juicio político, a senadores y ministros, en su ignorancia pretende hacer creer al pueblo que el pueblo les otorgó ese poder para erigirse en tribunal acusador y juzgador – en ambos – intentando ocultar que la mayoría la alcanzaron por medio de la corrupción y amenazas contra cuatro senadores traidores y vendidos a los que compraron, Norroña el nuevo Calígula, el nuevo Catilina, “el pobre que nunca tuvo y de pronto llega a tener loco se quiere volver”, ese mismo que lloraba desconsolado y pendejeaba al presidente obrador por no saludarlo, hoy es el peor ejemplo de la oclocracias mexicana que enterraron a la democracia mexicana.
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