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   En opinión de David Martín del Campo  
 Ese Año  

por David Martín del Campo

Al fallecer el gran dirigente ruso, la patria bolchevique se vio hundida en la horfandad. Muerto Vladimir Uliánov qué quedaba. Optar por el legendario León Trotsky, comandante militar de la revolución de octubre, o por el trío siniestro encabezado por Koba (Iósif Stalin), quien heredaría el poder soviética, emprendería una purga política despiadada, y se encargaría de enfrentar la invasión de los ejércitos de Hitler… cobrándose con creces en la victoria, con el regalo que fue el Pacto de Varsovia.

Estamos hablando, obviamente, de 1924 y sus consecuencias en el plano mundial. Fue el momento en que Elías Calles sucedió a Obregón en la silla presidencial, el año de la asonada Huertista que se llevaría entre las patas al gobernador socialista Felipe Carrillo Puerto, el año que se inventaron los klínex y se instauró el 30 de abril como Día del Niño.

Ahora –un siglo después– concluye un ciclo más de historia con algunas sorpresas. Una mujer preside la nación (en 1924 ellas no tenían derechos cívicos), una silenciosa invasión trata de conquistar los Estados Unidos, las mafias del crimen controlan buena parte del territorio nacional, Palestina e Israel están en guerra, lo mismo que Ucrania luego de ser invadida por los rusos (que no soviéticos). Ha sido el año más caluroso desde que se tiene registro, la autonomía de los poderes judicial y legislativo ha desaparecido bajo la tutela del nuevo régimen, que ha sustituido al anterior luego de arrasar en las elecciones de julio pasado.

Eso no es todo. El de 2024 fue también el año de Donald Trump, quien recuperó la presidencia norteamericana luego de sobrevivir a un atentado que por una pulgada estuvo a punto de costarle la vida. El año de la espectacular Olimpiada en París. El de la Inteligencia Artificial que terminará por gobernar (si no hacemos algo) nuestra voluntad. El año también en que uno y otro choque han sacado a Choco Pérez de la palestra de la Fórmula Uno… perdón, Chico, Chico Pérez.

Lo que viene, por cierto, no es nada prometedor. A partir del 20 de enero próximo se anuncia una deportación masiva de migrantes indocumentados en suelo estadunidense que, según cifras publicadas, podrían sumar 11 millones de personas. Muchos de ellos son de procedencia mexicana, la mayoría han arribado de América Latina, aunque no faltan los africanos y asiáticos. La pregunta que se hacen hoy las autoridades es una: ¿cómo habrá de enfrentarse esa expulsión demográfica?

¿Dónde ubicarlos, cómo mantenerlos, proceder a otra remisión a sus países de origen? Y las armas diplomáticas que habremos de emplear… los aranceles, las cartas de protesta, las acusaciones ante los foros internacionales. ¿Serán 20 mil, 200 mil, 2 millones? No se sabe.

En el plano interno, sin embargo, la presumible ruptura de la presidenta Claudia Sheinbaum con su antecesor, por lo menos en el aspecto simbólico, es cada día menos probable. Los rituales siguen siendo los mismos, se repite la misma narrativa transformadora, aunque en los hechos no haya procedido ninguna medida de arrojo anticapitalista, como sí hizo el comandante Chávez al instaurar lo que él llamó “el socialismo bolivarista”, y que ha significado (en términos de evidencia) la ruina de esa nación.

También ha sido éste el año del arrasamiento de la oposición. Los partidos tradicionalmente rivales –el PRI, el PAN– no son ahora ni la sombra de lo que fueron.

El partido de Jesús Reyes Heroles, de Luis Donaldo Colosio, de José López Portillo, Miguel Alemán, Carlos Salinas incluso, hoy es un cachorrito que ladra amarrado al fondo del galerón. Ya no se diga el partido del jefe Diego, Vicente Fox, Clouthier, por no referir a don Manuel Gómez Morín. Hoy se presentan como una cueva de Judas carentes de principios, demostrando quizá que el sitio de la democracia cristiana fue un sueño guajiro arañando al maderismo.

El buitre que asoma este año por iniciar, nadie lo dice, es la tentación de la reforma fiscal. No es ningún secreto: las arcas nacionales están en el último centavo, hubo un despilfarro populista para garantizar el voto de miles y millones de “beneficiados” y “becarios” que hoy pasan las de Caín para hallar un empleo formal.

Ocurrió en Venezuela, recibir unos pesos mensuales está muy bien, pero eso no es garantía de aplicación laboral, aprendizaje industrial, ahorro y prosperidad, como se mereciera.

La alternativa seguirá siendo el ambulantaje y la informalidad. El comercio y las fondas al pie de calle… fritangas, mercancía de procedencia muy extraña (¿robos en carreteras?), conexión eléctrica irregular y sin recibo de pago, trabajadores sin seguridad laboral ni médica. Un poco lo que está significando la “chinacitación” de la economía nacional donde cada cual se rasca con sus uñas y agarra lo que puede. ¿Y el SAT, el IMSS, el IVA? Bien gracias.

2025 será el año de la firma de la paz en Ucrania, cediendo a Putin el 30 por ciento de su territorio original. Posiblemente también haya una tregua en Gaza y los territorios fronterizos de Israel, una vez que se ha dado un tremendo castigo a los milicianos de Hamas y Hezbollah, y colateralmente a la población que les proporcionaba escudo.

De 1924 a este año que concluye la evolución de nuestro mundo ha sido admirable. Hace un siglo no existía internet, la estación espacial internacional, televisión, pizzas, los teléfonos celulares, el servicio de Uber, el Rock, Netflix, Taylor Swift ni Shakira. Sí, es verdad, hemos progresado y hay que entenderlo. Y agradecerlo.

Ese años, el que se va, no fue tan malo, el que viene es una promesa de entendimiento y sosiego. Esperemos.

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