En Opinión De...Estelar

   En opinión de Francisco Rodríguez  
 Ganan los contrincantes de Sheinbaum en Morena  

ÍNDICE POLÍTICO

FRANCISCO RODRÍGUEZ

Sin tener todavía el control del aparato político, a Claudia Sheinbaum se le diluye el poder, lo que es letal en un país presidencialista.

Políticamente débil en el interior, acaba de perder lo poco que había conseguido en el exterior al alinear a su gobierno –no al país– con los de Cuba, Nicaragua, Honduras, Rusia, China, Corea del Norte e Irán en apoyo a Nicolás Maduro y no colocarse al lado de democracias mejor y más consolidadas que condenaron al dictador venezolano.

En Washington y en Bruselas tomaron nota de ello.

Su debilidad interna es innata. Desde el momento en el que aceptó ser comparsa de AMLO en un supuesto proceso de selección interna por la candidatura presidencial morenista, Sheinbaum dejó en manos del tabasqueño la toma de decisiones que ella solamente convalida.

Y lo poco que tiene, las escasas posiciones que le dejó el caudillo, lo muy poco que ha conseguido colar para alcanzar un cambio, se le está yendo de las manos.

Para empezar, con la implementación de la Reforma Judicial –que ella quería posponer y modificar–, pues prácticamente la ha dejado en la férula de quienes ¿fueron? sus contrincantes en aquella contienda interna por la candidatura presidencial, Adán López y Ricardo Monreal –hostil a ella desde que el dedo de López Obrador la ungió para ocupar la candidatura a la Jefatura del Gobierno de CDMX– sean quienes palomeen al más nutrido grupo de quienes aspiran a ser personas juzgadoras.

La situación se agrava con la pausa que ha abierto el Comité de Evaluación del Poder Judicial, en acato a la orden de un juez de amparo, pues muchos de quienes se habían inscrito en esa instancia están mudando su aspiración a las listas que se integran en las Cámaras del Congreso de la Unión, comandadas por López y Monreal.

El resultado será que ella tendrá poca influencia en el peculiar, atípico Poder Judicial que a troche y moche está por conformarse, en contraste con el que están erigiendo “sus” supuestos líderes de las manadas legislativas guindas.

Otro caso es el de la desaparición del órganos constitucionales autónomos cuyas funciones, en apariencia, han quedado en manos de leales al que habita en casa “La Chingada”, no completamente en las de ella. Tal sería el caso, entre otros, de Raquel Buenrostro, quien ahora “administrará” en favor de AMLO la transparencia.

Sin soslayar el de Competencia Económica que, malabareando con la ley y queriendo burlar a los socios del T-MEC, quedará bajo la influencia de Marcelo Ebrard, otro de sus rivales dentro de la esfera oficial.

Opinión experta

Hace pocas semanas, el analista Juan Enríquez Cabot escribió un certero análisis en el diario Reforma, del cual vale la pena rescatar algunas de sus líneas:

“Cada vez que debilita o desaparece una institución, La Presidenta (sic) se debilita y se desarma aún más su gobierno.

“Queda vulnerable al poder individual y carismático; este es un campo donde le cuesta competir.

“Su poder depende de proveer seguridad física y legal. Y de lograr crecimiento económico.

“Si no quedan instituciones civiles que saben cómo operar cortes, policías, construcción, elecciones, datos e información clave, ¿con qué instrumentos gobierna?

“Si no tiene instituciones que saben regular energía, comunicaciones, competencia económica, ¿quién se queda a cargo en monumental vacío?

“Si no garantiza, con respetadas instituciones, la inversión privada nacional y extranjera, no habrá cómo reducir déficit y deuda.

“Si no viaja al exterior, queda sin aliados frente a Trump y peleada hasta con Canadá, España y la Unión Europea.

“Si corta presupuestos de promoción turística y cultural, debilita el poder y la buena voluntad hacia México.

“Y, lo más importante, si su Ejército se distrae con negocios y construcción, La Presidenta (otro sic) gobernará cada vez menos territorio.”

Y sí. Sin siquiera tener conciencia de ello, Sheinbaum diluye el tradicional poder presidencial que le correspondería ejercer.

También inconscientemente, lo deja en manos de sus contrincantes dentro de Morena.

López Obrador, el principal de esos antagonistas.

No sabe o no puede hacerlo

Duele señalarlo, pero la Presidente no tiene una idea clara sobre el gobierno de una Nación, sobre el respeto a sus principios fundadores.

Su populismo –que es impostado, al intentar ser copia del que AMLO llevó a cabo– tira hacia los montes de Úbeda, por lo que siempre intenta sacar raja de lo baladí, de lo insustancial, de lo supuestamente chistoso.

Pareciera que hace befa de todo aquello que en realidad envidia o desconoce.

Los presidentes de la República crean a placer a los populistas subalternos, proponen los poderes subsidiarios, los de los militares entorchados, los de los bufos representantes populares, los virreyes estatales, los periodistas de moda, los líderes de organizaciones sociales, los partidos y los interlocutores funcionales del régimen, entre muchos otros especímenes de estas sectas. Ella no puede o no sabe aún como hacerlo.

El poder presidencial omnímodo lo era todo. Definía los términos del populismo de derecha que es en realidad el que se ha ejercido en la planta baja y ahora en el pretendido segundo piso –¿dónde está el primer nivel?– de la Cuarta Transformación. En todo el mundo sólo queda cuando mucho una docena de países con esta característica disfuncional. Los demás se fueron para nunca volver. Han sido sustituidos por congresos y mecanismos horizontales de control y de opinión pública.

La terca realidad del sistema político mexicano supera incluso muchas fantasías de la ciencia política. Los grupos de poder que existen fuera de nuestras fronteras son producto, entre otras cosas, de la competitividad histórica por el mercado, de las invenciones científicas, del éxito empresarial. Aquí no.

La única competencia real es por el favor presidencial. Poderosos y adinerados, surgidos de la miseria ancestral del campo y de las ciudades, compiten todos los días por el favor del dedo unipersonal que los protege. Mientras más cerca, mejor, y más fortuna. Pero no tan cerca, porque quema siempre.

La demasía de presidencialismo que nos caracterizaba convirtió en cacicazgos a todos los poderes subalternos. Era una vulgar representación de feudalismo que se resiste al progreso y a cualquier manifestación de modernidad. El que convertía los terrenos productivos en fosas comunes para depositar los cadáveres de los indefensos.

Pero ese presidencialismo omnímodo agoniza hoy en manos de Claudia Sheinbaum.

Y no es para bien. Si me apura, es para todo lo contrario.

Indicios

Como pica en Flandes, Ernesto Zedillo lanzó a Claudia Sheinbaum un poderoso dardo cargado con palabras que envenenan el ambiente que respira la supuesta mandataria, pues dijo que el poder real lo ejerce “un caudillo oculto instalado en la oficina anexa a la Presidencia de la República”… que Morena esté construyendo las bases de un “Estado policial” en México, combinando el sometimiento de los jueces a los intereses del poder, el uso de militares en las labores de seguridad pública y como ministerios públicos, la ampliación de la prisión oficiosa y la anulación del derecho a la información… y el ex Presidente prosiguió sus críticas a todas las reformas impuestas por AMLO desde hace ya casi un año al calificarlas de felonías. * * * Por hoy es todo. Reconozco, como siempre, que haya leído este Índice Político y le deseo ¡buenas gracias y muchos, muchos días!

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