Hacen limpias en el palacio de gobierno estatal
Por Livia Díaz
Es temprano en Xalapa, en los arcos externos del viejo edificio han puesto, con tarimas, pequeños cuartitos con cortinas verde olivo. Adentro y procedentes de Las Altas Montañas hay mujeres que curan. Sanan con sus propias recetas. Elijo a Ángeles a la primera. Le pido que me ayude a espantar al chango que traigo colgado del cuello. Sin más comienza a prepararse y me preguntó si también quiero una limpia. Yo le dije que lo que crea necesario. Me doy cuenta de que me puse en sus manos pensando para mis adentros que tiene el conocimiento y como si fuera un oráculo sabrá lo que necesito. Demasiado pronto lo confirmo y me asustó de que descubriera con sus tratamientos lo que padezco, además del chango. Me recomendó caminar. Al salir me siento como nueva. Le agradezco, le pago y dejo de renegar por esta fallida exposición huasteca, convocada por la Academia de asuntos indígenas. Me indignada que publicaron en la víspera que harían un altar monumental de muertos, que presentarían lo relativo a las tradiciones huastecas y nada que ver.
Todo mal. Eran ofertas totonacas, náhuatl, pero para nada téenek ni otomi ni tepehua. Nisiquiera quedó claro si esa era la intención porque el nombre que le pusieron no fue Xantolo ni Todos Santos, nombres que lleva la tradición en Tantoyuca y en Tempoal en dónde el sólo montaje es Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
Yo pensaba «hasta me voy a poder comprar y comer un zacahuil, de perdida han de traer fruta de horno, pan de chicón, o siquiera un tamal» – nada.
A veces ya no sé qué está fallando. Nadie se queja. Me quedo en solitario dándome cuenta de éstas cosas. De estos engaños en uso del erario público. En detrimento de toda nuestra comodidad huasteca. Pero además en la total impunidad.
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