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   En opinión de Jade Castellanos  
 Joaquín-Armando Chacón o la intertextualidad del juego narrativo en los días ajenos (Novelas rotas)  

JADE CASTELLANOS

¿Cómo entender el mundo si no pudimos cambiarlo? Premisa de la que arrancan estos 33 textos que se hicieron para demostrar que la realidad no es más que un juego, si acaso una broma,  y que la ficción es capaz de superar todas las expectativas posibles. Los días ajenos (novelas rotas), es precisamente una vertiente que fluye en múltiples direcciones y deja mil caminos abiertos y la huella del milagro en cada página. Textos enlazados de maneras misteriosos y sutilmente encubiertas, a la manera del cuento “Graffiti”, de Cortázar, que abre con una frase que a mí me pareció dar de lleno en Los días ajenos: “tantas cosas que empiezan y acaso acaban como un juego”. Este texto, a la manera de Rayuela, puede leerse de varias formas, e incluso podría traer un instructivo que nos mostrara los caminos del corazón que serán improntados de una vez y para siempre por aquellos que sepan leer lo extraordinario dentro de la cotidianidad en estas líneas de Joaquín-Armando Chacón.

Cierto, tras leer un tejido de vida de tal dimensión, nada puede quedar impávido. En cada página escrita de Chacón, palpita el aleteo de una mariposa y sus efectos.

Destaca la labor del poeta como creador del mundo, en el que la escritura es un soplo divino que mantiene en tensión lo creado, donde bajo la mano del autor todas las cosas se mantienen en suspenso, a la espera de que el escritor de voz y forma al universo. Cito: El escritor pone una coma, suspende la narración, no encuentra la siguiente palabra, enciende un cigarro. A su alrededor está todo el silencio del mundo.

Así mismo, hay una exaltación del recuerdo, una conciencia sensible acerca de que todo tiempo pasado fue mejor. Esta exaltación de la memoria y la remembranza es mantenida a lo largo de la obra. De igual manera, hay un sentimiento de orfandad y anhelo de recuperar el tiempo perdido; la infancia. Aquella búsqueda inútil por rescatar, en palabras de Pessoa, “lo que fui, ¡ay Dios mío!, lo que sólo hoy sé que fui… ¡A qué distancia! (no lo encuentro…)”  

Predomina una visión pesimista de la labor creativa, por ejemplo, en el texto Un hoyo muy profundo. Cito: “Así que usted creía poder conseguir algo por medio de la literatura, no, mi amigo. Ni eso ni nada las salva”.

Esta atmósfera de impotencia se ve enmarcada por diversas técnicas metaficcionales empleadas a lo largo del libro. Dichas técnicas abarcan desde la construcción en abismo, el contar historias dentro de la historia, la intertextualidad y, sobre todo, la autotextualidad.

La posibilidad creativa exhaustiva y delirante; abrir un texto y enfrentarte a todas sus alternativas, recuerda a Borges en El jardín de senderos que se bifurcan, o al misterio alucinante de El Aleph; todo es posible en el mismo centro, todo está siendo y todo ya fue paralelamente en diversas dimensiones. Considero que esa sensación de vértigo y Deja Vù que propicia la atmósfera narrativa de Los días ajenos, es uno de sus grandes aciertos.

El subtítulo de la obra, novelas rotas, es la evocación de otra constante manifiesta en el texto: la posibilidad latente en cada cuento o relato, de volverse una novela, tanto por los ejes narrativos interrelacionados, como por la cantidad de personajes vinculados entre sí, y la evidencia de las historias que yacen dentro de la historia principal y su secuencia.

Palpita la presencia de personajes memorables y emblemáticos como El viejo marinero, obviamente llamado Ulises, que aparece y desaparece, dejando tras de sí su estela de añoranza y melancolía.

De igual manera, se manifiestan varios leifmotiv que dan sentido y unidad a la obra. Entre ellos, la certeza del amor y su exaltación mediante el recuerdo, que dignifica y enaltece al ser amado. La Mujer, así, con mayúscula, aquella que es musa y destino, dueña de la angustia y la opresión en el pecho. La mujer que es un ángel, que es hechicera, que es aparición fugaz, poseedora del secreto que carga de sentido a la vida, el sueño con todas sus intrusiones en la realidad, la presencia del milagro que, como una ráfaga de luz, ilumina fugazmente nuestra vida. Su ausencia que duele pues “a veces ocurre que una mujer es todas las mujeres y que es precisamente esa mujer quien ha cerrado desde afuera la puerta de su universo personal, dejándolo vacío, para siempre”. Entre la nada y el dolor, la elección definitiva del dolor, del recuerdo, de la espera. Y sobre todo, la omnipresencia de la lluvia. Al leer Los días ajenos, el lector se ve verdaderamente sumergido en un ambiente lluvioso. La lluvia es camino y compañía, vocación por el pasado.

Hay textos que oscilan entre prosa y poesía, pues si bien su estructura pertenece a la narrativa, su contenido y mensaje es poético y hondamente sensible. Tal es el caso del texto En la otra mitad de la vida, cuyo viaje astral por encima de su propia casa raya en el nirvana, en la iluminación y ascesis por medio del tantra, es decir, de la unificación de almas y esencias por medio del acto sexual. Cito: “Entonces, mientras los dos se dividen entre la piel y forman la unidad y dejan de ser para ser completamente, pronuncian de nuevo por primera vez todas las palabras y les dan sentido y vuelven a crear el universo en su forma más perfecta”. En este relato, la casa es una prolongación de sí mismo, y en el acto amoroso resulta imposible de separar el otro de uno mismo. Ciertamente, la casa está ligada a lo onírico en tanto que su existencia desata valores ligados a la remembranza, e incluso a aquellas vivencias que por alguna razón hemos reprimido, pretendiendo olvidar. Nuestros olvidos tienen presencia especial en la casa, y también en los sueños, en donde volvemos a vivir, una y otra vez, episodios inolvidables.

El poema del muro, cita autotextual que prevalece como imagen de fondo a lo largo del libro y lo impregna de la posibilidad redentora del amor, de la esperanza en la influencia de éste y de la literatura para ejercer cambios ontológicos en la persona. Cito: “Mientras tanto, cada noche voy a dejar todos los globos en libertad y en cada madrugada dibujaré en tus paredes, con letras azules y verdes, brillantes, gordas, resistentes: Yo amo.”  Lo que nos devuelve al cuento “Graffitti”, de Cortázar. Con este texto, Los días ajenos comparte ideales. Entre ellos, la elección del sufrimiento por encima del vacío, la elección de la esperanza ante la impotencia, la conciencia del otro y de la posible influencia que cambiará su vida mediante el amor y el arte, del “fantasma que cruzará cualquier distancia para preguntar la única respuesta.”

Pregunto, ¿cómo entender el mundo si no pudimos cambiarlo? ¿Cómo entender el mundo si el amor hace daño, también la oscuridad y la luz, y la vida también? Entenderlo no resulta posible, pero sentirlo sí, que llague hondo sí, que duela. Compartir con el autor su sentir y gritar A mí también me duele.

 Los días ajenos es un cosmos completo, entero, y sin embargo abierto a autores diversos, poetas, escritores, pintores, textos que le dan aliento y coherencia al universo personal del autor. Novelas rotas cuya afluente persigue el lector en su imaginario. La premisa es sentir, permitir que el milagro allane nuestras vidas, aunque su resplandor dure un segundo; parafraseando a Neruda: aunque sea tan corto el amor y tan largo el olvido…Esto es lo que les quería compartir esta tarde.

(Texto leído en la presentación del libro de cuentos

Los días ajenos (novelas rotas)
-Plan C Editores. México, 2009-,
el sábado 28 de febrero en la Feria del Libro
del Palacio de Minería.)

Joaquín-Armando Chacón

Joaquín Armando Nació en Chihuahua, Chihuahua, el 7 de febrero de 1944. Dramaturgo, narrador y poeta. Estudió Actuación en la Escuela Teatral del inba. Ha sido profesor de Literatura Hispanoamericana Contemporánea; jefe de redacción de México en el Arte Diagonales; director de Punto de Vida, Cultura Norte, MD en Español; jefe de publicaciones del Departamento de Literatura de la Coordinación de Difusión Cultural de la unam; editor de Punto de Partida.

Colaborador de Arena, Excélsior, Fractal, La Onda, Punto de Partida, Revista de la Universidad de México Sábado. En 1995 fue becario del snca y escritor invitado de la Universidad de California, Santa Cruz (usa).

Premio Efraín Huerta de Cuento de Tampico, 1982, por Los extranjeros. Premio Tomás Valles, 1987, al mérito artístico otorgado por Fomento Cultural de Chihuahua. Premio Magda Donato, 1982, por Las amarras terrestres. Primer Premio Internacional Novedades–Diana para escritores de lengua española, 1987, por El recuento de los daños. En torno a su obra, la unam publicó en 1994 Sueños, recuerdo, memoria. La metaficción en las novelas de Joaquín-Armando Chacón, del autor Dale J. Pratt. (Enciclopedia de la Literatura en México INBA)

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