En opinión de Gregorio Ortega Molina
La Costumbre del Poder: Hacer creíble la elección judicial
*La conclusión es simple: la reforma judicial fue conducida por la ira, producto de un sueño de venganza mezclado con otro de grandeza. Ser el gran purificador de la vida política de México, incluido el uso de la corrupción para lograrlo. En eso están los de la 4T; el número de mexicanos registrados en el padrón electoral es público. ¿Qué porcentaje de esos electores debe acudir a las urnas para hacer creíble esta pesadilla? Al menos en la misma cantidad que los votantes de 2024, lo demás será visto como lo que es: el gran fraude. Ellos pusieron la vara alta.
Gregorio Ortega Molina
Una sola palabra resume lo que podemos esperar de la elección judicial: incredulidad. Es tal el desorden organizado por la 4T, que procedan como procedan, los votos contados en las urnas resultarán tan patito y de tan graves consecuencias como la consulta popular no vinculante, para justificar el compromiso adquirido por AMLO para obtener la silla del águila. Cancelar el AICM en Texcoco.
Para colmo, sólo hay que escuchar el trato dado por la doctora Sheinbaum Pardo a Guadalupe Taddei Zavala. De hecho, convirtieron al INE en un apéndice de la voluntad y los caprichos del poder Ejecutivo. La democracia en México es hoy una palabra sin contenido ideológico y político, es un cascarón para engañar a los que buscan huevos de Pascua.
Nada aportará la elección judicial a la administración de justicia. Dan por descontado que la educada, culta y sabia Lenia Batres presidirá la SCJN, y los comparsas en juzgados y tribunales quedarán nominados por la tómbola de la voluntad de los poderes Ejecutivo y Legislativo, para que la prisión preventiva oficiosa se convierta en instrumento político gubernamental, y el amparo pase al baúl de los recuerdos, porque el desorden apenas inicia y no concluirá en un sexenio. Ya traspasamos el umbral del narco-Estado, y pronto se sentirán las presiones que llega a imponer Ronald Johnson, como para que en este gobierno entiendan dónde están parados geopolíticamente hablando.
La primera gran derrota de la 4T será la elección judicial, por el desaseo y la prisa para descabezar todo intento de respuesta democrática. Imposible saber cómo justificarán el descalabro mayúsculo de junio del presente año, porque deberán ingeniárselas para dar la cara a los mexicanos y al mundo, y continuar siendo -dicen ellos- un ejemplo porque no son como los de antes, los edificadores de la dictadura perfecta, aunque la de la 4T es, a todas luces, imperfecta.
La doctora Sheinbaum Pardo y sus secuaces debieran abrevar en Sándor Márai, en ese extraordinario texto donde pone en boca de su personaje lo siguiente: “… la espera ha terminado, me doy cuenta con sorpresa de lo insignificante y vulgar que resulta todo lo que nos podemos contar, confesar o mentir: uno no puede sino aceptar la realidad. Yo ya he aceptado la realidad, Y el fuego purificador del tiempo ha extraído de mis recuerdos toda la ira”.
La conclusión es simple: la reforma judicial fue conducida por la ira, producto de un sueño de venganza mezclado con otro de grandeza. Ser el gran purificador de la vida política de México, incluido el uso de la corrupción para lograrlo. En eso están los de la 4T.
El número de mexicanos registrados en el padrón electoral es público. ¿Qué porcentaje de esos electores debe acudir a las urnas para hacer creíble esta pesadilla? Al menos en la misma cantidad que los votantes de 2024, lo demás será visto como lo que es: el gran fraude. Ellos pusieron la vara alta.
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