En opinión de Francisco Rodríguez
La locura en EU: Asesinato en Manhattan
ÍNDICE POLÍTICO
FRANCISCO RODRÍGUEZ
El enorme catalán avecindado en México, Pablo de Ballester, Archimandrita de la Iglesia Ortodoxa griega en América Latina, fundador del Teatro Helénico, solía decir que “los Estados Unidos habían brincado de la barbarie a la civilización, sin pasar por la cultura”. No le faltaba razón. La manera de ser de los WASP confirma cualquier duda.
El mismo Voltaire había sostenido que incluso “la civilización no suprime la barbarie; la perfecciona y la hace más cruel y bárbara”. Claros ejemplos de por qué faltó en el proceso de maduración de la identidad gabacha el factor que consolida una identidad cultural, el sedimento que macera a través de los siglos una personalidad colectiva informada y formada.
La información superficial, esquemática, que conforma la mente y personalidad de los White-anglo-saxon-protestants gira alrededor de las mecánicas prácticas que logran el éxito, entendido como un objetivo de posesiones y riqueza a cualquier costo, que les llega desde la antigüedad de las religiones calvinista y luterana.
La moralina religiosa, la espiritualidad en función del triunfo a cualquier costo, efectivamente, puede hacer la barbarie más refinada, más perfeccionada. Su limitada manera de pensar no tiene punto de comparación con la de un europeo medio o un mestizo latinoamericano. Ésta es superior en la cosmovisión, en el trato a sus semejantes, en la convivencia y la tolerancia civilizada.
En esas conductas protestantes incluso se vale una doble moral, en función del éxito material en la vida. Lo comprueban históricamente tanto la moral victoriana británica de La Pérfida Albión, como la moral prevaleciente entre los habitantes aspiracionales y fallidos del electorado norteamericano que empoderó a Donald Trump.
¿Los predestinados?
En los Comentarios a la carta a los romanos y en Las ordenanzas eclesiásticas de la iglesia de Ginebra, el teólogo francés Juan Calvino, a través de su Consistorio, impuso el rigor y el fundamentalismo, censuró y prohibió las lecturas que llamó profanas…
… vigiló la conducta y el estudio de los jóvenes, a los que se les negaba la diversión, el baile, las fiestas o los cantos que no fuesen estrictamente religiosos y no se toleraba la mínima impugnación a la solidez dogmática y a esa disciplina de la prohibición general de todo.
Perseguidos por la Alta Comisión Eclesiástica de Inglaterra, los puritanos, soldados de la Biblia y de la vivencia de la predestinación, vituperadores de toda distracción o entretenimiento, elegidos por encima de la inmensa masa de los pecadores, emigraron a América del Norte para someter a los indios, arrasar con los demonios y fundar el paraíso terrenal.
Eran puritanos, descendientes de aquel partido que había gobernado Inglaterra al lado del Lord Protector Oliver Cromwell. Interpretaban las Escrituras al estilo de los calvinistas frente a la liturgia, los rituales y el gobierno jerárquico de los obispos. Llegaron a este continente disfrazados como “Padres Peregrinos” a bordo del Mayflower, en 1620.
Porque la expansión marítima y colonial de la Gran Bretaña y de los Países Bajos llevaron a los hugonotes a las costas de América del Norte. Su éxito en las nuevas tierras se basó en su doctrina amedrentadora sobre la predestinación y en su creencia en la santidad del trabajo, por encima de cualquier otra consideración.
Los demás, al infierno
En 1947, los comités estadounidenses de cuáqueros, descendientes de luteranos, calvinistas y protestantes, recibieron el premio Nobel de la Paz. Pennsylvania se convirtió en su principal centro de actividades. Creían en la autoridad suprema de la palabra interior del Espíritu Santo. ¡Hágame usted el refabrón cavor!
El híbrido de toda esta mezcolanza es el bautismo renacido. Su texto, el Apocalipsis de San Juan. Su firme creencia: que, en el terremoto del fin del mundo, sólo ellos serán llevados al paraíso, mientras que los católicos seguidores del Papa, budistas y musulmanes serán condenados a freírse en los infiernos. En esas manos está el mundo.
Lo comprueba históricamente la existencia de una organización de los nacidos para matar, miembros religiosos de la Asociación Nacional de Amigos del Rifle, una estructura social con afanes de limpieza étnica, de intolerancia racial, de misoginia y supremacía, caverna de minutemen, de sicarios antiinmigrantes y del Partido Republicano.
Todos ellos, la crema de la crema electoral desaforada, el 30% de los estadunidenses que integran el voto duro del electorado nacional que llevó a Donald Trump al lugar en donde nunca debería de haber estado, el núcleo confinado al que sirven los dislates y las furias de un enloquecido anaranjado que sabe que ellos nunca lo dejarán solo. Son exactamente iguales.
Sociedad descompuesta
Todas las teorías emblemáticas de los últimos siglos que se refieren a que el propósito de conseguir seguridad hace que los hombres cedan parte de su libertad para someterse al arbitrio de la autoridad. Que han logrado que el Estado se convierta en el monopolio legítimo de la violencia.
Decenas de miles de migrantes desplazados de México por un sistema económico injusto han fallecido por los rifles de estos esperpentos. De la misma manera, miles de niños y mujeres que buscan el pan en Estados Unidos han sido víctimas de la supremacía racial y la misoginia de cuáqueros y calvinistas redivivos.
Enfebrecidos defensores de un american dream que huele más a réquiem que a futuro y civilización, porque el Imperio ha sido socavado hasta la médula por esos afanes de grandeza enfermiza.
Parece que no han sido enterados de que más del cincuenta por ciento de las posiciones y las plazas de investigación en las industrias de punta y de la economía del conocimiento, así como de los doctorados científicos de esas materias en sus universidades están ocupados actualmente por migrantes, con destrezas, habilidades y capacidades que rebasan esa estructura económica.
No. Los Amigos del Rifle son el ejemplo exacto de que el Estado ha sido sustituido en sus funciones básicas de la seguridad y la justicia para ceder los trastos a organizaciones criminales que en nombre del progreso asesinan y exterminan a los ciudadanos que buscan el ejercicio de sus potestades. La venta de armas de alto poder a cualquier mequetrefe permite que se paseen campantes por todo el territorio sin que nadie proteste o diga algo.
Cientos de muertos y heridos de gravedad son el testimonio de un sistema ensangrentado y vengativo.
El ejemplo de Las Vegas y la masacre ejecutada por un WASP afiebrado de poder y de falsas ilusiones pone la plana de lo que sigue, ante la apatía de un sistema carcomido por los que cree son sus mejores hijos. El 30% del voto duro al servicio de las pendejadas de Trump, un calvinista trasnochado.
El asesinato del CEO de UnitedHealthcare, una de las aseguradoras con mayor clientela en EU, Brian Thompson, a manos del llamado Príncipe de Baltimore, Luigi Mangioni, pero sobre todo sus secuelas, muestran el grado de descomposición de la sociedad del Imperio en decadencia, toda vez que un grueso sector de la sociedad estadounidense considera al homicida una especie de héroe vengador y no el villano de esta película.
Y los cuatroteros, en el fondo, siguen cantándole loas al desquiciado que volverá a instalarse en la Casa Blanca el próximo 20 de enero. Poniendo a todo México y cualquier proyecto de Nación a su servicio. Juan Ramón de la Fuente, quien vivió un par de años en Nueva York; Marcelo Ebrard, que hasta colaboró en la fallida campaña presidencial de Hillary Clinton, y la propia señora Claudia Sheinbaum, quien hizo un posgrado en una universidad vecina a San Francisco están entre los fanáticos de esta manera de ver el mundo y las relaciones entre nuestro país y los que se sienten dueños de todas las vidas.
La barbarie ha sido perfeccionada en esa burla de civilización.
Voltaire puede apuntarse otra predicción afortunada.
Indicios
Paradojas de la vida. El domingo 22 de enero de 1984, Pablo de Ballester terminó la celebración de la Divina Liturgia. Acompañado de un asistente, estaba en el estacionamiento para abordar su vehículo. La tragedia se acercaba cuando un general en retiro del ejército, Rafael Román, llevaba escondida un arma la cual activó contra el obispo ortodoxo. Herido de gravedad, se quiso dar atención inmediata a Ballester. Las crónicas del momento dicen que Román quiso matarse después del atentado para no enfrentar las consecuencias; sin embargo, no consiguió su cometido siendo aprehendido. Pablo de Ballester estaba herido mortalmente. Llevado a la Cruz Roja fue intervenido, pero el ataque fue certero y las lesiones le causaron la muerte días después, el 31 de enero. * * * Por hoy es todo. Reconozco a usted la lectura de este texto. Como siempre, le deseo ¡buenas gracias y muchos, muchos días!