En opinión de Magno Garcímarrero
MONOGRAFÍA DEL LAMBE CAZUELA
Magno Garcimarrero
El dedo índice es el dedo divino por excelencia: en todas las imágenes de Dios, lo tiene siempre señalando hacia las alturas cuando su genio es apacible; horizontal y amenazante cuando se propone castigar a los mortales; flamígero en casos extremos de los que la historia consigna pocas ocasiones, como la expulsión de Adán y Eva del paraíso terrenal y el exterminio de Sodoma y Gomorra. Comunicativo como en la pintura de la Capilla Sixtina conocida por todo el mundo. Se sabe también que cuando menos en una ocasión Dios usó el dedo índice como bolígrafo y el cielo como cuaderno de caligrafía, según lo dejó consignado don Francisco González Bocanegra en una de las estrofas del himno nacional mexicano en que le atribuye al supremo la inscripción del eterno destino de la patria mediante el uso del dedo. Debe entenderse que el autor utilizó el dedo…Mejor dicho, la palabra dedo, refiriéndose al índice que es por antonomasia el dedo. Ningún otro de la mano o de los pies recibe este tratamiento antonomástico.
No se ha sabido de persona, paisano, diputado, partido o funcionario alguno que utilice un dedo distinto al índice para indicar, votar, elegir o asentir. No se vería bien a un elegido por el pueblo levantando el dedo gordo; aunque recordemos, éste tiene también su historia desde tiempos del imperio romano, cuando el pulgar servía, apuntando para arriba para perdonar la vida del cristiano, y hacia abajo para dar paso a la muerte en la arena.
En México el dedo índice se llama Lambe Cazuela y sus hermanos son: el Niño Chiquito y Bonito, el Señor de los Anillos, el Tonto y Loco, y el Mata Piojo. Cada uno tiene una función distintiva a saber: El niño Chiquito que también se apellida meñique sirve para cosas tan disímbolas como levantarlo elegantemente en el momento de tomar el té en una tasa de porcelana, tanto como para sacarse los mocos distraídamente mientras espera uno que el semáforo se ponga en verde.
El Señor de los Anillos o anular sirve como su nombre lo indica, para portar el anillo de bodas y carece de otra función visible; en cambio el Tonto y Loco tiene un apellido contradictorio, pues cordial no solo hace referencia al corazón sino a la cordura de la que, según opiniones, carece este dedo que se mueve al vaivén que le marcan los de junto. Así también sirve para demostrar carencia de cordialidad cuando en posición eréctil y flanqueado por sus hermanos flexionados, consigue una muy tradicional señal obscena que, según se sabe data desde el florecimiento de las ciudades griegas.
El Mata piojo sin embargo tiene un apellido congruente: Pulgar; ni más ni menos porque su trabajo más antiguo era el de matar pulgas, actividad que, según famosos antropólogos, aunque ahora caída en desuso, le viene desde los tiempos del pitecantropus pekinensis, abuelito de los susodichos antropólogos.
El dedo Índice finalmente, tiene el remoquete de Lambe Cazuela como ha quedado dicho, en virtud de que, antes del destino camaral y la proverbial y nunca bien comprendida función dedocrática, este dedo se usó para repasar los calzones de los frijoles, que así se llaman las solidificaciones que se quedan pegadas en el borde de la cazuela después de haberse enfriado. Así mismo en cualquier otra obra de arte culinario donde la cazuela juega un papel insustituible, como es el caso del mole, sea rojo, negro o verde. Así también postres como la calabaza en piloncillo y el ate de guayaba, requieren indispensablemente de ser preparados en cazuela o probados con el índice.
No es posible soslayar, si se quiere hacer un estudio completo el carácter sensual del dedo índice, y nótese que digo sensual y no sexual que es un asunto muy distante a este moral trabajo. El dedo está subconscientemente considerado como la terminal de la sensibilidad más refinada.
Verdad es que el sentido del tacto reside en toda la piel, pero por alguna asociación, por cierto bastante bien estudiada por Freud, suponemos que el dedo constituye la piedra de toque de esa función; de ahí que el dedo se comprometa antes que ningún otro órgano, en todo tacto y contacto, ya cercano ya de larga distancia al usar el teléfono; aunque suele haber secretarias no muy normales, que utilizan el lápiz por el lado de la goma para marcar los números, con las consecuentes equivocaciones dada la falta de insensibilidad del adminículo.
Para Freud soñar con el dedo índice tiene la inequívoca interpretación de referirse a lo masculino; así pues, depende de que el soñante sea dama o caballero para inferir sus deseos rectos o desviados.
Últimamente, el índice es un dedo de trabajo, es nada menos el operario del gatillo de las armas de fuego, el más activo de todos y, como es sabido: que órgano que no se usa se atrofia, pero el que mucho se usa se hipertrofia, podemos estar seguros de que ha poco veremos ciudadanos o vecinos con un dedo índice muy ágil y hasta con callo en la pancita.
Pero la mente humana tiene circunvoluciones impredecibles: le pregunté a un conocido reportero de nota roja, que si dios le concediera un tercer ojo, ¿Dónde quisiera que se lo implantara? Me contestó que en el dedo índice. “No hay otro lugar más adecuado” -agregó- “eso puede permitirnos a los chaparros ver los cuerpos desde atrás de las aglomeraciones de gente con solo levantar la mano”.