Cultura

«Piedra y memoria: El legado ancestral de Cantona” un programa para celebrar los 30 años de su apertura

La Zona Arqueológica de Cantona, en Puebla, celebra 30 años de su apertura, con retos y avances en la investigación y para celebrarlo, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) organizó el programa “Piedra y memoria: El legado ancestral de Cantona”, que se realizará los días 18 y 19 de enero de 2025, en el sitio localizado en el kilómetro 7.5 de la carretera Tepeyahualco-Xonacatlán, municipio de Tepeyahualco de Hidalgo.

Cantona la Casa del Sol es una deslumbrante urbe prehispánica fortificada que controló la ruta comercial entre el Altiplano y el Golfo de México. Todo en ella causa admiración: la acrópolis, plazas, barrios, alrededor de 4,000 calles interconectadas y numerosos juegos de pelota. Sus hábiles artesanos trabajaron la obsidiana.

Esta antigua metrópoli está asentada sobre un malpaís (campo de lava con una superficie escabrosa y árida), pero su población lo habilitó en unidades habitacionales rodeadas por muros periféricos. Conocemos al menos 2,700 en la parte sur —la más estudiada—, y se calcula que en su momento de mayor ocupación llegó a contar con alrededor de 7,500 unidades habitacionales donde residían poco más de 90,000 personas. La presencia de 27 o más juegos de pelota le otorgó una importancia inusitada. Tuvo su mayor apogeo cultural entre el 350 a.C. y el 550 d.C. Después del año 600 d.C. su población creció de manera significativa, y en esa época —hasta el 900— fue la ciudad más grande e importante del Altiplano Central.

Los habitantes de Cantona comerciaron con artefactos de obsidiana que obtenían de los yacimientos de Oyameles-Zaragoza, a escasos nueve kilómetros al noreste de la ciudad. El Estado controló dicha producción para lograr el intercambio de los bienes y productos que se necesitaran. Existe un área donde se conocen poco más de 350 talleres estatales.

Cantona no está mencionada en las fuentes históricas, ya que fue abandonada unos 500 años antes de la llegada de los colonizadores hispanos.

Hace tres décadas abrió al público la Zona Arqueológica de Cantona, en Puebla, constituida por 25 hectáreas, de las cuales se encuentran abiertas casi el 2 por ciento de la máxima extensión que tuvo esta ciudad prehispánica; no obstante, su Acrópolis y sus terrazas de carácter habitacional y agrícola ofrecen un acercamiento al complejo urbanismo que alcanzó entre los años 600 y 800 d.C.

En la actualidad se ha explorado y habilitado la porción sur de la ciudad, que abarca buena parte del centro cívico y religioso principal, algunas calles, plazas cerradas con pirámides y seis juegos de pelota, así como unidades habitacionales tanto para la élite como populares. Especialmente dignos de visitarse son la Plaza Oriente o Pirámide del Mirador, desde la que se observa un sector importante del sur de la ciudad, lo mismo que los talleres estatales, el Conjunto de Juego de Pelota 7 y los conjuntos arquitectónicos vecinos, lo mismo que el Conjunto de Juego de Pelota 5, que permite contemplar el extremo poniente de la Acrópolis. Igualmente es muy recomendable visitar las unidades habitacionales cercadas con muros periféricos, para examinar los basamentos sobre los que se apoyaban las casas y la comodidad con que vivían sus moradores.

El primer día de actividades del festejo por su 30 aniversario, contempla cuatro conferencias magistrales: Cantona y sus vecinos: Una mirada desde la Sierra Norte de Puebla, del arqueólogo Alberto Diez Barroso Repizo; Presencia de juegos de pelota en la Sierra Norte de Puebla, a cargo del experto en la relevancia histórica y ritual de este deporte, Sergio Suárez Cruz; Tastil: un centro urbano del noroeste argentino, del doctor Luis Alberto Martos López, y una más del director del Centro INAH Puebla, Manuel Villarruel Vázquez, titulada Urbanismo antiguo en los márgenes del Nilo.

La jornada del 18 de enero culminará con la presentación de la rondalla del Tecnológico Superior de Libres que, por medio de sus interpretaciones, llevará a la audiencia a un viaje por el tiempo.

A las 9:30 horas del domingo 19, habrá una visita por el sitio, bajo la guía de la arqueóloga Katina Vackimes Serret, experta en la restauración de esta urbe fortificada, la cual se asentó en 1,453 hectáreas y controló la ruta comercial entre el Altiplano y el golfo de México, hacia los periodos Clásico Medio y Posclásico Temprano (600-900 d.C.).

Las siguientes conferencias: Cantona y las ciudades del Epiclásico y El semidesierto de la cuenca de Oriental de Puebla y la gran ciudad de Cantona serán dictadas por el investigador Iván Lina Ramos y Katina Vackimes Serret, respectivamente.

“Piedra y memoria: El legado ancestral de Cantona” cerrará con una serie de espectáculos culturales que empezarán al son del mariachi, seguido de la presentación del grupo de danza San Juan, y de la marimba Hermanos Gómez, originaria de la Ciudad de Libres.

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