PRI: Adiós (Español), Adieu (Francés), Bye (Inglés), Ciao (Italiano), Tchao (Portugués) y Magö (Otomí) / En opinión de Nidia Marín

El adiós al PRI, de la mano de una Morena (el partido) y un Moreno (Alejandro), se escribió el pasado domingo en el Estado de México con la entusiasta colaboración de quien quedará en la historia como el último gobernador del Partido Revolucionario Institucional en aquella entidad.

¿Fue colaborador con la institución presidencial para que no ganara el tricolor?

Eso dicen. Pero la felicidad de la señora de las uñas largas y del cacique del costal de mañas del vecino estado fue exhibida sin el más mínimo pudor, de la misma manera que durante la jornada se dibujó con exactitud la corrupción que envuelve este tipo de procesos con la compra de votos a la orden del día, así como lo que se podrá esperar que suceda con las arcas mexiquenses en un futuro muy cercano: tres meses.

En este 2023 el Estado de México cumplió 90 años de ser gobernado por el mismo partido, aunque primero fue el Partido Nacional Revolucionario (PNR), después cambió su nombre a Partido de la Revolución Mexicana (PRM) y finalmente Partido Revolucionario Institucional (PRI). 

Su primer gobernador verde, blanco y rojo fue Filiberto Gómez en 1933 (del PNR) y el primer priista llegó en 1945 y fue nada más y nada menos que Alfredo del Mazo Vélez, abuelo del actual mandatario estatal, Alfredo del Mazo Maza quien, por la derrota de ayer, es desde hoy el último gobernador emanado del PRI. Su padre, por cierto, también gobernaría la entidad de septiembre de 1981 al mes de abril de 1986. 

¿Terminó esa dinastía familiar de gobernantes? Por lo pronto sí.

Como PRI, pues, los gobernadores fueron 16. Iniciaron en 1945 y concluyen en tres meses más, en septiembre de 2023, es decir 78 años ininterrumpidamente.

De ese grupo solamente uno llegó a ser el Presidente de la República, Enrique Peña Nieto.

De acuerdo a los estudiosos, el triunfo de Morena en el Estado de México se produjo ante el elevado abstencionismo y la evidente compra de votos, a diestra y siniestra, propiciada desde el cacicazgo. En esas acciones de corrupción electoral participaron, de acuerdo a las denuncias, desde presidentes municipales de ese y otros estados de la República, hasta policías, empleados de municipios e integrantes del Ejército Mexicano, de tal manera que la abierta corrupción de Morena, seguirá marcando la pauta en la entidad.

Pero, además, es una gran verdad que en toda la República Mexicana el abstencionismo galopa y gana. La poca credibilidad en las instituciones lo produce y al no ser respetadas, al mismo tiempo ocurre el rechazo para acudir a las urnas, porque solo representa -aseguran los abstencionistas, “una pérdida de tiempo”-, ya que el resultado será el que impongan desde la cúpula.

De ahí que el domingo pasado, en el Estado de México, el rechazo al voto haya superado el 50%. Sí hay desencanto e ira de los ciudadanos en contra de los partidos políticos y con el propio sistema. Prefieren no perder el tiempo si saben que con trampas y argucias ganará la persona que desde Palacio Nacional ordenen que triunfe.

Exponen los especialistas en esa materia que, en los regímenes autocráticos, la no participación se considera la expresión pública de una oposición a un régimen. Además, es también un rechazo al dominio de ciertos partidos políticos debido a la ausencia de renovación de la clase política, la falta de credibilidad de las fuerzas políticas ante el incumplimiento de las promesas electorales, el carácter cerrado de las listas electorales, o el descontento con el método tradicional de participación. Sí, son factores que pueden influir en la abstención como forma de castigo. 

En definitiva, (aseguran los estudiosos de la Corte Interamericana de Derechos Humanos), el alejamiento de las urnas se debe también a la progresiva fisura abierta entre gobernantes y gobernados, ya que la gente no es tan fácil de engañar y una mayoría de electores perciben la realidad política por intuición, pero con más sentido común que muchos políticos y sabiondos.

Explica la Corte Interamericana, además, que el común de los votantes tiene motivaciones como la protesta, el temor, la simpatía o el sentido del humor que no se vinculan con la posibilidad de triunfo del candidato.

En fin, que en el Estado de México se estará escribiendo otra historia, esperamos equivocarnos en cuanto a que sea una gran corrupción, aunque como dice el dicho: “De casta le viene al galgo”.

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