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Sheinbaum, Presidenta con A: Beatríz Pagés
Al rendir protesta como la primera Presidenta de México, Claudia Sheinbaum pidió que la llamaran Presidenta con “A”. Con esa solicitud busca que la igualdad de género empiece por el lenguaje.
Esa “A” también es la primera letra de la palabra “Atreverse”. Sheinbaum se atrevió a desafiar mitos, prejuicios, atavismos milenarios y logró sentarse en una silla monopolizada por los varones.
Ahora a la Presidenta con “A” le toca dar un paso más hacia adelante. Sustituir el estilo autoritario, violento y amenazante de su antecesor por un estilo democrático y republicano que recupere el valor de la política.
Atrévase, Presidenta, a extender la mano a la oposición, a quienes no votaron por usted y a quienes piensan distinto.
Atrévase a ser cabeza de la reconciliación nacional. Si bien México es un país majaderamente desigual en los económico y en lo social, ese divorcio se agudiza y profundiza cuando el gobierno lo encabeza un sembrador de odio y resentimiento.
Atrévase a utilizar la Historia como un instrumento de paz y reencuentro entre pueblos y naciones. No para profundizar o atizar complejos y disputas estériles.
Así como pidió –con toda razón– que la llamaran Presidenta y no “la Presidente”, así también es imprescindible eliminar del discurso político palabras y conceptos maniqueos que sólo logran abrir heridas, dividir, intoxicar la convivencia y democracia.
Atrévase –como lo hizo en su primera mañanera– a impedir que se sigan levantando piras inquisitoriales contra personajes del pasado, que, efectivamente, serán enjuiciados por la historia, la condena social o por un tribunal.
Atrévase a corregir la reforma al Poder Judicial. La elección de jueces, ministros y magistrados nada tiene que ver con la democracia. Es resultado de una venganza. Es el mazazo de un todopoderoso contra ministros y jueces que actuaron para defender la constitucionalidad.
Atrévase a no heredar pleitos ajenos, calenturas que va a poner en riesgo la confianza en su gobierno. Usted será una de las primeras víctimas de una reforma inconstitucional que socava la autonomía del Poder Judicial, la separación de poderes y los más importante, que pone en duda la vocación democrática y no autoritaria de su gobierno.
Atrévase a dialogar con los ministros y ministras de la Corte cuyos nombres fueron escritos por el gobernador Cuitláhuac García sobre un ataúd. Restablezca la colaboración y relación institucionalidad entre poderes.
Atrévase a ser tolerante con la crítica. A sentarse con esa prensa estigmatizada, marginada y perseguida desde las “mañaneras”. Con intelectuales disidentes. No para repartir “sobres”, “chayotes”, contratos publicitarios o complicidades, sino para construir una sociedad más consciente, participativa, informada y tolerante.
Usted será una mandataria con poderes absolutos. Una especie de super presidenta. Su partido tiene el control del Congreso, gobierna en 24 de 32 estados y domina las legislaturas locales. Atrévase a vacunarse contra la autocracia y el mesianismo, la soberbia y la prepotencia, prohíba el culto a la personalidad.
Señora Presidenta: Su primera “mañanera” la inició con la conmemoración del 2 de Octubre, fecha fatídica en el calendario nacional. Se interpretó no sólo como un repudio al autoritarismo del pasado, sino como la promesa de que usted ha decidido renunciar a encabezar una presidencia totalitaria.
Atrévase, entonces, a sanar heridas y a tejer la reconciliación, a hablar no solo para los casi 36 millones de mexicanos que votaron por usted, sino también para esos 64 millones de electores que lo hicieron por partidos distintos o que simplemente no votaron.
Esa niña, mujer indígena, que hoy es emblema de su gobierno lleva una bandera. No se ve el símbolo nacional, pero muchos mexicanos tenemos el deseo que en el centro haya un águila con las alas abiertas.
Por Beatríz Pagés