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Sólo hay dos lugares en el mundo con cascadas petrificadas 

Hierve el Agua, Oaxaca, es uno de los sitios más visitados, pero ¿Sabías que solo hay dos lugares en el mundo en que se pueden admirar cascadas pétreas?

Separados por un océano y 11,800 km, Turquía y México son los únicos países en el mundo en dónde puedes encontrar cascadas petrificadas.

Considerado como un lugar sagrado para los Zapotecas, Hierve el Agua es uno los lugares más emblemáticos de Oaxaca que destaca por sus grandes bellezas naturales y se encuentra ubicado en el centro de una sierra que se caracteriza por su esplendorosa vista, así como por la blanquitud e inmensidad de sus cascadas petrificadas.

Hierve el Agua es un conjunto de cascadas petrificadas que se distingue por el color blanco y por los más de 200 metros de altura que las conforman. Se localiza en la Sierra Mixe de Oaxaca, en la localidad de San Isidro Roaguía en el municipio de San Lorenzo Albarradas, a 70 kilómetros de la capital.

De acuerdo a la oficina de Turismo de Oaxaca, «su nombre se debe a que el agua que nace de los manantiales está hirviendo, pero no por las altas temperaturas, sino porque los gases minerales que contiene hacen que desprenda burbujas gaseosas al exterior de la montaña».  Debido a su alto grado de azufre y calcio, se cree que estas aguas tienen efectos medicinales, pues, aparentemente, son capaces de eliminar barros, caspa, enfermedades de la piel, así como aliviar indigestiones, entre otros malestares.

Del otro lado del mundo, las cascadas Turcas, en Pamukale, son conocidas con el nombre de “Castillo de algodón” y fueron un referente en la época helenística para la creación de baños termales. Viajeros y comerciantes griegos que visitaban Herápolis hacían una parada obligada en la zona para disfrutar las formaciones de agua naturales.

El origen de una formación tan particular como esta ocurrió durante movimientos tectónicos, pues debajo del suelo hay actividad volcánica. Esto mismo provoca que el agua que emana de los manantiales contenga una alta concentración de carbonato de calcio. Esta composición química se endurece al entrar en contacto con el aire, por lo que cada gota que escurre contribuye a la formación de estalactitas.

Y aunque estas formaciones se han formado desde hace millones de años, no fue hasta el siglo II a. C. que fueron descubiertas por la civilización. Las albercas de Pamukkale eran los baños termales de griegos y luego de romanos. Estos últimos establecieron una pequeña ciudad en la cima del sitio llamada Hierápolis.

Hoy en día, en este sitio arqueológico –protegido por la UNESCO– tiene fuentes, un anfiteatro, un cementerio y las ruinas de los baños. Por motivos de conservación, no se puede acceder a las terrazas de Pamukkale, pero existe la posibilidad de nadar en una serie de albercas más nuevas.

Con información de travesiasdigital.com y médium.com

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