En opinión de Jesús Michel Narváez
Sopa de su propio chocolate
Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Bajo el criterio de que los jueces, magistrados y ministros del Poder Judicial de la Federación y de los estados, nada puede ser más democrático que el sea el pueblo el elector de los servidores públicos, se supondría que el oficialismo no tendría objeción de que quien presida la Comisión Nacional de los Derechos Humanos llegue al cargo por la vía del voto “popular, secreto y universal”.
Sería “democrático” la obtención del cargo y se acabarían las cuotas partidistas y de los “cuates” del presidente de la República en turno. En este caso, de la presidenta.
Rosario Piedra, la que controvertidamente obtuvo el visto bueno del Senado de la República en tiempos en los que Ricardo Monreal vivía bajo el cobijo presidencial, intenta reelegirse y ello, en principio, violentaría la decisión de la presidenta Sheinbaum, que desea cancelar -y lo hará, no lo duce- la reelección de los políticos -dicen serlo y la mayoría no sabe que la política es el arte del diálogo- con lo cual ningún legislador y presidente municipal podrá aspirar a mantenerse en su escaño o curul a partir de la elección de 2030.
Piedra ha sido un dolor de cabeza para los ciudadanos que, sin saberlo, confiaban en que se les atendería para que se restituyera su derecho humano violentado por diversas autoridades de todos los niveles. Alejada del cumplimiento de sus obligaciones y suponiendo que por ser hija de una luchadora social que aprovechó la desaparición de su hijo para hacer carrera política, es suficiente para mantenerse en el cargo por otros 4 años.
De manera sorpresiva, el destroyer del PAN, Marko Cortes, senador plurinominal, presentó la iniciativa en la que propone que el ombudsman corra la suerte de los jueves, magistrados y ministros.
Quien aspire a “servir a la sociedad” y no obedezca las indicaciones de Palacio Nacional, como ha sucedido con Piedra desde que tomó posesión y presumió del respaldo del que ¿se fue?, podría desempeñar el trabajo con el que ganó prestigio el organismo autónomo constitucional.
En estos cuatro años, las mujeres han tomado las instalaciones de la CNDH ubicadas en la calle de Cuba; se han registrado protestas en los dos edificios del organismo ubicados en Periférico Sur. Infinidad de quejas por el maltrato recibido. Ruptura con los consejeros, que abandonaron sus espacios por no compartir la forma en que Piedra ordenó a los visitadores atender los derechos humanos,
Con el cúmulo de desaciertos cometidos, parecería lógico que la carrera “política” o de “servidora pública” de la señora Piedra llegara a su fin.
Sería sano que personalmente renunciara a la reelección u mostrara altura de miras. Por supuesto, si es que tiene tantita dignidad y admite su incapacidad para estar al frente de una institución creada en 1990 y cutos titulares han sido personajes conocedores del derecho, de la importancia que tiene esta rama respetada, por voluntad, por leyes o por presiones.
Es mucho pedir, lo sabemos.
Sin embargo, habría que esperar qué decide la Comisión de Derechos Humanos del Senado de la República para echar las campanas al vuelo porque habrá elección o para llorar porque será elegida por el Pleno.
A lo mejor a los senadores del oficialismo no le gusta la sopa de su propio chocolate y optan por beber otra cosa, aunque les ofrezcan de compañía los tamales de chipilín.
Por cierto, hoy es el Día de la Hispanidad. Algo que ya no se conmemora en México hasta que la Corona de España ofrezca una disculpa pública por la conquista “hecha con la cruz y la espada”.
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