En opinión de Jesús Michel Narváez
Tardíos spots
Hasta antes de la sepultura nada cristiana, los órganos autónomos constitucionales en contadas ocasiones difundieron, no se sabe si en tiempos oficiales o con cargo a su presupuesto de (in)comunicación social, los “logros alcanzados”, el “servicio a los ciudadanos”, la “aportación de información para disipar dudas”, el valor de las decisiones jurídicas.
Simplemente sus cabezas, llámense ministros, comisionados o consejeros, dejaron correr el viento sin cobijarse. Desde febrero se conoció la intención de desaparecerlos y tomaron a broma la iniciativa presidencial que lo proponía.
Durante 9 meses ignoraron lo que la prospectiva señaba: será realidad su extinción.
Y ya encarrilado el ferrocarril de la soberbia, todavía dudaban que las ruedas circularan por las vías decididas por el “arquitecto” con licencia de operación y domicilio fiscal (fantasma, por cierto) en Palenque, Chiapas.
Consumada la sepultura, el réquiem cantado, las cabezas del INAI, Ifetel, Cofece y SCJN, ordenaron a autorizaron a sus jefes de comunicación lanzar campañas para que “los ciudadanos se enteren de lo que están perdiendo”.
Tardía difusión de spots.
Habría que tratar de ser claros: ¿quién conocía qué hacia la Cofece?… ¿quién sabía de los alcances del Ifetel?… ¿y quien se enteraba de las decisiones que representaban la aplicación de la justicia? Del INAI había conocimiento no por sus resoluciones, sino por la información que obtenían los periodistas para sustentar sus reportajes, principalmente, y sus comentarios en artículos de opinión.
Los otros, el Consejo Nacional de Evaluación Política de Desarrollo Social (Coneval), la Comisión Reguladora de Energía (CRE), la Comisión Nacional de Hidrocarburos CNH) y la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (Mejoredu), acaso si tenía conocimiento de su existencia los interesados directos en las decisiones tomadas por estos órganos, de suma importancia en las áreas para los que fueron creados.
Y han sido los que no utilizan tiempos oficiales o comprados para difundir los logros obtenidos y los beneficios para la sociedad.
Sin minimizar a ninguno de ellos, incluido el Poder Judicial de la Federación, habría que poner sobre la mesa de las innecesarias discusiones, que los 7 órganos autónomos ya no existen y que el Poder Judicial de la Federación está a punto de derrumbarse cuando sus cimientos fueron horadados por la traición de un senador que otorgó su voto a favor a cambio de que las carpetas de investigación en su contra, de su padre y de su hermano, fueran cerradas.
Los anuncios difundidos generan la expectativa de que los órganos existen y que se puede recurrir a ellos para solventar los problemas que correspondan a sus áreas.
Se trata de un engaño siguiendo los pasos de del gobierno federal, los gobiernos estatales, el Congreso de la Unión y en términos generales de Morena, que generará la desconfianza y confirmará la decisión presidencial avalada por el Congreso de la Unión, que eran órganos inservibles para la sociedad y sumamente costosos.
La pregunta que nos debemos hacer todos es: ¿por qué el presupuesto destinado comunicación social no se ejerció antes para producir el efecto de que gracias a ellos -los órganos- el ciudadano tiene información, protección, defensa y hasta beneficios económicos por las rebajas en los contratos de televisión de paga y tarifa de celulares?
La difusión de mensajes hoy en día, sirve para lo que se le unta al queso: ¡para nada!
Por lo tanto, lo decente es cancelar los spots, aunque la orden provenga de los sepulcros.
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