Xóchitl: O corrige o se queda / En opinión de Armando Ríos Ruiz
La luz de la explosión que acompañó el destape de Xóchitl a la candidatura por la Presidencia, pasó repentinamente a un ambiente más opaco. Lo anterior, obviamente obedeció a su visible inexperiencia en este tipo de acontecimientos políticos para los cuales, se necesita de mucha experiencia en la materia.
No es posible confiar en cualquiera. Como en los alegres dirigentes de los partidos que la cobijan, Marko Cortés, del PAN y Alito Moreno del Revolucionario Institucional, principalmente y entre los cuales, el mejor posicionado resulta Jesús Zambrano, del PRD, con una larga historia en lides de toda clase.
Pero los tres buscan acomodos en lo que existe debajo de una candidatura presidencial, en donde abundan otros cargos dignos de ser perseguidos, como los de elección popular y dentro del gabinete, si llega a cuajar el plan concebido para llegar a la Primera Magistratura.
Para esto, obviamente, es necesario hacer acopio de los mejores hombres. De los más experimentados. De los que conocen bastante los intríngulis, las estrategias de este tipo de guerra. Los que están dotados de gran inteligencia y agilidad mental para discurrir de manera inmediata las tácticas más efectivas para contrarrestar los embates del enemigo y para rebasarlo.
Inclusive es necesario que el mismo aspirante se haga del conocimiento suficiente, arrancado de los libros, para responder con eficacia en este género de cruzadas. Por esta razón se puso de moda un libro escrito por el general y estratega militar chino, Sun Tzu, hace aproximadamente 2.500 años, en China, que hoy resulta un estupendo manual en las contiendas políticas del mundo.
Lo anterior no quiere decir que todo está perdido. Xóchitl está perfectamente a tiempo de enmendar. De corregir el rumbo, si tiene la inteligencia y la humildad de escuchar a los que conocen la materia que hoy la ocupa. Tiene que desentenderse de la recurrente idea de anexar a familiares, más que nada para que se fogueen en cuestiones políticas.
Lo anterior puede rendir frutos en un estado. No en una lucha por la conquista de la presidencia del país. Tiene que procurar ser más prudente con expresiones como “se me acabó el discurso”. Los votantes no admiten ese tipo de pifias en alguien que pretende llegar al cargo más codiciado políticamente.
A estas alturas, parece haber admitido ya que las malas palabras pueden hacer reír y resultar chistosamente admisibles, pero su abuso no es recomendable porque a la larga, chocan con el oído de mexicanos que exigen seriedad.
Puede recuperar espacios y adelantarse, si se aplica consciente y responsablemente con la tarea de selección en la conformación de su equipo de campaña. Debe dejar de pensar que cualquiera puede, como el actual Presidente. La diferencia es que ella es apenas candidata y el otro ya está en funciones.
Debe concientizarse hasta lo más profundo de su mente, que está frente a todo el aparato de gobierno que protege a su rival que, aunque demasiado gris y desangelada, tiene de su parte al mismo Primer Mandatario, ningún genio de la propaganda, como muchos se han empecinado en denominarlo. Pero sí muy preocupado por ganar la elección. Éste es el verdadero peligro.
Tiene miedo fundado de ir a parar a la cárcel, porque está consciente del daño difícilmente reparable que ha ocasionado a México y a los mexicanos. Por ello hará lo indecible para llevar al triunfo a su clon, con todos los recursos de este gobierno, que se traducirán en miles de millones de pesos.
Los errores en que ha caído Xóchitl, como el del discurso y el de hablar mal del PRI y de su dirigente, no tienen disculpa. Pueden enmendarse en el momento, si se dispone de esa agilidad de mente. Después, se quedan en la memoria colectiva, en donde desgraciadamente comienza a desdibujarse el emisor.
El mismo Santiago Creel ha resultado una pifia. Suele decir que es un hombre de resultados, pero nadie conoce cuáles. Y no son muchas las formas que hay que modificar, pero sí necesaria su corrección cuanto antes.
Una entrega de Latitud Megalópolis para Índice Político