En opinión de Jesús Michel Narváez
¿Y las acciones?
Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Mucho ruido.
Mucha foto.
Mucho reflector.
Así se mostraron integrantes del gabinete de seguridad del gobierno federal en su “traslado y presencia” en Culiacán, el pasado martes.
Llegaron a la Zona Militar 9 y, como el expresidente, desde ahí “analizaron y diagnosticaron” cómo frenar la violencia criminal que azota a la capital de Sinaloa desde hace un mes y que ha cobrado la vida de 153 personas, el 98% ejecutadas y la desaparición de 236.}
En la guerra que libran la chapiza y la mayiza, no hay tregua. EL control por la plaza tiene más valor que la vida y la paz.
Después de conocer el mapa del dominio territorial que tienen los cárteles y que fue hecho público por el secretario de Seguridad Pública y Protección Ciudadana. Omar García Harfuch, llama poderosamente la atención que el cártel que tenga mayor dominio territorial sea el de Sinaloa o Pacífico por encima del CJNG y que el ejército, la marina, la GN y el Centro Nacional de Inteligencia conozcan las ubicaciones en donde actúan y lo sigan haciendo impunemente.
Dar a conocer los objetivos del Plan Nacional de Seguridad pareciera un anuncio en tiempo y forma para que los criminales abandonen los sitios en donde están localizados y el o los operativos que se realicen para capturar a los jefes criminales ofrezcan como resultado lo que ya conocemos: fueron aprehendidos fulano o zutano “presuntos operadores” del cártel equis.
Y no se trata de descalificar el esforzado trabajo realizado para obtener la radiografía de en dónde, cómo y de qupe forma operan los grupos criminales.
Porque todo mundo lo sabe menos la autoridad competente.
Anunciar y anunciar parece ser la retórica que ahora se seguirá en materia de acciones que frenen la violencia generada por los criminales.
Los verdaderos jefes de las bandas de narcotráfico, son localizables sin mayor problema. Hay recompensas cuantiosas ofrecidas por la DEA y el Departamento de Justicia de Estados Unidos que van del millón a los quince millones de dólares “por información que permita su localización”. Sin embargo, la “base social” que han construidos todos los cáteles, los grandotes, los mediano y hasta los pequeños, les permiten seguir actuando sin que la autoridad supere las barreras.
Dice el señor Harfuch -con uniforme de campaña, aunque no militar- que la inteligencia será la estrategia para alcanzar la paz en el país. No obstante, el mensaje es claro: no regresaremos a la guerra de Calderón (sic. Claudia Sheinbaum) y se mantendrá la política de atacar el problema de raíz y, sobre todo, proteger a los jóvenes.
Durante cinco años y 10 meses se “atacó el problema de raíz” y los árboles tupieron la montaña, los valles y las zonas urbanas. La raíz está ahí, enterrada por la indolencia de actuar y usar la fuerza letal que le confiere la Constitución al comandante supremo de las fuerzas militares del país. La hoy comandanta sigue los mismos pasos.
Pretender voltear la hoja y decir que ya se encontró el camino adecuado para recuperar territorio, encarcelar a los criminales y regresar la paz al país, no es verdad.
Se dejó crecer el problema y quizá sí haya razón en afirmar que la guerra de Calderón fue una mala estrategia, pero los dos gobiernos que lo sucedieron hicieron lo mismo. El último agotó su capacidad de abrazos sin dispar un tiro.
Si en lugar de anuncios rimbombantes hubiera trabajo de campo y resultados palpables, el aplauso se convertiría en ovación. Más no es así. En 9 días del gobierno, la información de descabezados, linchados, incendiados, ejecutados con tiro de gracia y descuartizados, ha superado los “logros”.
- Pregunta sin jiribilla: ¿por qué al expresidente y ahora a la presidenta y sus secretarios del gabinete de seguridad prefieren las bases navales o militares en lugar de caminar por las calles en donde la sangre pinta las rayas en el pavimento?
¿Será acaso el respeto a la investidura presidencial?
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