Alemania bloquea la adquisición total por parte de China de una startup de satélites

Alemania ha bloqueado una adquisición completa por parte de China de una startup de satélites por motivos de seguridad nacional, dijeron el jueves a la AFP fuentes cercanas al asunto, mientras Berlín adopta una línea cada vez más dura contra Pekín.

Preocupado por la fuerte dependencia de China de la principal economía de Europa, el gobierno del Canciller Olaf Scholz ha estado presionando para «eliminar riesgos» y reducir las dependencias.

La empresa de tecnología alemana KLEO Connect pretende establecer su propia red de satélites en órbita terrestre baja que pueda proporcionar Internet a ubicaciones remotas, con la esperanza de rivalizar con Starlink.

La importancia estratégica de las telecomunicaciones espaciales ha quedado destacada por la guerra de Ucrania, donde Starlink, operado por la empresa SpaceX, propiedad de Elon Musk, se ha convertido en una herramienta clave en el campo de batalla para Kiev.

Según los medios alemanes, Shanghai Spacecom Satellite Technology (SSST) posee alrededor del 53 por ciento de KLEO Connect y quería adquirir otro 45 por ciento de la empresa alemana EightyLeo.

Pero Berlín bloqueó la medida de SSST después de que una revisión de inversiones realizada por el Ministerio de Economía concluyera que podría poner en peligro la seguridad pública.

KLEO Connect no respondió a las solicitudes de comentarios y el Ministerio de Economía tampoco quiso hacer comentarios.

Ha habido una larga lucha por el control de la empresa, cuyo núcleo son los derechos de frecuencia (que dan acceso al espectro satelital) registrados en Liechtenstein hace algunos años, informó el periódico Die Welt.

Otros casos recientes han puesto de relieve las crecientes preocupaciones alemanas sobre las inversiones chinas.

El año pasado, el gobierno bloqueó la venta de dos fabricantes de chips a inversores chinos por motivos de seguridad.

La propuesta de venta de una participación en el puerto de Hamburgo a una empresa china provocó una furiosa disputa política, pero el Canciller Olaf Scholz finalmente aprobó la adquisición de una participación, aunque en un tamaño reducido.

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