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La expansión de los segundos pisos en México: una solución temporal que sigue replicándose

A pesar de las tendencias internacionales que favorecen vías subterráneas y el derribo de autopistas elevadas en ciudades como Seúl, Chicago y Boston, en México persiste la idea de que los segundos pisos son la respuesta a los problemas de tráfico en grandes urbes.

A casi 20 años de la inauguración del segundo piso del Periférico en la Ciudad de México, expertos señalan que esta solución es, en realidad, un «bypass» vial, temporal y mal enfocada.

El origen del segundo piso

El segundo piso del Periférico, construido durante el mandato de Andrés Manuel López Obrador como jefe de gobierno de la Ciudad de México, es considerado una obra emblemática que, sin embargo, no ha resuelto los problemas de movilidad de la capital.

José María Nava, académico de la Universidad Iberoamericana, compara esta infraestructura con un bypass médico: una solución temporal a un problema más profundo. «El segundo piso se llena igual que el Periférico, por lo que no es una solución eficiente», señaló.

La expansión del modelo en otras ciudades

Pese a los cuestionamientos, estados como Zacatecas, Monterrey y Puebla han decidido replicar este modelo de autopistas elevadas. En Zacatecas, se está construyendo un viaducto elevado de cuatro carriles, con una inversión de más de 3 mil millones de pesos, mientras que en Monterrey, el gobernador Samuel García impulsa la construcción de un segundo piso en la avenida Morones Prieto, que incluirá un parque lineal y ciclovía, y estará listo en 2026.

En Guadalajara, el proyecto de un segundo piso en la avenida López Mateos ha generado rechazo por parte de urbanistas y del gobierno local.

A pesar de estas críticas, el esquema de vías elevadas sigue proliferando en México bajo la promesa de mejorar la circulación vehicular.

¿Por qué no funcionan los segundos pisos?

Nava explica que la razón principal por la que estos proyectos no logran resolver el tráfico es que no abordan las causas estructurales del problema.

En Ciudad de México, solo el 35% de la población utiliza automóviles particulares, mientras que el resto depende del transporte público, que sigue siendo ineficiente. Por lo tanto, la clave está en mejorar el transporte público, en lugar de seguir construyendo infraestructura que beneficia solo a una minoría.

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