En opinión de Jesús Michel Narváez
El que nada debe…

Punto de Vista

Por Jesús Michel Narváez

La nostalgia apareció de nueva cuenta.

Teme que al término de su mandato, surjan ataques de los adversarios.

Ya sin mañanera, sin poder legal, aunque lo tendrá por ser quien es, Andrés Manuel López afirma estar acostumbrado a los ataques.

Estoy acostumbrado, nunca ha sido fácil enfrentar al poder mediático, ahora estuvo muy fuerte la campaña, siempre ha sido así”

Porque la crítica la considera ataque. No hace la diferencia. Señalar desaciertos y reconocer decisiones atinadas, es el trabajo de los medios. Quienes participan o cuentan con un medio, no son empleados del gobierno en turno. Son trabajadores que devengan salarios. Y los propietarios, son empresarios. No monjes de la caridad.

Eso no los hace enemigos ni sicarios del periodismo, de los medios de comunicación. La libertad para difundir la información que la línea editorial de cada uno de ellos considere importante para el lector, el radioescucha, el televidente o el lector y participante de las redes sociales, es una garantía constitucional gamada, no concesión gubernamental.

Saber que contará con alguien le cuidará las espaldas, no lo deja tranquilo. Porque sabe y bien que muchas de sus decisiones fueron erróneas y no tuvo la capacidad o no quiso corregirlas con lo que aumentó la crítica.

Dice respetar la libertad de expresión y actúa en contrario. Agrede y en ocasiones difama a los comunicadores. Y espera que se queden con la mentada del 10 mayo. Él siempre responde: ni modo que me quede con los brazos cruzados.

A 94 días de entregar la banda presidencial, ya gira en el cerebro lo que se avecina. Probablemente está consciente de que no es el favorito de decenas de periodistas, pero se conforma con los zopilotes que acuden a sus mañaneras y le preguntan lo que su jefe de prensa ordena y, como ya conoce qué le cuestionarán, siempre está preparado. Ni hablar, su empleado hace la chamba por la que le paga.

Cuando se ha tratado de doblegar a algún enemigo, desde su púlpito guinda exclama: el que nada debe, nada teme.

¿Por qué le preocupa que lo ataquen cuando formalmente no tenga el poder presidencial?

¿Debe algo y por eso muestra temor?

Un personaje cristalino, impoluto, como presume serlo, no debe tener preocupación alguna.

Ya no será presidente y por tanto su trabajo terminó y podrá irse a su Quinta, que no rancho, cuya extensión es de 15 mil metros.

Anunció que cancelará sus cuentas en las redes sociales porque, afirmó, se retirará definitivamente de la política y no aceptará invitaciones para eventos con tinte políticos. Sin embargo, está dispuesto a regresar a Palacio Nacional si “mi presidenta me lo pide”.

Aquel hombre que criticó a quienes tienen más de un par de zapatos y dos trajes, cambió radicalmente en los últimos cuatro años. Quienes asisten a la mañanera, sostienen que por lo menos tarda un mes en repetir un traje y que, además, en los tiempos fríos ha mostrado hasta cuatro abrigos, uno de ellos como el que usaba Sherlock Holmes.

Ahora sostiene que, en Palenque, en su Quinta no rancho, no usará traje, caminará con huaraches “porque hace mucho calor” y que no le abrirá la puerta a nadie, porque si lo hace, llegará mucha gente a pedirle favores.

Vaya, su hábitat natural, el de estar rodeado de aplaudidores -algunos sinceros y agradecidos, otros, la mayoría no- lo desaparecerá y permanecerá aislado, encerrado en su estudio en donde escribirá la verdadera historia de México, el de antes por supuesto. Y como nada debe y nada teme -es un decir- entonces no tendrá quién lo cuide. Su decisión de fulminar el Estado Mayor Presidencial, cancelar las pensiones a los expresidentes -mecanismo debido al gobierno de Miguel de la Madrid- y “no robar, no mentir y no engañar”, hará su vida con la pensión del ISSSTE -tengo 20 años en el servicio público- y lo ahorrado en su pensión para adultos mayores, porque “no he tocado un centavo… ahí lo he guardado”.

La nostalgia en todo su esplendor.

Me voy como llegué: sin nada más que lo ganado con honestidad valiente.

¿Y entone ces por qué teme que lo ataquen mediáticamente al término de su gobierno?

¡Que la ciencia lo explique!

Ah, no tenemos científicos. Lo acabó la directora del Conacyt.

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