Santos Óleos … / En opinión de Jesús Michel Narváez

Hace 24 años, los “obispos de la política” aplicaron los santos oleos al PRI.

Y como buenos intérpretes, los tricolores aceptaron bajo el principio de que la poción trae la dimensión de muerte y resurrección, que perder las elecciones presidenciales, solamente era una prueba para alcanzar loque Jesús convirtió en el abandono de la muerte.

Aunque vivieron la resurrección en 2012, no apuntaron en su libreta de tareas que, para evitar una segunda aplicación untada de aceite de olvido bendecido, había que buscar la sanación. Simplemente se conformaron con el milagro y dejaron de reconocerlo.

A nadie debe sorprender que los tricolores, ahora aliados con los acérrimos enemigos del pasado, les tengan que aplicar los santos óleos, con el conocimiento de que el obispo que lo hará no tenga reconocimiento eclesiástico y sí político.

Sin pretender comparar al crucificado en el Gólgota ni a Magdalena llorando al pie de la cruz, Alejandra del Moral cumplió con el mandato de Alejandro Moreno -no el gran militar- que, en sus tiempos juveniles compartieron las mieles del anhelo hacia el futuro.

En los comicios celebrados ayer para renovar el poder ejecutivo -cuyo actual titular no tiene poder y tampoco es ejecutivo- en el Estado de México, la crucificada se llama Alejandra del Moral. El que dictó la sentencia se llama Poncio López.

Y el pueblo bueno, la acató y aplaudió.

A partir de este día, inician los cánticos mortuorios por el PRI.

Su dirigente fue incapaz de decirles a sus discípulos que el milagro de 2012, en el que se demostró que el regreso a la vida terrenal, la política sí existe.

Y dejó que los no creyentes en La Nueva Alianza disiparan y abandonaran sus dogmas.

Simplemente dejó que se reescribieran las cuatro letras: INRI.

Sí, el acrónimo de Iesus Nazarenus Rex Iudaeorum. Traducido al español: PRI rey de los partidos.

La inscripción no la plasmo Poncio Pilato. La reescribió el huésped temporal de Palacio Nacional.

Perder el Estado de México en una elección no es comparable con perder la Presidencia de la República. Y, sin embargo, el PRI resistió hasta que se presentó el milagro en 2012.

Un milagro apenas reconocido por los fieles al partido que aportó mucho y se robó todo. Hasta la dignidad de sus fieles.

Esperar a que se repita la resurrección mientras el Rey de Reyes sobreviva, es anhelar que el milagro se repita.

La historia no lo registra.

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